Capítulo 5

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Shirabu por primera vez faltó a un entrenamiento. Había amanecido con fiebre y con la cabeza dándole vueltas, sin mencionar que el dolor de su muñeca derecha le estaba generando molestias.

No dio mucho detalle sobre su estado de salud: solo le escribió a Semi que no se sentía bien y se disculpó de no poder asistir al entrenamiento de ese día.

"No te preocupes. Recupérate. Ya estaremos en contacto", le escribió en respuesta su senpai.

Las nacionales comenzarían en un mes, así que debía procurar estar en su mejor condición. Por esa razón, se quedó descansando en casa. Y así se le fue el día: recostado en su cama, envuelto en sus sábanas, bebiendo un té de limón, y sintiéndose tan miserable e inútil.

Shirabu amaneció aún con escalofríos al día siguiente. El contacto de su mano con el metal de la llave de la ducha lo hizo estremecerse, y tuvo que batallar para no acobardarse cuando el agua cayó sobre su cuerpo, como un aguacero. Aún así, se las apañó para asearse y alistarse.

El clima estaba cálido. A pesar de ello, Shirabu fue al entrenamiento en guantes de lana y con una chaqueta del mismo material que le cubría hasta la barbilla. Esperaba que no le hicieran muchas preguntas por eso.

—Buenos días —saludó apenas puso un pie dentro del gimnasio.

—Buenos dí... as... —dijeron todos en coro cuando voltearon a verlo.

Miradas de desconcierto al instante.

Muy bien. Definitivamente estaba llamando la atención.

En su mayoría, eran chicos de primero, por lo que Shirabu no se preocupó mucho de que lo vieran en tal estado. Procuró sacarse todas las prendas de lana y quedar solo con el uniforme de práctica.

Se quedó quieto en una esquina, y se cruzó de brazos, encogiéndose un poco. Agradeció que sus senpais llegaran en ese momento, pues eso significaba que el entrenamiento ya iniciaría: su cuerpo se calentaría con el trote y se desharía de esos desagradables escalofríos.

—Shirabu.

El cuerpo de Shirabu respondió con un incomprensible estremecimiento. Enseguida, levantó la mirada, descruzó sus brazos y se puso lo más recto posible, tan recto como si buscara replicar algún saludo militar.

Ahí estaba de pie enfrente de él su senpai al que no había visto en vivo y en directo desde hacía una semana.

—Ushijima-san —saludó inclinando un poco la cabeza.

—¿Ya estás mejor? No viniste ayer al entrenamiento —le dijo su senpai.

Su voz era seria, como siempre, pero Shirabu percibía cierto tono de amonestación. Lo entendía y precisamente por eso se sentía aún más miserable. Aún recordaba cómo incluso con una lesión, Ushijima se había presentado a los entrenamientos, no participando, pero al menos asistiendo al entrenador.

En cambio, él se había quedado en casa y no había hecho nada productivo.

—Estoy mejor —se apuró en señalar. Volvió a inclinarse, esta vez a manera de disculpa—. Mi falta de ayer, la compensaré con horas extra de entrenamiento.

Sin embargo, superando todas sus expectativas, una mano se posó sobre su cabeza en un contacto tan suave que había extrañado. Shirabu se mordió el labio inferior en su esfuerzo de evitar que sus ojos se cristalizaran.

Su cuerpo no era la única parte de él que estaba vulnerable en ese momento.

—Deberías descansar. No te exijas demasiado —le dijo Ushijima, con gentileza. Poco a poco fue cortando el contacto—. Se te extrañó ayer.

Resignación [UshiShira]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora