Capítulo 8: Imitador

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Acomodó su cabello por última vez, quería cerciorarse de que estuviera perfecto. Ella, tenía que verse perfecta.

Luego, se marchó. Y yo volví a formar parte de la oscuridad, sin voluntad.

Esto fue siempre, ella se arreglaba para estar perfecta y yo imitaba. Luego se iba, porque ella podía. Ella sí tenía voluntad. Pero no por mucho.

Porque, de una forma u otra yo saldría y ella imitaría.

03:36am.

Ella, volvió. Se desnudó y a paso cansado caminó hacía mi, observó. Ella me miraba, a pesar del alcohol en su sistema estoy segura que ella veía.

Me veía a mi.

Estaba asustada pero aún así, aludió su miedo y su instinto para acercar su mano lentamente. Puso algo de fuerza y yo, imité. Suspiró, aliviada al no sentir algo para catalogar cómo extraño.
No apartó la mano, la mantuvo ahí.

Y vi mi momento, sabía que no habría próxima vez. Ella no tenía voluntad.

Tomé su mano, con fuerza. El contraste entre ambas era notorio, mi piel palida y casi transparente resaltaba de su mano morena, bella piel morena que cuidaba.

Tiré de ella con fuerza, y, asustada, lo hizo también. Estuvimos cara a cara, ya no era su reflejo.

Ella sería el mío.

Caí al suelo sin escándalo y miré al que ahora era mi reflejo.
Ella lloraba y pude apreciar cómo por un momento la vida se iba de ella, sólo era un alma.

No pudo llorar más, ni sentir. Me miró y yo sonreí. Ella imitó.

Acaricié mi piel morena, bella piel morena que ahora yo cuidaría.

Con odio y karma.

As.

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