•Un gusto•

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Escuché como los pasos de él se alejaban, mi rostro estaba muy caliente, se sentía como si mis mejillas fueran a estallar

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Escuché como los pasos de él se alejaban, mi rostro estaba muy caliente, se sentía como si mis mejillas fueran a estallar. Me acerqué a mi mesa de noche, para poder verme, y efectivamente, mis mejillas aún seguían rojas, mi corazón permaneció acelerado por el susto que me sacó —¿Cómo le veré a los ojos sin recordar que ya lo vi en ropa interior?, esto es demasiado para mi primer día...—, recorrió por mi mente aquel pensamiento.

Saqué aire y me digne a salir de la habitación, bajé hasta la cocina y empecé a preparar los bocadillos, no sabía exactamente cuantos amigos eran... —debí preguntarle antes... lo sé, no me juzguen, soy una torpe que colapso por ver a un chico en ropa interior...—, en esos momentos, ni siquiera quería verle a la cara, no quería ni estar en la casa, mi único deseo era que la tierra me tragara, pero aquella petición era imposible.

Escuché el timbre sonar, salí de la cocina y fui a ver quién era; desde la cámara de seguridad pude observar cuantos chicos habían llegado... ¡Eran seis chicos! Supe que ni de broma me iba a alcanzar lo que había preparado. No tuve más remedio y les abrí la puerta. Todos se sorprendieron mucho al verme.

—Bienvenidos... Pasen... —Haciendo reverencia, me aparté.

De reojo los vi, y como lo había escuchado del señor Park, antes de irse, se notó que eran procedentes de familias pudientes.

Los seis chicos se quedaron de pie, observándome en silencio, una escena incómoda y extraña. ¿Qué podía decir en una situación como esa? Me planteé mucho el mediar palabra, presentarme con honoríficos, pero a la vez no deseaba hacerlo, los nervios me comían entera. A lo lejos se escuchó la voz de él, venía apresurado bajando las escaleras.

—Chicos ya están aquí —se le escuchó cansado.

—No, fíjate que por China andamos —anunció con sarcasmo, uno de los más altos del grupo, cuyos ojos, en forma de dragón, eran protegidos por gafas de lectura, se notaba que no tenían aumento.

—Ni siquiera estás vestido... ¿Cómo se te ocurre recibir visita de esa forma? —reclamó, un chico de cabellos negros, y de vestimenta elegante.

—Como si no supieran cuánto tarda en arreglarse.

—Solo venía poniéndome la camisa mientras bajaba las escaleras, grupo de exagerados... Ya, entren.

Los seis chicos entraron. Todos eran altos, bien parecidos, con un buen físico... —¿Acaso estos chicos son modelos?— me quedé pensando por su aspecto.

Todos, al entrar, me vieron de reojo, tal como yo lo había hecho con anterioridad, pero hubo uno de ellos que al verme sonrío, me tomó por sorpresa, y lo único que pude hacer, fue devolverle la sonrisa. Era lindo, cabello castaño, un poco desordenado, jeans ajustados y negros, con una sudadera negra con algunas decoraciones blancas, muy grande, era atractivo a la vista, de labios medianos, ojos relativamente grandes y de un café oscuro, su mirar te hacía transportarte a un mundo profundo, y a la vez tranquilo.

Un amor imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora