Cap 11: De acercamientos y pasiones

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Por cada secreto que se guarda, es una lágrima más que no se ocultará.

Sana recordó las palabras de su abuela, aquella tarde cuando la descubrió besando por primera vez a una chica. Lo había deseado muchas veces antes, si pero su abuelita, como ella la llamaba, llegó al cuarto de lavandería de la pensión y descubrió su boca sobre la de Jihyo, aquella niña de 12 años igual que ella en ese entonces, se llevaban pocos meses de diferencia.

Su abuela lloró por horas, le reclamó el comportamiento y la dejó una semana encerrada en su habitación. Sana recordó que ni siquiera la miraba cuando le dejaba el plato de comida o un vaso de agua cada noche. Aquel descubrimiento la había señalado como la decepción de su abuela y parecía que a ella le dolía por las dos.

Porque a Sana no le dolía saber a tan temprana edad que se enamoraba fugazmente de las chicas, de las muchachitas del pueblo y a las que les sonreía como Baekhyun, el niño por las que todas reían avergonzadas pero que ella se encargó de imitar y cambiar. A Sana solo le dolía el hecho de saber que su abuelita nunca más la trató con amor.

Ya no le preparaba un poco de leche con galletas de chocolates como solía hacerlo cada mañana, ni la esperaba en la puerta cuando ella llegaba del colegio. Nunca más volvió a abrazarla durante las noches de tormentas y mucho menos la lloró cuando al cumplir 15 años, le pidió que se fuera de casa.

La culpó de sus lágrimas y de la vergüenza que sentía por ella. Le dio una bolsa de ropa y un trozo de pan. Y le abrió la puerta, señalándole al exterior y que nunca más regresara.

Sana sabe que descubrir algo solo tiene dos consecuencias: quitarte nada o destrozarlo todo.

E irónicamente siempre terminas guardando secretos de personas que amas y que lo guardas exactamente para no dañarlas.

Y ella amaba a Mina.

Era su mejor amiga, aquella hermana de distintos padres y que por ocasiones solía actuar como la mayor o en general como la más pequeña. Y a Sana le gustaba que actuara así; la hacía sentir especial el hecho de tener a alguien quién proteger.

Por lo tanto, cuando la escuchó abrir la puerta principal y luego la vió invadir la cocina, acercándose a ella, Sana estiró su pierna por debajo de la mesa y le lanzó la silla. Mina se detuvo en seco antes de llegar por agua y observó la silla y luego a ella. Y luego a la silla y se arrastró hasta ocuparla.

— ¿Te pasa algo?— Le preguntó la nipona y Sana quitó aquel hilo de paja de su boca pero se mantuvo recostada en su lugar. Acomodó sus piernas sobre la mesa, una encima de la otra, y negó ligeramente con la cabeza.

— ¿Qué tal la cosecha?—

— Bah, lo de siempre— murmuró Mina quitando unas monedas de su abrigo y arrojándolas a la mesa— ¿Y tú? ¿Qué has hecho?—

— Uhm, lo de siempre ¿Has hablado con alguna de las novicias?—

— Si, solo con algunas. Como siempre— masculló Mina con diversión por tanto repetir palabras.

— Estuvo Jeongyeon ayer en el parque ¿lo sabías?—

— Si, Tzuyu me lo dijo ¿Cómo lo supiste?—

— La vi yo misma. Mientras buscaba un taxi ¿Y por qué no se lo dijiste a Momo?—

— Porque cuando lo supe estaba por subir contigo a un juego. Y ya luego no lo tomé como buena idea—

— Tenía derecho a saberlo de igual manera. Tal vez tenía ganas de verla. La tiene todo el tiempo—

— No creo que para esto me hayas obligado a sentar ¿qué sucede?— Sana entrecerró los ojos, acomodándose finalmente contra el respaldar de la silla y quitando ese trozo de paja de su boca. Mina frunció el ceño y movió la cabeza en señal de que hablara.

Fuera Del Paraíso | MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora