9. ARCADE Y TÉ

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-¿Segura que este corte no me hace resaltar más los cachetes?-

-De que hablas? Luces guapo y además que ese color te sienta muy bien, la estilista tenía razón cuando dijo que en unos años cuando seas viejo, tu cabello canoso y senil te dará un toque sexy.-

-Ahh si, claro, como mi mayor aspiración en la vida es ser un papá de azúcar, vaya que estilista más sabia.-

Rodé los ojos tratando de que mi sarcasmo no se apoderara de toda la situación, ultimamente me era más difícil no dejarlo salir pues ya no había más romanticismo que lo opacara. Bufé hastiado de todo pues el recuerdo de Baekhyun me estaba ahogando, oprimiendo mi cuerpo y cada uno de sus órganos. De pronto respirar era más difícil como si acabara de correr una maratón de muchos y muchos kilómetros.

Tampoco podía con la idea de que me había dejado arrastrar a esa boutique para comprar ropa nueva, no tenía nada de malo mi ropa y estaba satisfecho con ella, pero Yoora insistió demasiado y al final accedí.

Debo admitir que la ropa era bastante linda y me hacía lucir guapo, bastante varonil y le daba un toque más atrevido al look. Lo que no entendía es por que estaba tan elegantemente vestido para una tarde en el arcade. Yo solo quería jugar un rato y olvidarme de todos los problemas amorosos en mi joven vida.

-¿Quieres unos nachos?-

Como estaba tan preocupado por reventarle la cabeza a todos esos zombies que corrían hacia la pantalla frente a mi, descanse mi arma de plástico en mis rodillas y le dí al ultimo, el jefe de todos. Entonces mi nombre apareció en la pantalla en letras doradas.

-Oh si! Hay que celebrarlo con unos buenos nachos.-

-De acuerdo, vuelvo en un instante y trata de no gastarte todas las monedas.-

La escuché marcharse pero yo seguía tan entretenido matando muertos vivientes, no había algo más relajante que volarle los sesos a una figura humanoide que come cerebros. Por desgracia todos los videojuegos me recordaban a él, no era tan divertido si no lo hacíamos juntos, sin darme cuenta comenzaba a sentirme miserable de nuevo y mi respuesta a ella era el enojo. Estaba tan enojado que seguía rematando muertos aún en el suelo, vaya consuelo.

Seguía disparando y metía un nacho a mi boca, tanta era mi desesperación de no pensar en nada más que no me di cuenta en que momento mi camisa se manchó de queso cheddar derretido. Sin darme cuenta mi visión se estaba empañando con las lágrimas que inconscientemente se acumulaban en mis lagrimales.
Gracias a todos los cielos que ya era tarde y el arcade estaba casi vacío, pues estoy seguro de que en esos momentos estaba dando un gran espectáculo. Terminé embarrando de mocos y queso derretido la pistola del juego, mi hermana tuvo que sacarme de ahí y cubrirme con su chaqueta para que no vieran el desastre que era yo en esos momentos.

Me subió en el lugar del copiloto y a duras penas arrancó mi vieja camioneta.
La vi batallar un poco pues esa bebé tenía sus mañas y no se dejaba tocar por cualquiera, pero Yoora después de un par de maldiciones logró encenderla.

Comenzó a conducir por las alumbradas calles de la ciudad y yo seguía sin ser muy consciente de lo que pasaba a mi alrededor. La vi mover su mano y sacar algo de entre los asientos.

-¿Quieres soda? La compre para ti por si te daba sed pero creo que pudiste beber tus lágrimas en su lugar. Tómala y tranquilízate.-

Como si fuera una especie de mantra, lo tomé con ambas manos temblorosas y me acerqué el popote a la boca comenzando a succionar toda la bebida fría. Al final no se si fue por que mi lengua quedó entumida de la alta temperatura de la bebida o fue el alto contenido de azúcar lo que logro calmarme. Cuando me di cuenta la ciudad había quedado atrás desde hace un buen rato.

Cuando Nadie Ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora