Letras de un culpable #2© [✓]

II. U

“Si te sientes solo, piensa en el universo. Allí hay millones de estrellas que te escucharán”

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UNA PRIMERA CITA

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Golden Gate, San Francisco
19 de diciembre
00:50 a.m

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El joven le tendió la mano. Ella dudó, volvió a mirar hacia el oscuro océano y se quedó pensativa. Volvió a mirarlo y le cogió la mano en señal de aceptar su propuesta.

—¿Y a dónde me llevarás? —preguntó ella una vez había bajado de la barandilla.

—A uno de los sitios más especiales de mi vida —contestó él sonriente.

Los dos caminaron para volver al principio del Golden Gate. Tan solo el ruido de los coches era notable en el ambiente.

—Refrescó bastante el tiempo —habló él para romper ese incómodo silencio.

—Es invierno, ¿Te extraña?

—No, lo que me extraña es que no tengas frío —miró él la ropa que llevaba ella. Tan solo tapada con unas mallas y una camisa.

—Me gusta pasar frío, dejan de dolerme los recuerdos porque se congelan.

—Te cogerá una hipotermia —informó él.

—Entonces mi cuerpo se helará, dejaré de sentir mis extremidades que se me dormirán por el frío y moriré pacíficamente —sonrió.

Otra vez silencio. Ya llevaban caminando pocos minutos cuando por fin habían llegado al final o al principio del puente.

Él la estuvo observando durante bastante rato. Los ojos de ella se notaban vacíos y como si estuvieran pidiendo ayuda a voz en grito.

—¿Cómo te llamabas? Ya no me acuerdo —preguntó él apartando la mirada de ella.

—Puedes llamarme soledad —sonrió ella.

—¿Soledad?

—No, suena muy mal —dijo ella.

—Llámame Niar.

—Me gusta, no es tu nombre real ¿No? —preguntó.

—No, se parece pero no, y a tí, ¿Cómo te llamo?

—Llámame As.

—Perfecto, As.

Un último silencio los invadió hasta que llegaron a la altura de un gran amigo «Vermelio».

—Este es Vermelio —dijo As enseñándole un coche.

—Es muy bonito—dijo ella admirando el coche viejo que tienan delante de sus ojos.