Letras de un culpable #2© [✓]

VI. B

“Ser extremadamente
bondadoso a veces nos hace
pasar por malos momentos”

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San Francisco
21 de diciembre
18:00 p.m

—¡Hermana! —gritó As.

El joven corrió a socorrer a la joven que se encontraba tendida en la carretera. La joven empezó a convulsionar, estaba perdiendo una cantidad importante de sangre.

—¡No! No te puedes morir —tartamudeaba llorando aquel As del pasado.

La joven extendió su mano ensangrentada hasta llegar a la mejilla de su hermano menor. La tocó y cuando eso sucedió empezó a desprender lágrimas, las gotas silenciosas y llenas de tristeza se empezaron a mezclar con la sangre fresca haciendo ese líquido más salado.

—Se fuerte —susurró la hermana de As a trompicones—. No dejes que nadie te haga daño, no dejes que la ira te nuble el juicio y sé feliz por todos... —sonrió por última vez.

As despertó hiperventilando, sintió que le faltaba el aire. Se sentó en su cama intentando olvidarse de ese doloroso recuerdo y pensando en cosas mejores.

Ayer Rain le dijo donde vivía. Quedaron en que él la pasaría a buscar ya que As tenía un sitio preparado a donde llevarla.

Toda la mañana y parte de la tarde estuvo ordenando y arreglando el piso. Tiró cosas, lavó y limpió. 

Salieron objetos pasados que le mataban el alma. Le hacían recordar todas las memorias que hacía tiempo que deseaba olvidar. El corazón al ver todos aquellos trastos viejos le bombeaba con fuerza.
¿Miedo? Podría ser, tenía miedo de que siguieran allí para toda la eternidad y que en cualquier momento se puediera derrumbar.

Cuando se aproximaba la hora de la quedada el joven se preparó como siempre, lo único que había cambiado fue que su compañero de piso no se encontraba en el. Le extrañó pero lo dejo pasar.

Se fue de ahí y puso rumbo a la casa donde Rain vivía. Encendió la moto y se subió. Durante el trayecto intentó olvidarse del sueño matutino. Trató y se obligó a si mismo en que esa memoria debía de quedar guardada en lo más profundo de su mente.

As llegó a su destino. Se quedó unos minutos mirando la puerta con miedo a tocar, pero al final picó a la puerta.

Al cabo de unos segundo Milly apareció.

—Hola —dijo la chiquilla.

—Buenas —respondió As.