VII. L

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“Y el aire fue el único cómplice que tuve cuando te envié aquel beso”

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“Y el aire fue el único cómplice que tuve cuando te envié aquel beso”

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San Francisco
22 de diciembre
8:00 a.m

Tú eres el culpable dijo una voz femenina—. Tú me hiciste eso.

As volvió a despertarse hiperventilando. Cerró los ojos intentando asimilar el sueño. Estaba sudando y el corazón le iba a mil. Alguien tocó a la puerta. 

—Adelante —gritó desde el interior de la habitación. 

Un Miles sorprendido entró rápidamente cerrando la puerta a su paso.

—Tío, ¿A caso sabes que tenemos a una chica durmiendo en la habitación de tu hermana? 

—Sí —afirmó As tranquilamente. 

—Vale... Te lo voy a decir más claro, ¿Quién es? —exigió saber su compañero. 

—Es Niar.

—¿Esa chica de la que hablar siempre?

—Sí —confirmó este.

—¡Dios! —dijo emocionado. 

—¡No grites!

—Ups. Perdón. 

Los dos jovenes salieron de la habitación. Allí, en la isla de la cocina se encontraba Rain pensativa, su ropa estaba tendida para que se secara y ahora se encontraba con una camisa holgada de As y con unos deportivos aguantados por un cordón. 

—Buenos días —saludó ella con una tímida sonrisa. 

—Buenas. Niar te presento a Miles —dijo As señalando al joven compañero. 

—Encantada y perdona por la intromisión. 

—No te preocupes, encantado de conocerte —dijo este cogiendole de la mano con la intenció de darle un beso. 

Ella por puro reflejo la apartó rápidamente al notar el contacto de este.

—Lo-lo siento —se disculpó.

—¡No! Perdón, fue mi culpa —dijo el compañero rascándose la nuca. 

—Niar, ¿quieres café? —preguntó As. 

Letras de un culpable #2© [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora