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Observaba el paisaje de Busan, intentando recordar las vagas memorias de la ciudad, había sido muy poco lo que con consciencia vivió allí, era demasiado pequeño como para tener recuerdos claros de aquella época.

—Y bien Kookie.- Amelier habló llamándole con el apodo que usó un año después de haber conocido a Jungkook, a la edad de tener 7.-¿Has hecho más ejercicio últimamente ?-Tenía la vista al frente, pero Amelier era un sujeto muy atento, con olfato agudo, y sentidos que Jungkook alguna vez pensó que podrían ser sobrenaturales.

—Si, lo he hecho.- Asintió con una grata sonrisa porque Amelier lo haya notado.

—Oh, me alegra que estés poniéndote en forma, ¿ Aún crees que puedas ganarme en un pulso?- Este le retó, la última vez que habían jugado aquello, Jungkook tenía casi los 15 años.

—¡Por supuesto que sí! ¿ Cómo podría ganarme un anciano como tú?- Le miró con una expresión divertida y socarrona.-

El mayor soltó una carcajada ante las palabras del más chico.

En el camino Amelier fue contándole más detalladamente sobre Busan, sobre lo que se había remodelado con el paso del tiempo, así mismo, le prometió que lo traería a tomar malteadas al "Popy Malt" el sitio que habían inaugurado hacía poca cosa de dos semanas, y que había tenido gran fama por el servicio y la calidad de las bebidas y postres.

La compañía y el trato que Amelier le ofrecía a Jungkook, era tan agradable, que alguna vez se odió, por haber podido pensar que le hubiera gustado Amelier más como su papá, y es que nadie lo podía culpar, aveces su padre estaba o muy ocupado, o muy cansado, o simplemente, ajeno.

Ajeno a la lindas palabras y actos que un padre debe de demostrarle a un hijo, les hacía falta esa cercanía como tal, y aunque lo respetaba y le quería, no sentía el cálido afecto.

El padre de Jungkook bien podría estar cegado por la gula, el hambre económico, y era un hombre de negocios, así lo habían criado, un hombre de estrategia, dispuesto a traicionar para su propio bien, era la manera en la que consiente o inconscientemente estaba criando a Jungkook, así desde muy pequeño, desde la pérdida maternal. Tampoco era culpa del hombre, él habia tenido que lidiar con todo solo, con lo que él habia aprendido, de una u otra forma su pequeño Kookie tenía que saber algo de lo que él había aprendido.













—Bien, es aquí, baja Kook.

La casa era bonita y grande, elegante, y moderna; en el frente la adornaban pequeños pinitos de jardín, y si dirigías la mirada hacia la izquierda, obervabas la cochera, con el portoncillo abajo para que no se pudiera entrar si no era con la contraseña, o por dentro. Los colores beige y blanco, sin duda eran elegantes a combinación con los arbustos de apariencia fresca y de tonos verdes. Unas lamparillas colgaban de la entrada a la casa, y otras más se podían ver en el balcón frontal de la misma.

—Es bonita.- Dijo finalmente.

—Vé adentro, meteré el auto.- Amelier le dió un suave empujoncito para que se acercara a la puerta de madera clara barnizada finamente y entrara de una vez.

Si había dicho que era bonita, se arrepentía absolutamente, puesto a qué era el doble de bonita; por dentro la casa era mas acogedora, los mosaicos relucían bajo sus vans negros, y al frente una sala con sillones de apariencia sumamente cómoda, yacían cubiertos por lo que parecía ser terciopelo rojo, llamaba su atención más que nada.

Mientras se encaminaba a aquel sitio observó el pequeño pasillo, donde estaba ubicada una puerta de estilo marinero, con su bonita y circular ventanita dando vista al comedor, donde colgaba focos plateados, no se percató de la maceta con una pequeña palma a su lado hasta que la hoja más larga tocó su brazo y se exaltó momentáneamente.

Que susto por dios.

Aquello lo hizo salir de la apreciación que estaba teniendo, y sin querer nada más, se dirigió con paso veloz a la dichosa sala, donde en el sofá más largo se echó a recostarse, mirando el librero perfectamente ordenado, con libros variados y grandes, todos nuevos, lo supo por el cuero tan brillante y liso que los encuadernaba.

Al centro de aquel mueble, se encontraba una pantalla plana, lo suficientemente grande como para que la sala se pudiera bautizar como un mini cine, y arriba de ella, yacía en un pequeño aparcado especial, otra plantita más, con sus bonitas hojas pomposas reluciendo por el brillo de su tonalidad.

Todo eso, hizo que se relajara tanto, o tal vez era el cansancio del vuelo que había tomado, cerró un momento los ojos y tomó una gran bocanada de aire, estaba agotado, la comodidad de sofá, la ausencia del ruido dentro, y la frescura agradable que le envolvía todo su ser, hacía que fuera más idóneo para un buen descanso.

—¿ Quieres encargar alguna comida rápida en especial ?- Amelier apareció, abriendo la puerta por la que Jungkook había entrado con anterioridad, interrumpiendo así si calma, sin embargo lo dejó pasar fácilmente en cuanto esuchó la propuesta de Amelier.

—¡Hamburguesas !



















Miraba retador a Beomgyu, el chico menor con el que entabló la mejor amistad que pudo haber tenido en su joven vida.

—No vas a poder contra mí.- Movía eficazmente sus dedos sobre el control de videojuegos mientras observaba con atención la partida en la pantalla de su habitación.

—¡Kim Taehyung no es justo!- El menor chilló riendo por la perdida de la partida, entonces de giró lanzándole una almohada en el rostro.-

—Ya verás pequeño idio...- El sonido de la puerta de su habitación siendo tocada lo interrumpió, debía ser Shancai, o como Taehyung le llamaba, Nana Shan.

La puerta se abrió llamando la atención de ambos jóvenes, mientras que un rostro envejecido por los años y simpático apareció, una viejecita vestida con una bata color lila, y el cabello totalmente canoso recogido en un moño en lo alto de su cabeza; traía una bandeja con comida sobre un carrito para ambos chicos.

—Beom, ¿ Qué te ha hecho este diablillo ?- La viejecita soltó una risita airosa y les miró con su acostumbrada expresión calma.

—Nana~ no le he hecho nada.- La voz grave de Taehyung llamó suavemente la atención de la anciana.

—Señora Shan, hola.- Beomgyu le saludó alegre, solía visitar la casa de Taehyung muy seguido, ambos asistían a la mejor preparatoria de Busan, prestigiada por sus clases extra, cursos, y estudiantes sobresalientes, Taehyung y Beomgyu no eran la excepción.

Los padres de Kim Taehyung eran jodidamente ricos, y aunque el señor Jeon, padre de Jungkook, poseia una gran suma de dinero en sus cuentas bancarias, los Kim le superaban casi por el doble de cantidad.

- Gracias por traer esto para nosotros nana, ¿ No te quedas ? Podemos ver las novelas que te gustan para que puedas sentarte aquí.- Taehyung se levantó del sofá dentro de la habitación, seguido de Beomgyu, llegando hasta la viejecita.

—Yo estoy totalmente de acuerdo señora Shan.- Le mostró una bonita sonrisa y sus ojitos se achicaron con la acción.

—Oh, son tan lindos chicos, ¿ Cómo es que estos dos niños de 17 y 15 años son considerados grandes ? Aún son unos niños pequeños.- La nana sonrió muy simpática y les ofreció una paleta de mantequilla, de las cuales solía traer en una bolsita, eran pequeñas cositas que le alegraban sus días fácilmente, pese a que solía tener siempre una bonita sonrisa en su rostro viejito.

—Bien, no les quito más el tiempo cariños, me tengo que ir, al gordo Toth le hace falta un baño, ese gato gordo ya no puede con él mismo.- Volvió a reír bajito, y se encaminó a la salida de la habitación, siendo agradecida por los chicos al haberles proporcionado comida.


















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Me dan ganas de hacer maratón de este ff. Jsjsjs.

Estaba inspirada, no sé, pero Nana Shan me agrada UwU

Cualquier error lo corregiré después, ¿ Chi? Denle amor.

Pdt: La aparición de Beomgyu me ilumina jsjsjs

- Summer.

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