Capitulo 15

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No tuvimos la sesión de tutoría, ella todavía estaba molesta por algo, así que cancelé y le dije que se fuera a su casa. Sólo espero esté bien hoy, o no sé lo que voy a hacer. También tengo que mantener el lado bueno de Sebastián, no me pregunten por qué, sólo siento que lo necesito.
Mi auto no encendió de nuevo, necesitaba llevarlo a arreglar, pero tendría que hacerlo después de la escuela. Llamé a Marina para ver si me podía buscar, afortunadamente no había salido de su casa y vino a buscarme de inmediato.
-¿Por qué estaba llorando? -Preguntó mientras se detenía en una luz roja.
-No sé, realmente no tengo idea. En un momento ella estaba tratando de detener la pelea y después corrió a llorar.


-Mmh -Marina pensó por un momento. -Ella es extraña, muy difícil de descifrar.
-Lo sé. -No sabía si decirle esto, pero... -Marina, he estado soñando con ella y creo que si algo no sucede pronto me voy a volver loca. -Admití. Era cierto, todas las noches me despertaba completamente mojada después de soñar a Amelia y a mí en la... Intimidad.
-Dios, Luisita. Estás al horno. -Marina suspiró. Sí, sí, lo sé.
El resto del viaje fue tranquilo. Cuando llegamos nos despedimos y nos fuimos a nuestras respectivas clases. Tenía a Amelia al final del día y una sesión de tutoría después, de eso era lo único que tenía ganas.
Cada clase era monótona y apenas podía mantener los ojos abiertos. Lo único que me mantenía despierta era la idea de estar y hablar con ella de lo que le pasó ayer.
La hora del almuerzo llegó, me senté al lado de Marina y busqué a mi profesora favorita. Pronto la vi y ella dio una mirada a mi mesa. Antes de que pudiera detenerme la saludé. Estúpida, Luisita, estúpida.
Ella se estaba yendo, pero me devolvió el saludo. ¡Mierda, sí! Me volví hacia Marina para celebrar, pero ella no estaba prestando atención. Miré de nuevo a Amelia, pero llegó Sebastián y se sentó, me dio un beso en los labios y me arruinó la vista que tenía hacia Amelia con su rostro.
-¿Estás ocupada esta noche, Luisita?
-Sí, tengo que limpiar la casa, mi papá vuelve pronto. -Suspiré.
-Ah, bien. No hay problema. -Sonrió. "Está bien", ¿Quién era él? ¿Qué había hecho con Sebastián?
-Me tengo que ir. Te amo, Luisita. -Sonrió y me dio un beso antes de levantarse.
Sonreí y miré al azar, a mi lado derecho estaba Amelia de pie, cerca de nuestra mesa, pero ella no se movía. Tan pronto como Sebastián se levantó para irse con sus amigos, ella frunció el ceño, se mordió el labio y arrojó su bandeja llena de restos de comida en la basura, antes de salir a toda prisa.
Sí, tenía que averiguar qué le pasaba lo antes posible. Me levanté, le dije adiós a Marina, compré dos sándwiches y algunos dulces y la seguí por donde se había ido.
Supuse que iba a su salón de clases, así que me acerqué a la puerta y estaba cerrada. Me asomé por el vidrio de la ventana y la vi, estaba en su silla, con la cabeza apoyada en su escritorio. Tomé una respiración profunda y llamé antes de entrar.
-Hola. -Sonreí y ella levantó la cabeza.
-Hola, ¿Qué estás haciendo acá? -Preguntó sorprendida.
-Marina estaba acosándote de nuevo y me dijo que te vio salir con cara de tristeza, entonces he venido a ver si estás bien. -Lo siento Marina, pero no puedo dejar que sepa de mis sentimientos, no todavía.
-Estoy bien, Luisita. -Me dio una sonrisa falsa que no tranquilizaba a nadie.
Rodé los ojos y me senté frente a su escritorio. Entonces, abrí mi mochila y le di un sándwich, me dio una mirada extraña.
-Ella dijo que tiraste tu comida. -Me encogí de hombros, con la esperanza de no ser muy evidente.
-¿Debo preocuparme por Marina? -Se rió entre dientes, pero aceptó el sándwich y le dio un mordisco.

-Um... Tal vez sí. Ella no está bien.
Amelia dejó de comer y sus ojos habían crecido. Me eché a reír y ella rodó los ojos.
-Muy divertido.
-Pensé que lo era. -Dije mientras dejaba salir mi lengua levemente, burlándome de ella.
Ella sonrió. -Gracias por esto. -Dijo sosteniendo su aperitivo.
-No es problema. -Justo cuando estaba a punto de preguntarle por qué estaba enojada, me hizo una pregunta.
-¿Cómo está tu relación? Esa pelea fue muy intensa.
¿Ella quería hablar de Sebastián? ¡Quiero hablar de ti!
-Estamos bien, me asustó un poco. Él puede ser muy violento cuando está enojado.
-Creo que asustó más a la clase. Dios... Si él te hubiera hecho daño, yo... -Inmediatamente dejó lo que estaba diciendo, me miró y se mordió el labio. -Si él le hubiese hecho daño a alguien habría sido suspendido o incluso expulsado, espero que él sepa esto.
-Estoy segura de que sí. Se pone celoso por todo, vos misma lo escuchaste, Marina es mi mejor amiga y él cree que estamos teniendo algún amor lésbico... Vamos. -Me burlé.
-Sí... -Dijo algo incómoda.
Bueno... No esperaba esa reacción.
Hubo un silencio incómodo, hasta que Amelia lo rompió. -Hey, um... Si alguna vez necesitas hablar o despotricar a alguien, espero que sepas que puedes venir a mí. ¿Está bien? -Cuando terminó una sonrisa tímida apareció en su rostro.
-Aw, ¿De verdad? Te lo agradezco. En realidad, estoy teniendo un montón de problemas en este momento. -Le dije con una risita. La vi tomar un pedazo de papel y empezar a escribir en él. Cuando terminó, me lo entregó. -¿De quién es este número?
-Es mío. Si necesitas hablar acerca de tus problemas fuera de la escuela, no dude en llamarme o mandarme un mensaje.
¿Estoy soñando? ¿Realmente tengo el número de Amelia Ledesma en mi mano?
-Wow, gracias. Significa mucho. -Le di una sonrisa tímida y ella sonrió de vuelta. -Te voy a llamar ahora para que tengas el mío también. Ya sabes, por si te mando un mensaje y vos creas que es un demente o un acosador. -Sonrió.
-¿Cómo Marina? -Rio. Dios... Sí que es linda.
-Como Marina. -Estuve de acuerdo. Saqué mi teléfono y agendé el número que me había dado. Yo estaba tan tentada de poner un corazón al lado de su nombre, pero sería raro. Marqué a su celular y ella tomó el suyo para guardar mi número también. Habíamos intercambiado los números, no lo podía creer.
-Está bien. Creo que es mejor que termines tu almuerzo antes de empezar la clase, Luisita. Muchas gracias por venir a hacerme compañía. -Me guiñó un ojo. Hoy no iba a salir viva.
-No hay problema, nos vemos en un rato. -Le di un guiño de vuelta. Así es, estoy coqueteando con vos.

Ese día... Wow, todavía era surrealista para mí. En este momento estoy acostada en mi cama, mirando su número en mi celular. Tenía muchas ganas de escribirle, pero ¿Qué mierda iba a decirle? Es frustrante estar tan cerca, pero tan lejos al mismo tiempo. Yo sabía que ella sentía algo, pero ¿Era una amistad platónica o lo que yo quería que fuera, sentimientos románticos? Supongo que nunca lo sabré.
La tutoría de ayer fue bien, aunque no quería hablar tanto conmigo. Creo que fue porque la vi con la guardia baja, tal vez estaba avergonzada, no sé. Pero espero que se abra a mí en algún momento.

La profesora de ingles - LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora