Capitulo 6

1.9K 136 5
                                    

Bueno... En estos últimos días he estado cuestionando mi sexualidad. Estoy... ¿Cómo decirlo? Teniendo un flechazo por una chica, es como... admiración por su belleza o lo que sea. Nada sexual, creo... Por ahora.
Pero lo extraño es que hoy, en vez de ponerme mi ropa elegante-casual de cada mañana, me encontré vistiéndome más sexy, como queriendo quedar bien para ella.
Me aseguré de oler bien usando mi gel favorito de fresa. Tanto, que me puse la mitad del contenido solo para asegurarme de que ella lo oliera. Me maquillé lo más bonita que pude. Me puse una mini falda negra con una remera blanca que deja a la vista mi sujetador negro. Ah, y mis pechos resaltan bastante. ¿Dios, ¡No te digo que me estoy enloqueciendo!? Estoy haciendo todo esto por una chica. ¡Una chica! Una chica que ni siquiera estoy segura de que me gusta de esa manera.

Caminaba por el pasillo de la escuela, con todas las miradas puestas en mí. Me horrorizaba pensar en la reacción de Sebastián al verme vestida así.
Entré al aula de Amelia, la última clase del día. La vi escribiendo en la pizarra y mantuve mi mirada fija en ella. Gracias a los susurros de mis compañeros, se dio vuelta y centró su atención en mí. Inmediatamente desvié la mirada y balanceé mis caderas sutilmente hacia mi silla, le di una miradita antes de sentarme y ella seguía con sus ojos en mí, pero no tenía ninguna emoción particular en su cara... Solo una en blanco.
Después de unos segundos, miró hacia otro lado y la vi sacudir su cabeza para centrar de nuevo su atención en la pizarra.
No dijo mucho en la lección de hoy. También parecía que evitaba mirarme, era realmente extraño... Lo cual me dolía un poco, porque había puesto todo el esfuerzo en mi imagen y ella apenas me miró. En cierto modo eso arruinó mi buen humor y me hizo irritable. Buena suerte para ella que va a tener que lidiar conmigo después de clase.
-Ya pueden marcharse, gracias. Recuerden hacer sus deberes.


Me levanté y comencé a guardar mis cosas, cuando de repente sentí una cachetada en mi trasero que me hizo chillar. Fue el idiota de Sebastián, que por supuesto, captó la atención de Amelia.
-¿¡Qué carajo!? -Grité, empujándolo en su hombro mientras me frotaba el trasero. Nunca me había golpeado con esa fuerza y mucho menos en la clase.
-Sebastián, salí de acá. Antes de que te denuncie. -Amelia gruñó y se acercó a mí.
-Bueno, ella es mi novia. -Se encogió de hombros. Como un imbécil.
-No me importa, les adverti acerca de hacer este tipo de cosas en clase.
-Creo que ella se lo buscó, mire su ropa. -Sonrió.
-Eso es todo, ven conmigo. -Amelia estaba furiosa y daba mucho miedo también.
Él la siguió, supuse que lo llevaba con la señorita Castro. ¡Eso le pasa por estúpido!
Terminé de guardar mis cosas. Justo cuando salía de la sala, Amelia regresó y me cerró el camino.
-¿Estás bien? -Preguntó, pude ver que sentía pena por mí.

-Estoy bien, gracias por eso. Eh... Debería irme. -Me dio vergüenza ¿Por qué ella tenía que ver eso?
-Oh, ¿Tus padres dijeron que no a la tutoría?
-No, me dijeron que sí... Yo solo... -Creo que ella podía ver que estaba avergonzada, por lo que me regaló una sonrisa tranquilizadora y puso su mano suavemente sobre mi espalda, llevándome de vuelta al salón de clases. Cada toque me estaba volviendo loca, y me provocaba sacudidas por todas partes.
-No hay necesidad de estar avergonzada frente a mí, Luisita. A menos que quieras ir a casa. ¿Te sentís mal?
¿Quería irme? Por supuesto, me sentía muy avergonzada, pero yo había estado esperando esto durante todo el día. Mi tiempo a solas con ella. Tenía que ordenar mis sentimientos y mis sospechas.
-Estoy bien, solo empecemos. -Sonreí, pero hice una mueca de dolor cuando mi trasero golpeó el borde de uno de los escritorios.
-¿Seguro que estás bien? ¿Queres que te consiga una bolsa de hielo o algo así? -Estaba tratando de contener una risita. Levanté las cejas juguetonamente y crucé los brazos, hasta que no pudo aguantar más.
-No necesito una bolsa de hielo para mi trasero, gracias. -Chasqueé la lengua, y ella solo se mantuvo riendo, no aguanté y tuve que reír también.
-Lo siento. -Dijo tratando de contenerse.
-Está bien. -Sonreí.
-Bueno, empecemos.
Me senté con cuidado frente a su escritorio y luego procedió a enseñarme lo que la gente de mi nivel estaría aprendiendo. Qué podía decir, ella era buena. Y también podía decir que tampoco estaba escuchando mucho, porque estaba demasiado ocupada observándola. La forma en que su cabello caía alrededor de sus hombros cuando giraba la cabeza, la forma en que se lamía los labios después de hablar por un período de tiempo. La forma en en que...
-¿Luisita?
-¿S-si? -Mierda, se dio cuenta.
-¿Seguro que estás bien? Te ves aturdida, tal vez deberíamos seguir otro día.
-Lo siento, supongo que todavía estoy un poco enojada. -Gran excusa, Luisita.
-Apuesto a que estás echando humo.
-Es una verdadera mierda a veces... ¡Oh! mierda, lo siento, lo juro. -Rio.
-No voy a enojarme si dices mierda, Luisita. -Sonrió. Wow... Su maldición sonó muy sexy. Inconscientemente lamí mis labios y sus ojos parpadearon mirando mi boca.

-Está bien, él solamente en un idiota. -Sonreí y ella también lo hizo.
-Oh, ¿Por qué estás con él entonces? Lo siento, no quiero meterme en tu vida personal, pero parece como si quisieras hablar de eso... ¿Me equivoco?
-Sí, supongo que sí. Yo realmente no lo sé, si soy sincera. Apenas me encuentro con él o estoy a su alrededor, sólo me siento molesta. -Suspiré.
-¿Crees que estás con él solo para tener seguridad de una relación?
La miré y sonreí.
-¿Por qué estoy pensando que solías ser una consejera?
-¿Soy tan obvia? -Se echó a reír. -Buena suerte, ¿Eh? Tienes una profesora de inglés, que da tutoría y también consejos... Todo en uno. -Me hizo un guiño juguetón y yo sólo pude sonreír.
-Que afortunada. -Estuve de acuerdo. Creo que me perdí en sus ojos por un momento, porque ella se aclaró la garganta y miró hacia otro lado. ¡La puta madre! Luisita, ¿Por qué sos tan obvia? - ¿Lo hice bien? -Pregunté, haciendo un gesto hacia mi trabajo con el fin de perder la incomodidad.
Ella sonrió y tomó mi libro, rozando sus dedos con los míos por una fracción de segundo.
Un escalofrío recorrió toda mi columna vertebral, y ahora... Ahora era fuego, electricidad, sacudidas y ¿Temblores? Dios, esto es una locura.
-Perfecto, ¿Esto está por debajo de ti también? -Ella bromeó.
-No, esto es bueno. -Asentí y me recosté en mi silla.
-Bueno, parece que se acabó el tiempo. -Dijo, acariciando sus muslos mientras comenzaba a levantarse.
No, no te vayas. Quiero hablar más.
-Ummm...
-¿Quieres preguntarme algo más?
-Pensé que podíamos... eh... Terminar de hablar sobre Sebastián. -Le di una tímida sonrisa que la hizo sentarse de nuevo.
-Está bien, la consejera llega ahora. -Ella es tan linda.
-¿Qué quisiste decir sobre la cosa de la seguridad?

-Bueno... Ya que te has proclamado a ti misma ser popular con los chicos de la escuela, ¿Crees que el tener novio te protege de alguna atención no deseada? -Le di una mirada confusa. -Si tú eres soltera, ¿Los chicos te van a empezar a buscar todo el tiempo, cierto?
Pensé en ello y asentí. Ella se inclinó más cerca, con los brazos cruzados sobre el escritorio.
-Bueno, entonces ahí tienes tu respuesta. Estás con él porque no quieres ser acosada por los chicos todo el tiempo, eso es lo que creo de todos modos.
-Entonces, ¿Qué hago? -Le pregunté ¿Por qué es tan buena en todo lo que hace?
-Eso es para que tu decidas. ¿Existe realmente un punto de estar con él? -Frunció el ceño, creo que estaba frustrada por mi estupidez.
-Um... -Imágenes de él llenaron mi cabeza. Sí, es bueno en el sexo, pero eso no quiere decir que quiero hacerlo constantemente.
Creo que ella leyó mis pensamientos e inmediatamente se echó hacia atrás en su asiento, con una mirada de disgusto en su rostro.
-Sí, yo realmente no quiero oír sobre eso. -Sonrió.
Asentí, pero detecté que su estado de ánimo cayó un poco. ¿Fue por algo que dije?
-Bueno... Si no hay nada más deberías ponerte en marcha, buen trabajo hoy Luisita, me alegro de que estés trabajando a tu nivel. Te puedo establecer algún trabajo mañana. Diferente al de los demás.
Sonreí, agarré mi mochila y salí del salón de clases hasta que me detuve junto a mi locker. Lo abrí y metí algunos de mis estúpidos y pesados libros. Me giré y pegué un gran grito cuando vi a Amelia detrás de la puerta del mismo.
-¡Oh, mierda! Lo siento, me asustaste. -Estaba sosteniendo mi mano sobre mi corazón, mientras que ella estaba tratando de no reírse. -Deja de reírte de mí. -Hice un puchero.
-Lo siento, es difícil. -Parecía que me estaba tomando el pelo una vez más. -Me iré de vuelta. De todos modos, te dejo este. -Me mostró un libro y lo guardó dentro de mi mochila.
-Gracias, profe. -Le guiñé el ojo juguetonamente. No sé, pero fue divertido.
-¿Profe? pensé que te había dicho mi nombre. -Se apoyó en los lockers, como un chico cuando se va a declarar.
-No puedo decir tu nombre, se siente raro para mí. -Me reí.
-Tratá. -Sonrió. Esa sonrisa... Para, por favor.
-Amel... agh, simplemente no puedo. Es un lindo nombre y todo, pero tú eres mi profesora.
-Está bien, nos estamos viendo, señorita Gomez. -Hizo un gesto antes de marcharse.
-Es Luisita. Señorita Gomez me hace sonar vieja.
Ella se dio la vuelta hacia mí de nuevo.
-Amelia. -Se señaló a sí misma y se rio de mi expresión antes de desapareces por la puerta.

La profesora de ingles - LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora