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Iba corriendo, posiblemente hacia el Este; casi todo el peso se encontraba en la pierna derecha, la izquierda tenía incrustado, en la pantorrilla, un cuchillo del que sólo se veía la empuñadura. Miro hacia atrás para ver si veo a mis perseguidores, pero no los visualizo, aun así, sigo corriendo. Encuentro un arroyo, me deslizo por la montaña de tierra hasta caer en el lodo a la orilla del agua, me pego a la montaña de tierra para camuflarme en caso de que los hombres se aparezcan y me siento; trato de relajar la respiración para no ser escuchada y miró a mi alrededor para asegurarme que no hay nada ni nadie.
Miro mi pierna, el pantalón de mezclilla lleno de sangre al rededor del cuchillo, tenía miedo de sacarlo y provocar una hemorragia; desabroché el cinturón que traía puesto y lo enrollé con fuerza un poco más arriba de la herida. Siento un ardor en el brazo izquierdo y veo una pequeña cortadura que hasta entonces no había sentido-fue el hombre de un brazo-pienso, el mismo que me había apuñalado. Por la falta de adrenalina ya siento el dolor en mi abdomen y rostro por los golpes que había recibido, siento el ardor en el labio, el pómulo, la frente y la ceja, aquellos hombres realmente me habían dado una paliza; la falta de adrenalina me hacía sentir cansada y trataba lo más que podía de mantener los ojos abiertos.
Estaba en su habitación, sentada boca abajo en la cama con la computadora frente a ella; hacía una video llamada con sus amigas. Su hermana mayor estaba en el escritorio junto a su cama, en el otro extremo de la habitación, la puerta se abrió y un ruidoso niño pequeño entró y corrió directo a tirarse sobre Catherine.
—¡Hey!—exclamó molesta—Estoy ocupada, no molestes.
—¡Pero estoy aburrido!—chilló Charlie tirándose de nuevo hacia ella.
—¡Cállense los dos! —gritó Cassandra mirándolos molesta.
—Tu cállate Cassie—respondió Catherine. El niño rió, pero fue tirado al suelo por la hermana del medio.
La respuesta la molestó y le tiró el lápiz que estaba usando, al chocar con la cabeza de Catherine esta cerró con fuerza la computadora y se levantó lista para golpear a su hermana. Cassandra hizo lo mismo, pero su madre entró antes de que el alboroto fuera más grande.
—Cat, ve a la sala, Charlie, a tú habitación. —ordenó.
—Me tiró un lápiz—se quejó.
—Siempre hacen lo mismo, los tres. No sé por qué no se pueden llevar bien.
—No soporto a ninguno de los dos-respondió Cassandra dando la espalda y sentándose nuevamente.
—Pues yo tampoco—dijo Charlie antes de salir corriendo con los ojos vidriosos.
—El pobre niño va a llorar por tu culpa—dijo Catherine dirigiéndose hacia la salida con la computadora en la mano.
