¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El día estaba un poco caluroso, por dicha estábamos rodeados de árboles y el sol no nos daba de lleno, Ty iba al frente, luego Carol cargando a Judith, y por último yo con su mochila y además con el bolso de bebé. El ambiente aún era tenso. Ella ya nos había dejado claro que nos dejaría en Terminus, se aseguraría de que estuviéramos bien, pero no se quedaría. Escuchamos un crujido de ramas a nuestras espaldas y volteamos, saqué mi cuchillo y me acerqué al caminante, la maté sin problemas. Pero el sonido de más caminantes me hizo mirar por donde había aparecido.
—Más. —susurré. —Una horda. —caminamos agachados hacia el otro lado de las vías. Nos ocultamos detrás de un pequeño relieve de tierra y de un árbol.
Estaba lista para levantarme y seguir la fugaz idea de alejarlos para que ellos tres pudieran escapar, pero Carol tomó mi blusa antes de siquiera levantarme por completo. Estaban siguiendo las vías por el sonido de disparos no muy lejos de donde nos hallábamos. Dejamos que los caminantes pasaran y salimos.
—Los disparos, quizás hayan sido de Terminus. —dije.
—Alguien los atacaba. O ellos atacaban a alguien. —contestó Carol.
—¿Queremos averiguarlo? —preguntó Tyreese.
Ambas asentimos. Las posibilidades estaban parejas, igual nos acercaríamos lo necesario.
—Deberíamos ir por el bosque, hacia el este. Hay que tener cuidado. —les dije.
Nos desviamos de las vías y seguimos en la dirección que había sugerido, esta vez Ty llevaba a Judith. Continuamos avanzando hasta que Carol nos detuvo, señaló mostrándonos lo que había visto. Era un chico que ponía fuegos artificiales en el suelo, a su derecha había una cabaña y a la izquierda un auto. Peletier se acercó sigilosa a él y yo fui a la cabaña con el arma en alto, despacio.
—...Yo sabía que la chica de la espada daría problemas. —Carol me miró y asentí, diciéndole que continuara. Seguí hacia la cabaña. —Le dije a Albert que quiero el sombrero del chico cuando lo desangren. —se me heló el cuerpo al pensar que Carl estaba en problemas. Carol puso el arma sin seguro en la cabeza del chico y le indicó que soltara el dedo del walkie talkie y lo soltara. Entré en la cabaña casi vacía, no había habitaciones dentro ni otras puertas, por eso sólo una mirada desde la puerta bastaba.
—No tienen que hacer esto. Tenemos un lugar donde todos son bienvenidos. —dijo el muchacho con las manos alzadas.
—Cállate. —le dijo Tyreese.
—Somos amigos de la chica con la espada y el chico del sombrero.
Mientras Carol lo seguía apuntando, corté el cinturón del asiento trasero del auto para amarrar sus manos. Le amarré las manos con fuerza y lo metimos dentro de la cabaña, lo tiré al suelo y lo acomodé para que se sentara.
—Ellos nos atacaron. Los encerramos, nada más.
—No te creo. —dijo Carol revisando el bolso lleno de fuegos artificiales.