Capítulo 4| Chico de ojos verdes

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Abrí lentamente la puerta como si eso hiciera que él desapareciera. Pero al abrirla por completo, ahí estaba. De pie en mi puerta.

Él y sus jodidos, pero hermosos, ojos verdes.

¡Aura, carajo!

Mis ojos se abrieron con sorpresa y él me miró con gracia.

Me giré un poco, miré al umbral de la cocina. Para mi buena suerte mi madre ya no se encontraba ahí.

Salí Con rapidez, y cero elegancia, y cerré la puerta tras de mí.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Por qué viniste? ¿Me acosas? —Solté todas las preguntas de golpe, y él solo me miró sorprendido y divertido a la vez.

Probablemente crea que tengo problemas cerebrales, y aunque no está muy lejos de lo cierto, no me agrada que se lleve esa impresión. Pero ni modo.

—Espera, espera —contestó con un atisbo de sonrisa— antes que nada, buen día. Y te dije que nos volveríamos a encontrar. Mi nombre es Theo, vine a devolverte tu bolso, el cual, olvídaste en la fiesta anoche porque te empeñaste en patear mis bolas; y no. No te acoso —sonrió ladino y extendió su brazo. Miré sus manos y, en efecto, tenía mi bolso.

Sabía que había olvidado algo anoche.

—¿Cómo rayos te enteraste dónde vivo? —pregunté confundida y a la vez tomando el bolso.

Entró sus manos en los bolsillos de sus vaqueros y me miró fijamente.

—Lo supe gracias a tu identificación, la cual, también está en el bolso —respondió luego de un rato.

Asentí y lo miré de soslayos.

—¿Es todo? ¿No te vengarás por haber pateado tus preciadas bolas? —cuestioné mientras tomaba el borde del short y lo estiraba hacia abajo lentamente para que me cubriera un poquito más las piernas.

—¿Mis preciadas qué? —su ceño se frunció y su cara se puso roja a causa de aguantarse la risa.

— ¡No te atrevas a reírte?—Lo miré con molestia y sentía que un leve sonrojo subía por mis mejillas

Él enarcó una ceja divertido y me miró, removió sus manos en los bolsillos de sus vaqueros y me seguía mirando como si me analizaba.

Ay, por Dios, ¿a qué psicópata fue que me vine a topar? Ya los psicópatas de los libros no parecen atractivos.

"Nunca lo han sido" me grita mi conciencia y en lo que, sin titubear, coincido.

—La verdad es que sí vengo a cobrarme el golpe —dijo, serio, y realmente en este instante prefería que se pusiera a reírse como loco—vine a llevarme tus corazón, Aura —susurró con tono siniestro. Esa frase puede ser tomada como romántica... O en mi caso, aterradora.

Ahora entendía la frase de wattpad: abrí los ojos como plato. Porque sinceramente mis ojos debían parecer que se iban a salir de las cuencas.

No sabía si lo de "robarse mi corazón" debía tomarlo como halago o advertencia.

Una ronca y leve carcajada brotó de su garganta al mismo tiempo que relajaba sus hombros para adoptar una postura más jovial.

—De hecho, sí te vine a pedir algo. —Hizo una torturosa pausa —Ven conmigo a tomarte un café.

Fruncí el ceño con confusión—¿café? —Me crucé de brazos y enarqué una ceja —¿y quién te dijo que iría contigo a algún lado? Aparte, ni siquiera me gusta el café.

Simplemente AuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora