Capítulo 6| El cielo, tus ojos

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¿Saben? Es muy irónico que cuando digas "nada puede salir mal" todo se vaya por el caño.

Siempre me pasa y yo de tonta vuelvo a utilizar esa frase que solo me trae mala suerte cada vez que la digo.

Un cocotazo es lo que hay que darte, por mensa.

—Entonces....

—¿Entonces qué? —Me crucé de brazos y lo miré con una ceja enarcada.

Él rio por lo bajo y se encogió de hombros —No lo sé, no soy culpable de que no te hayas querido ir a comprar comida con tus amigos —ríe de nuevo y pone los ojos en blancos con diversión.

Se está divirtiendo de mi desgracia.

En realidad, sí fue su culpa, bueno, en parte no, pero ¡él decidió quedarse y yo quise hacerle compañía, si se hubiese ido con ellos yo también lo haría y mi yo curiosa no se hubiese despertado!

Ajá, dale con eso.

Pero se preguntarán WTF? ¿pero dónde andan? ¿Qué pasa?

Luego de que mis amigos se cansaran de charlar más de dos horas en el Starbucks decidimos irnos a un centro comercial a dar unas vueltas; luego picó el hambre y ellos propusieron ir a uno de los puestos del centro a comprar comida.

¿Y el problema?

Hace media hora fueron a comprar comida y aún no regresan, y por culpa de Theo (sí, SU culpa) ahora estoy sola con él.

—Sí es tu culpa —Recalqué, haciendo un mohín y desviando la mirada—. Si te hubieses ido yo también lo hubiera hecho.

Volví la mirada molesta hacia él, enarcó una ceja y se cruzó de brazos con la diversión tatuada en su rostro —¿acaso te obligué a quedarte? —cuestionó entrecerrando los ojos— no tengo culpa de que te quisieras quedar conmigo.

Lo miré con cara de ofendida.

Porque pa' dramática que me busquen.

—¡Solo quería hacerte compañía! —exclamé.

—¿Acaso la pedí? —preguntó jocoso.

¡Qué malagradecido!

O sea, tiene razón, pero no le quita lo malagradecido.

—¡Solo porque eres sexy te crees la gran cosa! —dije elevando la voz, y levantando mis manos al aire haciendo movimientos exagerados con ellas.

Abrió la boca para contestar y luego la cerró; sonrió ladino y se acomodó en su asiento.

—Ya me has dicho eso dos veces, empezaré a creerlo. —Remojó sus labios y fijo su mirada en mí.

Sus jodidos ojos verdes me miraron como si pudieran escanear hasta lo más profundo de mi hermoso ser.

Solo pensé: que el altísimo me perdone por mis pensamientos impuros.

Amén.

Lo miré de la misma manera en que él lo hacía; como si pudiera leer sus pensamientos. Todo se detuvo al mirar sus ojos.

El ruido desapareció.

Las personas desaparecieron.

Todo alrededor pasó a segundo plano.

Me quedé mirando sus ojos y hasta incluso olvidé mi berrinche.

¿De verdad solo se tarda 4 minutos en enamorarse?

Simplemente AuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora