Nidawi, La Hechicera Del Tiempo

Capítulo 1: Nidawi

Cuenta la leyenda que hace muchos años en tierras Khizíes, existió una hermosa princesa apache llamada Nidawi, a quien le encantaba jugar con las arenas del tiempo.

Nidawi no solo era una princesa, también era una dulce y traviesa hechicera de magia blanca. Una hermosa joven sabia, con un espíritu maternal afectuoso y muy querida y respetada por su pueblo, los animales, la naturaleza y los reinos vecinos. Su tez era blanca como la nieve, de cabello rojizo con mechones marrones, rostro angelical y tierna sonrisa.

Generalmente vestía una capa verde con encajes dorados en los bordes, y siempre estaba acompañada de sus fieles mascotas Kaia y Kaios.

Época Actual...

-Nidawi, hora de levantarse pequeña dormilona, o vas a llegar tarde a la universidad -dijo su mamá.

Media hora después...

-¡Oh, mami es tardísimo! Aunque realmente no importa, yo lo arreglo -dijo Nidawi.

-Llevo años escuchándote decir la misma frase y jamás he comprendido por qué siempre que se te hace tarde tú dices "yo lo arreglo" -dijo su mamá.

-Jajaja, tranquila mami, yo me entiendo. Cuando regrese de la universidad iremos juntas al Mall para comprar tu vestido para mi graduación, pues hoy tengo la tarde libre en el trabajo.

-¡Okey hija! ¿Pero qué te parece si mejor nos encontramos en el Mall? -dijo su mamá.

-¡Listo mami, buena idea! Nos vemos en el Mall a las 2:00pm.

Nidawi, estudiaba en las mañanas Arqueología en la universidad y en las tardes trabajaba como vendedora en una tienda de antigüedades. Aunque realmente no tenía necesidad de trabajar, pues su padre antes de fallecer les dejó un fideicomiso para que vivieran tranquilas por el resto de sus vidas. Sin embargo, Nidawi disfrutaba ganarse cada centavo que trabajaba.

Ya en la universidad...

-¡Buen día Nidawi! ¡Tú siempre llegando temprano! -dijo su tutor de grado.

-¡Buen día profesor! Es que siempre me levanto temprano -jaja, si supiera, pensó Nidawi.

-Por cierto, ¡felicidades! Me enteré que te vas a graduar con honores. Sinceramente no esperaba menos, me siento muy orgulloso de ti -dijo su tutor.

-¡Oh, gracias profesor! ¡Realmente amo la arqueología, es mi pasión! -dijo Nidawi.

Enseguida fueron llegando el resto de sus compañeros de clase, y mientras se saludaban y conversaban sobre el acto de grado, llegó Sprite su amigo de toda la vida y quien siempre se sentaba junto a ella.

-¡Hola Nidy! ¿Cómo estás? -la saludó cariñosamente, mientras le daba un beso en su mejilla.

-¡Hola Sprite! ¡Pues con amigdalitis otra vez! —dijo Nidawi, correspondiendo el saludo.

-¡Ya te he platicado de los gargarismos de miel con limón Nidy! ¡Es una receta milenaria! ¿¡Y ya te animaste a acompañarme al viaje después de la graduación!? -preguntó Sprite.

-Mmm... ¡No, aún no me decido! ¡Es que no quiero irme de la ciudad! ¡Y ese lugar del que me hablas ni siquiera aparece en el mapa! -carcajadas.

-¡Bueno, no quiero presionarte Nidy, piénsalo y luego me avisas! -dijo Sprite.

Esa tarde al salir de clases, se fue directo al Mall a encontrarse con su mamá. Ya en casa y con el vestido guardado en el vestier, su madre preparaba la tetera para el café, mientras Nidawi observaba con nostalgia el retrato de su padre.

-¡Cuánto quisiera que mi padre estuviera con nosotras el día de mi grado! -dijo Nidawi con tristeza.

-¡Lo sé hija! Estoy segura que en el plano donde se encuentre, está orgulloso de ti -dijo su madre.

-¿Mami, que te parece si después del grado nos vamos de viaje a Nilkhiz? ¡Creo que me puedo dar el gusto de tomarme un año sabático! ¡Se que es un largo viaje, pero sabes que siempre he querido conocer la tierra de mi padre y sus ancestros! -dijo Nidawi.

-¡Si antes no te había tomado la palabra, es porque no había llegado el momento; pero ahora que no vas a tener la presión de tus estudios, y eres una profesional, es hora de acompañarte hija! -dijo su madre.

-¡Oh madre, gracias! ¡Te amo, te amo tanto! -dijo Nidawi, mientras la abrazaba con ternura.

Semanas después de la graduación, Nidawi y su madre prepararon su equipaje para volar hacia tierras legendarias.

Sin siquiera sospechar todo lo que estaba por acontecer.