CAPITULO II.

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-Vamos Jin Hyung, no puedes hacerme esto

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-Vamos Jin Hyung, no puedes hacerme esto. -Gimió cuando el mayor puso sus maletas en la puerta del piso. -¿A dónde se supone que voy a ir?

-Lo siento Kook-ie, pero necesito el dinero del alquiler.

-Dame solo un mes más, conseguiré el dinero. -pidió el pequeño.

-Eso llevas diciendo desde hace ocho meses. -El mayor abrió la puerta y arrastró una gran bolsa negra al rellano.

-Lo sé, pero de verdad... tenía la esperanza de que...

-Tu esperanza no paga mis facturas. -Le cortó.

-Hyung por favor, solo una oportunidad más. -suplicó, agarrando el brazo del mayor cuando este trataba de arrastrar la primera de las maletas fuera de la casa.

Jin se detuvo y le miró a la cara unos segundos. Él sabía cómo ablandarle con esos ojos de cervatillo y esa pequeña boca torcida haciendo pucheros. Negó con la cabeza volviendo en sí y arrastró la segunda maleta fuera del piso.

-Hyung lo lograré, trabajaré más duro, es solo que está tomando algo más de tiempo del que tenía pensado, pero te prometo que te pagaré. -aseguró mientras el mayor soltaba sus pocas pertenencias, comprimidas en un par de maletas, una bolsa y una caja, fuera del piso que habían compartido durante 3 años.

Otra vez puso esa mirada y ese tono de niño pequeño que hacía flaquear al mayor. Si insistía un poco más estaba seguro de que Jin caería en su trampa y dejaría que se quedase con él.

-Hyung esa galería es mi sueño, lo sabes. -Jin le miró fijamente, mordiéndose el labio dubitativo.

Ya casi le tenía en el bote. Solo un poco más de mirada de cervatillo desamparado y Jin le abrazaría y le ayudaría a meter sus cosas en casa de nuevo. No era la primera vez que el mayor amenazaba con echarle por no pagar las facturas.

-Te diré cuál es mi sueño. -sentenció mientras le empujaba hacia fuera. -Mi sueño es que no me metan en la lista de morosos sin fronteras por no pagar las facturas.

-Vamos Hyung, te pagaré el doble. Solo necesito vender unas cuantas fotografías.

-Lo siento Kook-ie. -Se disculpó cerrándole la puerta en la cara.

Un suspiró escapó de sus labios mientras se cargaba la gran bolsa negra a la espalda, la caja en una mano y las maletas en la otra.

El frío invierno le dio en la cara cuando cruzó la puerta del edificio. Su coche había muerto semanas atrás y eso significaba que tendría que ir andando hasta el único sitio donde poder refugiarse de la inminente amenaza de quedar congelado.

El sonido de sus dientes rechinando y las ruedas de las maletas hicieron eco todo el tiempo que duró el paseo hasta la puerta de su amada y poco rentable galería.

•❅ Oᴜʀ Tɪᴍᴇ ❅•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora