Capítulo 9. De vuelta.

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Catra abrió los ojos con dificultad; se encontraba en un lugar completamente obscuro, no había nada a su alrededor, sus pies se sentían mojados, tenía la sensación de una cálida corriente de agua que se movía debajo de ella, dio unos cuantos pasos intentando buscar una salida... o una entrada, pero estaba en medio de la nada, sin ningún indicio de vida, totalmente sola. La paranoia comenzaba a hacerla temblar, se tiró al suelo, abrazándose a sus piernas e intentando despertar de lo que parecía un sueño interminable.

― ¿Catra...? ―escuchó detrás de sí y dirigió su atención hasta el origen de la débil voz que la llamaba.

Justo detrás de ella y con el semblante pálido se hallaba aquella rubia que la hacía delirar, Adora la miraba confundida con sus profundos ojos azules los cuales comenzaban a aguadarse después de encontrarse con la mirada perdida de la felina. Catra sintió un impulso que la levantó del suelo en segundos y se lanzó a los brazos de la joven, colgándose a su cuello en un movimiento y escondiendo su rostro en éste.

― Creí que te habías ido... ―sollozó―, rubia idiota... creí que te había perdido para siempre.

Adora se separó de la joven con una sonrisa tenue, las lágrimas aún escurrían de sus mejillas, pero se esfumaban poco a poco; Catra se encontraba en la misma situación, mirando ferozmente a la chica frente a ella, como si quisiera capturarla con la mirada y jamás dejar que se volviera a ir, no estaba dispuesta a perderla de nuevo, no volvería a sufrir aquel dolor. La sensación del cuerpo inerte de Adora que caía sobre sus brazos recorrió sus recuerdos y un escalofrío detuvo su corazón, definitivamente no volvería a pasar por eso.

La rubia, perdida en sus propios pensamientos, miró a todas partes buscando una explicación de lo que estaba sucediendo, de donde se encontraban; pero estaba tan confundida como Catra cuando apenas había despertado, sólo una idea pudo atravesar su cabeza y la soltó de repente, temiendo por la respuesta.

― ¿Estamos muertas...? ―preguntó.

― No estoy segura ―respondió Catra―, lo último que recuerdo es... haberte perdido ―apretó los puños con fuerza―, mis instintos me cegaron e intenté atacar a Lilith, pero... supongo que no resultó como esperaba.

Adora palideció por un instante, apenas recordaba todo lo que había sucedido, tocó su vientre justo donde debería estar la herida que había terminado con su vida, pero no había nada; comenzó a recapitular cada escena de los momentos anteriores y la penumbra invadió su rostro.

― ¿Y la bebé? ―cuestionó alarmada―. Catra... ¿dónde está la bebé?

La castaña miró a su esposa avergonzada.

― N-No lo sé... ―tartamudeó―, lo lamento.

Adora retrocedió unos pasos, perpleja ante la situación que la estaba dominando por completo, Lilith siempre estaba un paso delante de ambas, se sentía débil, derrotada. Se dejó caer de rodillas al suelo, Catra se agachó hasta a ella, sosteniéndola por los hombros, intentando reconfortarla.

― Si nosotras estamos aquí... ―balbuceó―, ella sigue con Lilith... ―las lágrimas caían fieramente de sus ojos rojos―. Fallamos... ―soltó con ironía―, nosotras fallamos... no pudimos protegerla.

La morena la miró comprensiva, entendía su preocupación, a ella también la asechaba, pero no podía dejar que Adora se perdiera en su propio dolor.

― No han fallado... ―escucharon detrás de ambas―, aún.

Catra y Adora dirigieron su atención hacia la dueña de la melodiosa voz que había cortado con el silencio abrumador del lugar, se trataba de una niña de no más de dieciséis años con larga cabellera castaña, ojos azules y por supuesto orejas felinas que llevaba agachadas mientras sonreía cálidamente.

A Beautiful Life || Catradora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora