A Beautiful Life || Catradora

Capítulo 14. Los problemas nunca se acaban...

Los gritos eran ensordecedores, los habitantes de Calery corrían aterrados de un lugar a otro al notar como el cielo parecía quebrarse en pedazos, la magia que se desbordaba de la ruptura del hechizo hacía que el suelo temblara a sus pies y el viento golpeara con tanta fuerza que desencadenaba tormentas.

Adora se alejó de su grupo de amigos para correr en dirección a la pequeña cabaña de Tara, donde Luana yacía dormida. El tiempo a su alrededor parecía ir más lento, se hallaba en otra dimensión dentro de sí misma, una en la que lo único que le importaba era el bienestar de la niña que esperaba por ella dentro de aquel lugar.

Abrió la puerta de golpe, una poderosa energía se desbordaba de la habitación donde se hallaba la bebé. Adora se abrió paso hasta ella, caminando con dificultad contra la corriente, siendo empujada por ésta hasta la entrada de la cabaña. Trataba de mantener firmes los pies en el suelo, sosteniéndose de las paredes. Una última onda de energía fue lanzada con mucha más fuerza, Adora cayó al suelo de espaldas, sintió el dolor recorriendo su columna, el aire salió de su cuerpo, apenas podía mantenerse consciente. Se levantó con dificultad, no quería transformarse en She-Ra, no podía hacerlo, temía que cualquier pequeñez pudiera alterar a Luana, asustarla lo suficiente para volver a lanzarla lejos.

Clavaba las uñas en las paredes, apenas manteniéndose firme frente a la fuerza de su propia hija, podía distinguirla a través del umbral de la puerta frente a ella; estaba recostada sobre la cama de Tara, llorando aterrada, movía una y otra vez sus diminutas extremidades, enredándose cada vez más en las mantas con las que anteriormente sus madres la habían cobijado. Maldición, lamentaba tanto haber creído que estaría más segura dentro de aquel pequeño lugar.

La presión en su cuerpo aumentaba entre más se acercaba hasta ella, era como caer en medio del océano con un yunque de hierro atado a los pies. A duras penas conseguía que el aire atravesara sus pulmones, sabía que si no se apresuraba caería inconsciente y no habría nada en el mundo que pudiera detenerla.

― ¡Lu! ―gritaba con la voz desgarrada―. ¡Luana!

Logró llegar hasta el marco de la puerta de la habitación, grande fue su sorpresa cuando encontró la razón del miedo de la pequeña. Junto a la cama se alzaba una sombra con silueta humana. Adora quedó perpleja ante ella y el aura tan obscura que emanaba; en cuanto aquel ser logró distinguir a la joven, clavando sus penetrantes ojos rojizos en ella, salió por la ventana a su lado, desvaneciéndose en el caos del exterior. La rubia dudó en seguirle, la fuerza de Luana aún estaba presente, no la dejaba ir a ningún sitio y parecía que a aquel ser, que no poseían un cuerpo físico, esta magia no le había afectado en lo más mínimo.

Siguió avanzando hasta la niña, cubría su rostro con los brazos cada que ésta lanzaba una nueva onda mágica. Logró atravesar el campo de energía que rodeaba la cama, dentro de éste la presión era aún mayor. Trepó sobre el colchón, aferrándose para no ser lanzada por los aires, en poco tiempo había llegado a la pequeña que lloraba sin consuelo.

― Luana... ―jadeó.

Con dificultad logró tomarla entre sus brazos, pegándola a su pecho. Podía sentir como ésta se revolvía contra su cuerpo, perdida en un trance, en un recuerdo doloroso, al punto de ni siquiera notar a Adora. La rubia la abrazó con todas sus fuerzas, no podía sentir su dolor emocional como lo había hecho antes con su dolor físico, pero podía entenderlo, podía escuchar en sus lamentos lo aterrada que estaba... quería despertar de aquella pesadilla, pero no podía.

― ¡Adora!

Catra se hallaba parada en el umbral de la puerta, mirando la penosa escena, apenas podía mantenerse de pie. La joven castaña había corrido detrás de su esposa en cuanto ésta se separó del grupo, pero la energía de Luana no estaba sólo dentro de la cabaña de Tara, había alcanzado el exterior, impidiéndole a la felina llegar más rápido.