ᴄɪɴᴄᴏ

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Nozel aún recordaba la primera vez cuando su corazón latió tan fuerte ante tal cálida presencia.

Y ahora lo volvía a hacer.

— ¿Te sucede algo, Nozel?— ahí estaba el causante, Fuegoleon Vermillion inclinado sobre él, a centímetros de su rostro— tu rostro está un poco rojo ¿Deberíamos parar el entrenamiento de hoy?

Con los nervios de punta, el mayor de los Silva apartó al hombre y carraspeo, ordenando sus pensamientos.

— estoy bie...— su pie se resbaló levemente sobre el agujero que su propia magia había hecho minutos antes.

Durante unos segundos no dijo nada, dejando que el punzante dolor se expanda por la zona afectada. Fuegoleon ladeó la cabeza, sin entender lo que sucedía.

Nozel aparentaba tranquilidad, pero dentro su vergüenza le ganaba y ya no sabía que más decir.

— me torcí el tobillo— se escapó de sus pálidos labios.

Entonces el pelirrojo pareció entenderlo, sin previo aviso Nozel fue levantado del suelo entre los brazos del capitán de los Leones Carmesíes.

Lo estaba cargando, al estilo princesa.

— ¿Que crees que haces, Fuegoleon Vermillion?— pregunta sonando amenazador.

Fuegoleon le sonrió levemente y Nozel se sintió pequeño entre sus brazos.

— a los dos nos queda solo un poco de maná ¿Cierto? Pues déjame llevarte a la enfermería y así no lo gastas innecesariamente.

— bájame, esto es vergonzoso— demandó, escapando de las curiosas miradas de todos los de aquella orden.

— no te preocupes, mis hombres son de fiar...

— no estoy para tus bromas.

— no era una broma, venga no pasa nada si te dejas consentir una vez.

Debido al abrupto movimiento, Nozel se sostuvo de su uniforme, apretando la tela entre sus manos y escondiendo su rostro sonrojado en el pecho de este.

Su maná aún podría llevarlo y darle una paliza a Fuegoleon por aquella ofensa, sin embargo; no quería.

Porque su corazón se regocijaba al estar envuelto por aquella llama tan cálida y reconfortante.

El platinado suspiró y se acurrucó en su pecho, escondiendo aún más su rostro y encogiéndose ante los murmullos de los miembros de aquella orden.

Fuegoleon sonrió, mirándolo por unos cortos instantes, su corazón empezó a latir con fuerza y apartó la mirada.

Si les preguntarán a ambos, ese fue el día.

Después de aquel vergonzoso momentos, sus roces se volvían cada vez más y más íntimos, confundiendo y disparando los nervios del mayor de los Silva, quien muchas veces se reprendió por la actitud tan infantil, según él

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Después de aquel vergonzoso momentos, sus roces se volvían cada vez más y más íntimos, confundiendo y disparando los nervios del mayor de los Silva, quien muchas veces se reprendió por la actitud tan infantil, según él.

ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ [; Fuegozel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora