ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ [; Fuegozel]

ᴄᴜᴀᴛʀᴏ

Fuegoleon no recordaba haber visto a Nozel sonreír.

Nebra ladeó la cabeza, esperando una respuesta. El hombre bermellón salió de su ensimismamiento y le sonrió, acariciandole los platinados cabellos con su mano.

— tranquila, haré algo— palabras breves, que calmaron a la mujer que consideraba como una hermana menor.

Cuando Nebra abandonó su oficina, Fuegoleon se vio libre de soltar el aire retenido y apoyarse en el respaldo de su silla.

De verdad no recordaba ver una sonrisa sincera en su rostro, tal vez por compromiso, muy pocas veces; pero una sincera jamás.

Antes de la muerte de su madre, Nozel sonreía mucho, Fuegoleon escarba en sus recuerdos sonriendo levemente ante aquella imagen de su amigo y rival. 

Nozel seguía a todos lados a su madre, enredandose en sus pies y abriendo mucho los ojos para entender el entorno de Acier, a un pequeño Fuegoleon le pareció extraño al principio.

Fue una de las razones que lo impulsaron a declararlo su rival. Acier observaba sus combates desde que eran niños y no poseían grimorio, hasta que ya no pudo levantarse más.

El mayor de los Silva en ningún momento se apartó de su madre, la cuido en lugar de su ausente padre a pesar de las exigencias de su progenitora al pedirle que disfrute su juventud. Él se negaba y la acompañó hasta sus últimos momentos.

Fuegoleon no podía entender cómo Nozel podía mantenerse fuerte a pesar de haberla visto marchitarse con el pasar de los días.

Tal vez, solo aparentaba ser fuerte.

El hombre bermellón recuerda haberlo visto después del funeral, de pie frente a la tumba, estático, pensó que en algún momento se echaría a llorar como no lo había hecho durante todo el funeral; sin embargo le dedicó una extraña mirada encima del hombro y se dio la vuelta.

Y pasaría mucho tiempo hasta que Fuegoleon se enterara de su relación familiar tras el fallecimiento de su madre.

Muchas veces cuestionó el comportamiento del Silva para con su hermana menor, sin embargo este apretaba la mandíbula y su magia salía disparada.

Así Fuegoleon aprendió a no meterse en los conflictos internos de la familia Silva. 

— oí que Noelle, terminó con éxito su primera mazmorra— comenta el Vermillion, al inmovilizar al Silva debajo de su cuerpo con su espada.

Nozel frunció el entrecejo y pateó su estómago para liberarse.

— suerte de principiante, supongo— suelta, agarrando con fuerza el mango de la espada.

— ¿Seguro?— sonrió y blandió el arma contra él— tiene futuro como caballero mágico— agitó su espada contra la de Nozel y se apartó.

— ja ¿Eso crees?— Nozel corrió hacia él y el filo de sus armas chocó— es cuestión de tiempo para que se rinda y vuelva a casa...— distrajo a Fuegoleon con un rápido movimiento de espada y así logro posicionarse sobre él— no tiene el talento necesario.

La respiración de Fuegoleon era agitada, sus ojos escrutaban el rostro del Silva notando la frialdad que lo caracterizaba acompañado de un ligero aire de superioridad; simplemente precioso.

— me rindo— suelta, ensimismado con el bello rostro frente a él, soltando su espada para así sostener la trenza que colgaba sobre él— no lo ocultas tan bien como crees ¿Sabes, Nozel?— dice en un tono burlón, acariciando la trenza con sus labios.

El rostro del Silva de mostró levemente sorprendido antes de apartarse con rapidez.

— terminamos por hoy— anuncia clavando la espada en el suelo.

— espero mi revancha— suelta al incorporarse.

— la tendrás— se despide con un ademán de mano y se adentra en la mansión Silva.

Fuegoleon suspira y se deja caer nuevamente, cerrando los ojos, relajando sus músculos cansados y adoloridos, reviviendo la imagen del platinado en su mente.

"¿Aquello era una sonrisa?