1. Fatalità

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Su llegada fue para mí una más de mis desgracias, aun la recuerdo como si su voz aún me llamara, Helena siempre fue para mí, mi amor eterno, mi amada doncella que me enseñó a amar y que me mostro que alguien como yo también tiene derecho a ser feliz pero... nunca conté con que la maldad se oculta, incluso, detrás de unos bellos ojos, cuando ella se fue, mi único refugio fue...

La partida de Helena fue un golpe muy duro para él, se sumió en el abismo más hondo de donde no encontró lo que buscaba pero al menos encontró lo que en ese momento necesitaba, un par de brazos en donde refugiarse para que su dolor fuese apaciguado en un intento por olvidarse de ella y de esos estúpidos sentimientos que alguna vez tuvo y sintió a flor de piel, incluso de haber dicho no arrepentirse, en realidad se arrepentía mucho más de lo que quería.

—Así que por eso estas aquí. — dijo aquel muchacho frente suyo en esa mesa de bar.

—Quiero olvidarla, ¿sabes?, la amaba más que a mi propia vida pero, creo que solo fui uno más para ella.

—Todos hemos tenido decepciones, creo que tú y yo, amigo, tenemos algo en común — dijo sonriéndole — ¿Cómo te llamas?

—Quizá — respondió aquel muchacho albino de ojos rojos. — soy Ángelo di' Lota Cancri

— ¿Italiano, no? — Ángelo asintió — soy Saga Pólux.

—Mucho gusto, pero alguien como tú, ¿qué decepciones tiene?

Solo soltó una risa, al parecer, y como dicen por ahí, las apariencias engañan, su historia quizá era una de las más extrañas, definido por las bocas de los demás como insano, impuro, pecaminoso y demás definiciones que quizá sean mucho más fuertes que un insulto común, pero Saga no estaba ahí para olvidarse de su desgracia o quizá esa era una cuartada perfecta, quería conseguir a alguien para pasar la noche, nunca se imaginó que lo encontraría tan rápido y sin esfuerzo.

Las palabras salieron solas, ninguno quiso hablar de más, solamente compartieron un par de tragos más y como lo había dicho Saga, ambos tenían algo en común, quizá las decepciones que habían pasado a causa de un amor que solo les había otorgado desgracias, aquellos nombres que en sus mentes resonaban como el pasar tortuoso de las manecillas de un reloj, Helena, la joven que destruyó, no solo su corazón si no también su orgullo; y Katya, aquella joven que fue más allá de lo acordado.

Pero ahora no había más que hacer, no podían retroceder en el tiempo y decirle a su "yo" de aquella época que aquello estaba saliéndose de control, para ambos que ahora estaba acabando el último tarro de cerveza en aquel bar, a la par que se veían diciéndose con la mirada que se necesitaban, que se necesitaban como se necesita un analgésico para un dolor o un helado para las tardes calurosas del verano.

Y sus cuerpos se unen apenas la ropa ha dejado de cubrir sus dermis, y aquel golpeteo de sus caderas, estruendoso y poco artístico decía que fue una buena decisión, pero para Ángelo, aquel hombre que se encontraba embistiéndole con fervor no era más que una fatal casualidad que ahora estaba poco a poco borrando los recuerdos buenos de su relación con Helena, sin darse cuenta comenzó a derramar lágrimas, Saga lo notó y se detuvo al instante, pero no le dijo nada, simplemente tomó sus ropas y lo dejo ahí, solo con aquel hueco en el corazón.

Lo sintió alejarse, sintiéndose la persona más vil del mundo, no porque se hubiese dejado hacer cuanta cosa había pasado, si no por querer olvidarla con algo tan mundano como el sexo, y es que Ángelo no podía, a pesar de haberse jurado que lo haría, no podía olvidara porque no iba a negar que ella era el gran agujero de su vida, él la amaba así: amable, con su cara de ángel y un carácter de demonio, él la amaba así: tan cariñosa y mentirosa, tan bella físicamente y tan fea al amar, Ángelo la amaba así: orgullosa, sensual, con mirada de niña buena, él la amaba así, incluso, en su faceta de rompe corazones.

Se recuperó de aquello, como las otras veces donde se perdía él solo en tarros de cerveza que parecían tan amargos como un jugo de limón sin azúcar, se vistió y salió de ese lugar bajo el nocturno cielo de madrugada en las calles de Roma, sin rumbo distante de su casa, esa que se había convertido en su prisión, en aquella que de fortaleza no tenía nada pero que en su imaginario era lo más reconfortante.

Se decía así mismo que todo esto era un sueño, una terrible pesadilla de la que despertaría tan pronto como la luz del alba se adentrara en su ventana, para su desgracia no podía ser de esa manera, se tenía que resignar a quedarse ahí, solo y con el estruendoso sonido que hacían las piezas de su corazón roto cuando caían al suelo sin previo aviso.

La mañana llegó sin previo aviso y Ángelo di' Lota Cancri estaba saliendo de nuevo a distraer su mente, quizá era hora de volver a ver a sus padres o quizá de buscar un nuevo trabajo, una nueva vida, un nuevo amor, una nueva motivación pero ¿qué puede hacer un corazón roto y lleno de desolación? 


🦀
Comenzamos con el cangrejito.

no me odien a la niña, no tiene la culpa. 

Una pequeña nota: para que no se pierdan, los títulos de los capítulos pertenecientes a DM van a estar en italiano, los de Dita en sueco y los de Shuris en español.

Fatalità =Fatalidad 

Otras cosillas que se me pasó decirles, disculpen  mi poco tacto pero, voy a usar un par (muchas) groserías, pido disculpas desde ahorita y la otra como ya se dieron cuenta, a nuestro trio dinamita les va a tocar ser los ukes.

Dan R

Tres Historias, Tres TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora