17. Har Ont Mer

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Angelo (Death Mask) di' Lota Cancri
Shura Al Giedi
Afrodita Alrisha
Shaka Heze 
Mu Arietis 
Saga/Kanon Polux 
Camus Labelle 
Milo Gliese 
Airoia Chertan 
Aioros Rukbat 
Dohko He
Shion Teegarden

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No podía o más bien, mi mente no dejaba de pensar en aquella amabilidad, quizá era hora de hacer algo más, pero no quería ni siquiera pensar un momento en cambiar, quería hacerlo, eso era un hecho, quería cambiar para olvidar que me habían hecho daño, que toda mi vida había estado plagada de tragedias irremediables y desdichadas, que yo era como un algo que se puede desarmar pero que ya no se puede volver a armar, como un espejo al que después de roto, no hay más lugar para el que la basura.

Quizá, era cierto y su pensamiento con respecto a el mismo no se equivocaba pero quizá no lo era y simplemente se hacía a la idea de que si, no obstante, la constante pregunta de que fuese o no comparable con un objeto roto sin reparación alguna le acosaba a menudo; se sentía miserable y falto de todo el valor que un día tuvo, se sentía carente de aquella actitud que le caracterizaba en aquellos días en los que paseaba de la mano de su hermano o de aquellos días en los que salía sin miedo, lo seguía haciendo, seguía saliendo sin miedo, sin embargo algo en Alrisha había cambiado totalmente.

El encuentro con Arietis había dejado tras de sí una emoción distinta en su corazón, una que He también le había dejado pero las esperanzas de salir de aquel aviso en el que se había metido sin ni siquiera darse cuenta estaban mermando, y cuando eso pasa, el dolor es aun mucho más, podía haber vuelto a casa y comenzar de nuevo en aquella provincia sueca con los mismos chicos que alguna vez oyó ofenderlo o podía quedarse ahí y tratar de eliminar una a una sus desgracias; la noche se anunciaba sobre su ventana y el último trago de café descendía por la garganta de Alrisha, una de sus manos le daba vueltas al pedazo de papel con el número de Dohko, soltó un suspiro y la dejó en su mesita de noche.

Salió de casa tomando su abrigo negro, ese que le llegaba hasta la rodilla, de un negro profundo que contrastaba de una manera excelente con su pálida piel, el cabello atado a una coleta alta dejando un par de mechones sueltos a los lados; sus pasos hacían eco en el suelo y las palpitantes luces neón de las lámparas en la acera le alumbraban, pasó de largo por aquellos tres bares que habían sido testigos de sus anteriores encuentros, quería algo distinto esta vez, el cuarto recinto le esperaba, allá en el fondo de la calle, la fachada siempre le gustó y esta vez sería una buena ocasión para adentrarse entre aquellas paredes de color caoba.

Sus oídos fueron inundados por las notas que daban un aire de música oriental de "sisters of the light" de Xandria, una canción que le recordaba aquellos días donde entonaba con toda su destreza aquella letra, sonrió por pura inercia, esa melodía le hizo querer probar algo nuevo, algo extravagante, una bebida que sabía no era europea, sin embargo le llamaba la atención y esa era una ocasión especial o al menos así lo sentía, así, sin más, pidió un trago de tequila, cuando aquel líquido toco su lengua, su rostro cambió, el sabor amargo combinado con la sensación cálida le hicieran hacer una mueca de disgusto.

— ¿Primera vez? — pregunto una voz cuyo tono se le hizo bastante conocido.

—Por desgracia — dijo y giró la vista, cuando sus ojos se toparon con aquel que le había hablado, empalideció, aquellos ojos verdes le miraron con extrañeza.

— ¿Te pasa algo? Tal parece que viste un fantasma — dijo soltando una leve risa, Alrisha le miró de nuevo, de seguro y solo estaba alucinando.

—No es nada, te he confundido, discúlpame — desvió la mirada apenado

—No te preocupes, a menudo me pasa.

Volvió su vista incrédulo, entonces estaba en lo correcto, le había confundido porque se parecía tanto a él que su mente no pudo evitar ponerle su imagen como una referencia demasiado obvia, quiso decirle algo, quiso asegurarse de que sus sospechas eran acertadas, sin embargo la vergüenza y los recuerdos llenos de dolor se apoderaron de él, tanto así que hasta la voz se le fue; por su parte, aquel otro muchacho le veía con una sonrisa traviesa, ya sabía que estaba ocurriendo y por un lado le agradaba aquel ambiente pero por el otro le disgustaba que siempre le pasara lo mismo, aunque no se iba a quejar de su suerte.

—A decir verdad, tu también te me haces conocido— Alrisha le volteo a verlo un poco extrañado.

—¿De verdad? — preguntó de manera inocente.

—si, eres Afrodita Alrisha ¿No? — le miró con malicia y Alrisha tragó saliva y solo asintió — mucho gusto, Polux, Saga Polux. — extendio la mano.

— el gusto es mío — respondió estrechando aquella mano con nerviosismo.

Siguieron charlando un par de minutos más, y los vasos de tequila iban y venían, se estaba excediendo y lo tenia en cuenta, no obstante se dejó llevar, dolía porque recordaba al Polux menor, pero dolía más, el hecho de poder rechazarlo y no probar algo diferente aunque... bueno, en realidad no era tan distinto.

Ahora ambos se encontraban en la habitación del sueco, sus pieles desnudas y sus respiraciones agitadas, Polux embistiendo de manera salvaje y poco cuidadosa dejando marcas rojizas por toda su espalda y cuello, probando cada centímetro de aquella piel de porcelana, dando de vez en cuando repetidos golpes en aquel par de gluteos tan redondos y suaves, oía las suplicas de Alrisha para que parara, sin embargo hacía caso omiso a ello, los ojos claros de Afrodita comenzaron a lagrimear de manera silenciosa esperando que Saga parase, el placer se convirtió en dolor, uno mucho más fuerte que aquel que Kanon le hizo sentir, uno que aumentaba a cada embestida, a cada golpe, a cada beso, a cada instante.

Y pronto sus súplicas fueron escuchadas, el mayor de los Polux terminó en su interior y se separó, pidiendo un par de disculpas por haberse dejado llevar por el momento, Alrisha no dijo nada más que un "hasta luego", la puerta se vio siendo cerrada y la oscuridad volvió a reinar en aquel cuarto y en aquel corazón, dolia más aquel desprecio y aquel trato que cualquier otro que hubiese experimentado, se abrazo a su almohada y se quedo dormido, sin otra cosa más que el aumentado dolor en su alma pero... ¿Qué puede hacer alguien que ya ha sufrido demasiado?

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¡Oh dulce Gaia! Me complace anunciar que pueden hacer lo que gusten y manden con el gemelo mayor, estan en todo su derecho de torturarlo, humillarlo, hacerlo sufrir o cualquier cosa que se les ocurra.

Minos.exe, Pharao.exe y Dan.exe, en la opción "quejas y sugerencias para el destino de Géminis" han dejado de funcionar.

Har on mer = duele más/ más dolor.

PD: les adjunto la canción por si alguien desea escucharla.


Pd2: les adjunto también la canción del capítulo de Shuris por si alguien quiere escucharla, (se me paso ponerla en su respectivo capítulos)

Dan R

Tres Historias, Tres TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora