7. Disprezzo

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Y quizá solo podría ser feliz en un imaginario utópico dentro de mi mente, en la que cada uno de los factores involucrados estuviesen conectados al pasado donde me sentía de una manera que muchos podían denominar como 'feliz', sin la existencia de mis problemas actuales, pero a menudo me ponía a pensar que aquello era solo una ilusión y que debería de seguir con mi vida y buscar algo para repararla.

Lo sentía siempre cerca, desde su encuentro con el menor de los Pólux, se sentía observado, como si aquellos dos hubiesen hablado de más en algún lugar, se sentía como una liebre bajo la mirada de un cazador o de un águila hambrienta, sumando a esto que se estaba hartando de a poco de su vida y de las cosas que le pasaban por su cabeza, nunca creyó que un corazón roto pudiese ser tan problemático.

Muy a menudo se sentía la más vil escoria del mundo, si, no negaba que antes de conocerla era un desgraciado, un hombre que se aprovechaba de los demás pero había cambiado, había dejado atrás todo eso, no solo por Helena, sino también porque ello le traía demasiada carga, una carga que no podía llevar el solo y quizá más de una vez creyó que su redención no iba a ser sencilla, que tendría que sufrir pero ello que ahora estaba sucediendo, era demasiado, demasiado para un alma destrozada y un corazón roto, mucho para alguien como él.

 Los días habían pasado y el tiempo ni siquiera había hecho estragos en sus pensamientos, seguía ahí: estancado y sufriendo por algo que a lo mejor y era solo un capricho, tenía que superarlo pero no sabía cómo, no sabía por dónde empezar, no sabía que hacer o a quien decirle lo que su pobre corazón sentía, lo único que estaba haciendo para ayudarse era tratar de olvidarla con otros rostros, ya fuese debajo o encima suyo, eso ya no le importaba.

Caminaba por las calles, su reloj marcaba cerca de las 11 de la noche, respiraba ese aire que chocaba con su rostro calmando un poco las tremendas ganas de llorar que en ese instante se habían albergado en su ser, se sentó en una de las bancas sobre la acera de aquella calle, esperó un poco disfrutando de la vista, encendió de nuevo un cigarrillo, un par de minutos más iba por el segundo, por el tercero, el cuarto, el quinto, escuchaba a lo lejos dos voces, eran dos hombres, dos hombres hablando de la noche anterior, le restó importancia.

— ¿Cuántos llevas? — pregunto una voz, suave y amable mientras se sentaba a su lado y le retiraba de la boca aquel cigarrillo con algo que parecía delicadeza.

Se encogió de hombros y su mirada se posó en el joven que estaba a su lado, sus grandes ojos de un verde precioso, esa piel pálida y esa sonrisa amable, era la primera vez que sentía calma en su alma, esa mueca que aquel joven le había mostrado era una señal, una que no supo descifrar.

—Déjalo, no tiene caso — escucho al otro joven, los cabellos largos y dorados atados a una coleta alta y sus ojos azules le hicieron arquear la ceja.

— ¿Estas bien? — pregunto de nuevo ignorando al rubio, puso su mano en el hombro de Ángelo con la esperanza de que esta vez se dignara en responderle.

—Ese no es nuestro asunto, Arietis — dijo casi obligando al otro muchacho a levantarse.

—Espera Heze — dijo soltándose de aquel agarre, Heze solo pudo rodar los ojos, le ponía mal saber que su amigo era así de empático.

—Sí, estoy perfecto, el rubio tiene razón, no es su asunto el cómo me encuentre — respondió Ángelo.

Volvió a sonreír de manera amable, iba a preguntar su nombre y si acaso podía ayudarle en algo, ese par de ojos rojos le decía que algo estaba ahí, molestando a ese joven, estaba en algún punto girando en el vacío de una vida sin lugar.

—Vamos Mu — dijo aquel rubio — tenemos cosas que hacer.

—Espera Shaka — respondió y tomo de los hombros a Ángelo obligándolo a mirarle.

Ese par de ojos rojos como la sangre le decían que había sufrido y ahora que lo recordaba, esa expresión ya la había visto en alguna parte, en otros ojos, en otro joven, si, no podía ser el mismo pero la carga que llevaba era mucha.

—Lo que llevas sobre los hombros es pesado, ¿qué te hace seguir ahí? — aquella amabilidad tenía que ser falsa, siempre era así, o al menos para di' Lota Cancri, lo era.

Desvío la mirada, por alguna razón ese par de ojos verdes le ponían nervioso, no porque algo malo pasara si no porque la paz que transmitían era algo a lo que él no estaba ni estaría acostumbrado, oyó al otro chasquear la lengua.

—Mu, de seguro y es una tontería, un amor no correspondido o una desilusión, siempre es así, se ilusionan tan fácil que me dan pena

—Calla, si no me vas a ayudar mejor vete, Shaka; nunca cambias, siempre has sido así, no causes el mismo dolor que le causaste a Al Giedi, solo deja que me encargue de esto. — la molestia era notoria en su voz, solo pudo rodar los ojos y dejarlo ahí, como lo había perdido, su figura se perdió entre la oscuridad de la calle.

Arietis se quedó ahí, con ambas manos sobre los hombros de Ángelo, tratando de convencerse así mismo que era una buena idea y tratando de convencer a su acompañante de soltar aquello que le oprimía, ya lo había hecho una vez, y no quería ser parte de una escena de desprecio que posiblemente aquel que ahora lo veía con lágrimas en los ojos ya había experimentado.

Esa noche regreso a casa con calma, aquellos ojos verdes y aquella sonrisa habían dejado algo que jamás imagino volver a sentir, algo que a menudo llamaban 'paz' pero... ¿Cuánto más podía o más bien, debia, seguir aferrado al pasado?

🦀🦀
Me complace anunciar que: quien quiera matar a Shaka, lo puede hacer, ya no lo necesito más, así que son libres de hacer con él lo que deseen.

Minos y yo no nos hacemos responsables de lo que pueda pasarle a Virgo después de esto.

Disprezzo = Desprecio.

Dan R

Tres Historias, Tres TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora