15. Culpa

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Angelo (Death Mask) di' Lota Cancri
Shura Al Giedi
Afrodita Alrisha
Shaka Heze 
Mu Arietis 
Saga/Kanon Polux 
Camus Labelle 
Milo Gliese 
Airoia Chertan 
Aioros Rukbat 
Dohko He 

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Era el colmo, no podía creer que todo lo que me había pasado era por culpa del idiota de Labelle, a quien engaño, el único culpable aquí soy yo, yo y nada más yo, yo por creer que las personas eran buenas, por ilusionarme con algo que solo existe en los cuentos de hadas, por hacer de mi vida una completa mierda, por no saber cuándo parar, por dejar que me consuma el sentimiento de desgracia, solo yo soy el culpable.

Y como era de esperarse, se encerró en casa por al menos una semana entera, se la pasaba durmiendo la mayor parte del día y la otra parte era atormentado por los recuerdos de aquella tarde y la sensación que aun ardía en su cuerpo, la notoria desesperación en su rostro y su deseo de venganza se apoderaban de él, no obstante, trato de convencerse que aquello no tenía importancia, le recordaría como una noche más y asunto arreglado, cero rencores, despues de todo eso era lo que buscaba ¿no?: una sola noche, cero rencores, cero compromisos.

Los días pasaron y luego de media semana más volvía a salir de casa, el reloj marcaba las 10 de la noche y la camisa negra hacia juego con sus jeans, paseaba por la calle sin ningún tipo de prisa, vio a su alrededor, los tres bares que frecuentaba estaban ahí, como siempre, con las luces y la música a todo volumen, con distintos géneros, ninguno de ellos le recibió esta vez, paso de largo por las tres entradas hasta que llegó al cuarto bar, el del fondo, el que parecía ser el más fino o al menos por fuera, entro al recinto escuchando como iniciaba aquella canción que le gustaba "Les Artisans Du Chaos" de Elyose, sonrió de lado y comenzó a tararear aquella melodía mientras se sentaba en la barra.

Su mirada se posaba en las botellas en aquella vitrina, se detuvo en una en particular, el brandi elaborado con las más exquisitas uvas blancas de Francia, conocido de manera coloquial como "Coñac", pidió un trago de aquella bebida y a medida que la canción avanzaba, el vaso iba quedando vacío, iba por el segundo cuando su parte favorita comenzó a sonar, el solo de guitarra acompañado de los tambores de la batería y aquel hipnótico sonido electrónico que mezclaba a la perfección aquella melodía, se distrajo por un momento y junto a él, tomaron asiento dos muchachos, ambos de piel bronceada y de facciones masculinas marcadas y si sus ojos no le engañaban, esos muchachos eran un par de griegos demasiado guapos.

Movió la cabeza negando y riendo por su inmadurez y posiblemente sus deseos en ese momento, les quedó viendo un poco más de la cuenta, uno de ellos sintió la mirada de Al Giedi y se giró, sus inocentes ojos verdes le observaron y le sonrió con un toque de travesura, Al Giedi se sonrojo de la vergüenza que sentía en ese momento.

"Joder, me han pillado" pensó y desvió la mirada, escucho la risilla de aquel joven quien no despegaba su mirada de él, quiso voltear pero la vergüenza que sentía en ese momento se lo impedía, tragó saliva cuando sintió las manos de alguien tomar su rostro y girarle de manera delicada, sus orbes oscuros se toparon con aquel rosto, inocente y lleno de nobleza, el otro muchacho solo se reía de su sonrojado rostro.

—Creo que eres tu —dijo el otro muchacho acercándose a ellos.

Les miró incrédulo, arqueando una de sus cejas, Al Giedi les miró por un momento y reacciono, aquel muchacho que le había girado el rostro le recordó a alguien pero no podía ser, eran tan distintos que no creía en aquello que su mente le hacía creer.

—Una noche, cero rencores, cero compromisos — habló el mismo chico y le sonrió con malicia. — Milo Gliese — le extendió la mano.

—Aioros Rukbat — el otro chico dejo su rostro y también le extendió la mano.

—Mucho gusto — tomo las dos manos que le ofrecían, una con su mano derecha y la otra con su mano izquierda — Shura Al Giedi.

— Bueno, ahora que nos conocemos, ¿qué procede? — pregunto Gliese viendo como la mueca de Shura se transformaba en una que inconscientemente decía "¿es enserio?

— Yo paso — dijo Rukbat a la par que sonreía — no quiero participar en algo que posiblemente terminará lastimando a este muchacho. — sin más, dejo un suave beso en la frente del español y se fue.

Ambos se miraron, sabían lo que seguía, y ninguno podía escapar, bueno, sí que podían pero ninguno quería, algo dentro de ambos les incitaba a continuar, un par de copas más y ambos salían del bar, el reloj marcaba las 11 con ocho minutos, se adentraron en aquel departamento encendiendo la luz, a Gliese le sorprendió lo bien ordenado que estaba y al parecer no había ni un diminuto rastro de desorden o polvo, le miro por última vez, comiéndoselo con la mirada, desnudándole con el pensamiento y sobre todo lo que espero, en menos de lo que se imaginó, ya tenía debajo suyo ese cuerpo que parecía esculpido en mármol, tan blanco y tan suave al contacto con sus manos.

Gliese escuchaba muy cerca de su oído aquella respiración entrecortada y aquellas manos aprisionando sus brazos con un poco de fuerza le daban los ánimos que necesitaba para continuar, tomó posición y se introdujo de manera lenta, Al Giedi ahogo un grito, eso le había dolido y había provocado que una incomodidad recorriera su espina dorsal en un intento de disipar aquel ardor que sentía por la intromisión, cuando esta hubo pasado, sus caderas se movían solas en busca de más contacto, Milo supo interpretar aquello y siguió, siguió hasta que ya no pudo más, hasta que se hubo vaciado en conjunto con Al Giedi, despues de ello le quedó mirando con curiosidad, aquel par de ojos oscuros reflejaban una terrible culpa y quizá un dolor inimaginable.

— ¿te lastimaron, no es así? — preguntó, recibió como respuesta una afirmación, soltó un suspiro pesado — ¿Quiénes?

— Es mejor que no lo sepas, eso traería problemas — dijo y se dio la vuelta sobre el colchón dándole la espalda a Milo.

— ¿Es muy grave?

— Un poco, sí, pero recuerda, son cero compromisos y si te digo...

— Ya entendí, me voy, descansa Al Giedi

No respondió, simplemente cerro los ojos esperando escuchar la puerta cerrarse para poder dormir con tranquilidad, una última mirada al muchacho de ojos oscuros y Gliese se fue, el sueño le venció a los pocos minutos pero... ¿Cuánto más estará de esa manera aquel corazón que parece no resistir más?


🐐🐐
las cosas aquí van mejorando, luego de tanta maldad.

un poquito de amabilidad para Shuris. 

Por cierto, no maten a Milo aún.

Dan R

Tres Historias, Tres TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora