VIII

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Sinceramente debe dejar de pensar en cosas extrañas, especialmente en muebles, porque ¡Demonios! Tiene 18 años, no es una señora de 30 que acaba de casarse y sigue líneas sociales del matrimonio que son estúpidas y absurdas.

¿Enserio? ¿Muebles? Si, debería cambiar de tema sino se volverá loco.

Aún sigue conduciendo, tomándose el tiempo que cree necesario. Pasa las calles, casas, edificios y el bosque que empieza a mezclarse con la arquitectura no tan moderna. Mientras maniobra el vehículo, escucha Who Can It Be Now? de Men at Work. Es contradictorio, lo sabe, la letra con la situación aparentemente romántica que está viviendo. Sin embargo funciona como distractor, puede enfocarse en el solo de saxofón y el acompañamiento rítmico de la época, los 80´s. Hay música genial que nació allí, piensa. Y realmente es una verdad.

Suele pasar así. Agradece que, por una vez en su vida, su cabeza decida colaborar a la causa. O solo esté descansando por el ataque de pánico de hace unos minutos y esté preparándose para otro, bueno… la vida sigue y no él no se preocupará por ello. No hasta que suceda otra vez.

(…)

Si los transeúntes pudieran ver su cara, pensarían que hoy fue condenado a cumplir cadena perpetua en la peor cárcel de California y, como una cereza del pastel, llevado a la orca como castigo por sus crímenes que atentaron contra la humanidad. En verdad.

Realmente no es una condena, lo sabe, y nuevamente también sabe que exagera al respecto, pero se ha casado involuntariamente, más en el plano sobrenatural que en el humano, y todo deja de tener el suficiente sentido y las emociones colaterales a esto son absolutamente necesarias y justificadas. Porque, ¡Demonios! Es su juvenil vida la que han tomado, por el amor de Dios.
Por otro lado, hay un par de cosas que lo intrigan un poco, por no decir mucho.

Número uno, no se dio cuenta de las marcas, lo cual viene con una respuesta directa e inmediata a su cerebro cuando acciona el modo detectivesco que heredó y perfeccionó de su padre. Llegar tarde a clases significaba castigo, por mucho que sus horas de aseo fueran importantes, él no iba a pasar el resto del día en un salón mal oliente, no sin sus amigos. Asique, desistir de ello, significaba dejar de lado todo lo bueno de una ducha y correr a la escuela, literalmente, en su maravilloso automóvil.

Número dos, el dolor en la zona del hombro, cada respiración y movimiento le da como regalo una punzada en el cuello, lo cual es extraño, en la mañana camino e hizo un sin número de cosas sin tener dolor allí.

Número tres, él ha… ha tenido… ha tenido… Sexo… ¿Dormido? ¡Que mierda! Aunque la prueba contundente a su pregunta es la aparente y real mordida en su cuello y el dolor en el trasero, dolor que hace que parezca que se ha cagado en los pantalones cada vez que camina (lo comprobó de camino a su jeep como un grupo de señoras lo veían con mirada espantada).

Y por último, pero no menos importante, lo cual no es una intriga sino algo que ocurrió en la escuela, fue Isaac más pegado literalmente de él, cosa que es muy extraña, se abrazan de vez en cuando y nada más, pero parecía un chicle adherido al cabello. Érica, por otro lado, estuvo más cariñosa de lo que normalmente es, de hecho fue sobre protectora, al igual que Boyd, cuando saludó a un par de sus otras compañeras, temió que los lobos saltaran sobre ellas y les arrancaran sus débiles cuellos.

Él ha tenido suficiente de estos pensamientos y sucesos extraños que han ocurrido uno tras otro, decide tomar camino saliendo de su auto, hacia adentro del recinto.

Tell Me LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora