Episodio 30.

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"Siempre estas ahí, estás en todas partes

pero ahora mismo desearía que estuvieras aquí"

Avril Lavigne - Wish You Were Here


Bae


Cuando ChuEun y Even se fueron estuve triste por mucho tiempo.

Faltaba cerca de un mes y medio a dos para las vacaciones, ellos habían prometido regresar para entonces, pero yo creía que era demasiado tiempo. Me aburría en casa, mi hermanita aún era demasiado chiquita para jugar conmigo, además de que su estado de salud no la dejaría jugar mucho conmigo.

Según mis papás, ella nació con una enfermedad que se llama cáncer, es una enfermedad que en muchos casos es incurable y puede matarte, afortunadamente a mi hermanita se lo detectaron a tiempo y pudieron sacarlo antes de que se hiciera más grande. Pero ella se enfermaba seguido, recuerdo que los primeros meses que estuvo aquí ella era muy sana, no se enfermaba, pero en las últimas semanas lo hacía muy seguido. Y yo tenía miedo de que algo malo pudiera pasarle.

No quería quedarme solo, no tenía ningún amigo en la escuela, ChuEun y Even no estaban, y si a mi hermanita le pasaba algo mis papás se pondrían muy tristes, y yo también, pero más que nada me quedaría solo. Yo no quería eso.

Todos los domingos hablábamos por teléfono ChuEun y yo, pero eran tiempos muy cortos, porque donde él estaba viviendo ahora tenía un horario diferente al nuestro, eso aún no lo entendía, ¿Se dormía más tarde que yo, o yo más tarde que él? Era muy confuso.

En mi cumpleaños me envió un colgante que tenía el dije de una extraña torre puntiaguda. La torre Eiffel, según mis papás. El colgante me quedaba muy grande, tuvieron que hacer un nudo para que me quedara y de la misma manera pudiera hacerlo más grande cuando creciera.

No me separé de ese dije jamás. También me envió una bola de nieve, o eso creo yo que es, porque la agito y miles de puntitos brillantes nadan por el agua. Era el primer adorno en mi mesa de noche.

Los días pasaban demasiado lento, quería que las vacaciones llegaran pronto.

Mi papá Hobi me dijo que yo era un desesperado, pero no podía evitarlo, quería mucho a ChuEun, quería verlo ya, y jugar con él, y darle un gran abrazo de oso panda.

La escuela era aburrida sin ChuEun. Estaba solo en mi pupitre, la maestra intento sentar muchas veces a otros niños ahí, pero nadie podía sentarse ahí porque ese lugar era de ChuEun, de más nadie.

Y por esa razón, mandaron llamar muchas veces a mis papás a la dirección, me regañaron, yo lloraba, se disculpaban conmigo y yo con ellos. Hasta que un día decidieron llevarme con una psicóloga, fui sin rechistar porque me dijeron que me darían un helado cuando saliera, y que además aquellas sesiones eran buenas para mí.

Pero yo solo iba por el helado.

Una señora me recibió, no se veía demasiado joven, pero tampoco demasiado vieja. Tenía un rostro amable y su consultorio olía a chocolate caliente, recién hecho.

—¿Quieres una taza, chiquito?

Asentí fervientemente y cuando tuve la taza entre mis manos comenzó a preguntarme muchas cosas.

Cuantos años tenía, cual era mi nombre, si sabía porque estaba ahí, si tenía hermanos, amigos, si tenía a mis dos padres, cosas así. Y yo conteste todo con la verdad.

Casado con un Idiota | Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora