𝑆𝑡𝑜𝑟𝑦 0|Donde todo comenzó|

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A mediados del siglo XV, muchos países se encontraban en diversas disputas, algunos no estaban de acuerdo con las leyes estrictas que los emperadores habían planteado a sus pueblos.

Una de ellas, fue el usar a las personas de bajos recursos como obreros para el enfrentamiento contra los países vecinos. Debido a las grandes guerras que se estaban aproximando, el uso de esclavos se volvió de una manera muy cotidiana.

Más allá de arriesgar sus vidas por aquellos hombres poderosos que solo tiraban las migajas al pueblo, existía un lugar muy famoso entre los samuráis. Un barrio donde podían explotar sus deseos sexuales.

En el lugar, se encontraban toda clase de peculiaridades. Durante esta época, se acostumbraba contratar los servicios de hombres; brindaban sus habilidades para atender aquellas necesidades que tenían.

Por otro lado, existía un grupo de personas que brindaban de igual manera sus servicios, con la única diferencia de que no era sexualmente. Estos hombres tenían una finalidad algo parecida a los juglares medievales*, daban servicios tradicionales: danza, canto, música y ceremonia del té. La mayoría de ellos eran hombres que dedicaban sus labores diariamente, pero cada cosa puede salirse de las manos de todos aquellos señores feudales.

La existencia de una mujer como parte de estos grupos, era raro y único. Dentro de los grupos samurái, el encontrarse de sorpresa como una mujer "geisha" era un tesoro precioso que muchos hombres deseaban tener en su cama.

Al volverse tan populares, aquellas amas de casa divulgaron dentro de la sociedad, que estas usaban sus servicios para manipular a hombres importantes a cambio de dinero. Ofrecían sus cuerpos para amarrar a los hombres y dejarlos sin ningún yen.

Las geishas salieron a dar la cara desmintiendo aquellas falacias que durante varios meses las mujeres de la alta gama, se habían encargado de divulgar. Es por ello que se creó una zona especializada para todos aquellos hombres que mostraban la belleza de su cultura occidental.

El lugar fue llamado Okiya. Aquí todos eran recibidos de una grata forma para ser parte de aquella bella tradición, una que no debía ser manchada por mujeres que no entendían lo importante que era el pertenecer a ese grupo.

Okiya, era el hogar de muchas personas, ahí los educaban para ser una mujer culta ante la sociedad. Se volvieron muy populares entre las familias usándose como forma de educación, muchos abandonaban su juventud por dedicarse a la vida tradicional.

El crear esta organización le causó un beneficio al proteger a las geishas de la prostitución, pero esto no detuvo que numerosas personas usaran su imagen para llamar la atención de distintos hombres en el barrio del placer.

Los hombres geisha vestían un furisode* en forma de T, que era demasiado ancho para sus cuerpos. Su maquillaje era blanco, su cabello no había sido cortado desde hace ya algunos años, por lo que era fácil el llevar su propio cabello recogido.

El Peligro detrás del Kimono©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora