4. Nota.

3.3K 409 62
                                    

Luego de ser cacheado, el rubio entró por la puerta que daba a la entrada de la sala donde Jeon esperaba intranquilo, moviendo su pierna mientras el sudor frío le caía por la espalda. Habían al menos cinco guardias rodeándoles y a Chanyeol no le agradaba. Era un Beta rodeado de Alfas, por lo que se sentía un poco intimidado. Había perdido la cuenta de las veces que se habían peleado, Jungkook ganando siempre pero de alguna forma u otra el Beta terminaba hundiendo el dedo en la llaga al final. Desde que había comenzado a trabajar para su padre que le había hecho la vida imposible, a todo el mundo. Ya que Jungkook no iba a darle su puesto, por más que así quisiera, iba a hacer de su trabajo un infierno. Siempre había tratado de arruinar todo que estuviera bajo la responsabilidad del Alfa para que fuera su falla, comportándose como un niño malcriado.

_Alfil.- habló mientras retiraba su silla para sentarse, arrastrándola y generando un horrible chillido que impactó en los, demasiado sensibles, oídos de Jungkook. Odiaba a ese irritante sujeto pero usó todo su autocontrol para no saltarle a la yugular por haber lastimado a su Omega. Casi recordaba toda la secuencia y no podía dejar de pensar en su mano, agarrándole del cuello mientras lo asfixiaba contra la pared.

Idiota.

_Torre, necesitaba hablar contigo...- dijo en un tono demasiado amable, casi felíz. Como si fueran amigos de toda la vida, cosa que le pareció extraño al sujeto, así que levanto la ceja. Por nada en el mundo se hubiese esperado que Jeon Jungkook le hablara sin algún insulto de por medio. Estuvo a punto de hablar pero el Alfa le interrumpió, para que se callara y no metiera la pata. Necesitaba demostrarle que todo eso era una actuación, que debía seguir la corriente, que era un simulacro como las tantas veces que habían practicado para los tiroteos o las situaciones de alto riesgo. Así que, recordando, dio tres toquecitos con sus dedos a la mesa y movio la esquina de su labio en un movimiento rapido. Rogaba que el imbécil en frente suyo entendiera algo, tratara de no cagarla pensando que sólo beneficiaba a Jungkook. Aquello le beneficiaba a él en un cien por cierto y tenía que entenderlo. Chanyeol tampoco era un idiota, por algo se había mantenido como la mano derecha de Jeon Suk durante todo ese tiempo, pero Jungkook podía entender que el odio le cegara. En ese mismo momento sentía la necesidad de arrancarle con sus fauces la mano con la que había lastimado a su pareja y clavarle el mismo cuchillo en los ojos. Pero no podía, así que sólo sonrió aún mas.

El rubio continuó con su cara de póker.

_¿Cómo están las cosas? - dejó un segundo para que respondiera, pero se apresuró a interrumpir fingiendo estar preocupado por el tiempo- Necesito saber que está todo en orden. Saldré en unas semanas y debe estar todo en condiciones para cuando regrese.

_Alfil, tú no-

_No tenemos mucho tiempo, pero aquí realicé una lista con las cosas que quiero que revises.- dijo, mostrando la nota que tenía en su mano. Un guardia se acercó rápidamente y tomó el papel, revisando que todo estuviera bajo control, sin ninguna trampa. Jungkook fingió estar calmado, peinando el cabello que caía en su rostro mientras el rubio achicaba sus ojos, aún sin confiar del todo en aquellas personas. La situación era casi de comedia, tanto, que bordeaba el miedo. El rubio sabía lo que allí dentro le hacían a las personas, lo que de seguro le harían a los lobos que se revelaran contra aquel gobierno.
Jungkook tampoco le generaba confianza luego de haberse transformado en un animal, en un lobo en frente de todo el mundo. Y para colmo, el maldito Omega que había vigilado por días, aquél que vivía en una casa de mala muerte a punto de caerse en pedazos, había matado al jefe de la mafia más importante de Asia con sus propias manos. O bueno, su hocico.
Había sido un problema enorme tratar de llegar allí y se había rehusado en un principio, pues lo último que quería hacer era ver la cara del tipo que se convirtió en un animal. Ahora, él era el jefe y odiaba que los empleados se negaran a obedecerle por más que hubiese sido el segundo al mando y que el verdadero líder legítimo estuviera encerrado y fuera un animal salvaje.
Había asistido simplemente porque no quería tener una bala en la cabeza por parte del gobierno, y eso era todo.

A mordidas | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora