1. Ratas de laboratorio.

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Secó sus lágrimas y entró al baño de aquella casa que no le pertenecía en absoluto. Se sentía ajeno entre tantos muebles blancos y paredes insulsas. Estaba claro que allí no habían goteras ni mucho menos debían armar la mesa con una tabla para comer, pero Jimin extrañaba compartir su habitación con su pequeño hermano o chocar en la cocina con su madre para luego reír.
Extrañaba a su familia tanto como a su vida misma. TaeHyung y su madre estaban en una casa igual a la de él, pero no tenían contacto. Sólo cuando lo permitían y el Omega necesitaba su familia. Los Alfas no le afectaban en absoluto, pero la falta de su familia si lo hacía. Sentía el lazo tirar dentro de su pecho y podía decir que su hermano estaba triste. Todos lo estaban.

Se quitó las prendas negras y las guardó dentro del armario, deseando no tener que volver a usarlas nunca más. Odiaba los velorios y tampoco quería tener que volver a uno.
Recorrió la tan ajena casa nuevamente como lo venía haciendo hace una semana, y aún no podía encontrar ningún punto ciego sin camaras.
Se tocó el abdomen y buscó los aparatos que estaban en su cuerpo. Los medidores de presión, temperatura y quien sabe que mas.
Odiaba tener que hacerlo, pero recolectó las muestras de fluidos que pedían todas las mañanas y las dejó fuera de su puerta.
Era una maldita rata de laboratorio.

Se escuchó la típica voz de todos los dias.

_Tu celo está próximo. Los supresores que habías tomado sin receta lo retrasaron. Jungkook llegará a las 1400 horas.

Y el parlante cesó. Y Jimin simplemente se hizo un rollo en el sillón, viendo que faltaban diez minutos para la hora en la que por fin podría ver a su pareja. Le necesitaba tanto, su cuerpo picaba por la escecnia del Alfa. Jimin nunca había sentido aquella necesidad corroerle los huesos pero parecía potenciarse luego de haberse transformado en el animal que al parecer había termiando con la vida de Jeon Suk luego de romperle el cuello. Jimin casi no recordaba nada de aquél momento y no se había vuelto a tranformar desde entonces. Le pedían que lo hiciera mientras las cámaras le filmaban, pero por alguna razón su Omega parecia no querer colaborar. Sentía el instinto de que aquello sólo sucedería cuando estuviera con su Alfa.

Una vez te marque, podrás hacerlo, Jimin. Debes esperar.

_Pero no quiero hacerlo como parte de un experimento...- le murmuró a su lobo, el cual gimió por lo bajo y trató de acariciarle desde dentro, como si realmente pudiera tocarle y no fuera un espíritu en su corazón.

 El pelirosado estaba triste, estaba deprimido, y lo único que le levantaba el ánimo en el día era cuando le permitían entrenar en el pequeño gimnasio que había en la segunda planta, solamente por unas dos horas, pero le eran suficientes para generar la serotonina que le impedía arrojarse del balcón. Y recordaba a Kwan. Recordaba a su padre y lloraba mientras golpeaba la bolsa.

 Y su padre biológico seguía vivo, y Jimin no podía contener las ganas de destrozarle, por mas que su Omega temblara cada que pensara en él. Le parecía una mala broma que siguiera vivo y su entrenador muerto. TaeHyung aún no lo sabía, y no tenía idea como explicarlo. Él era mas pequeño, menos fuerte, su Omega había aparecido apenas hace semanas y tenía miedo de que se marchara de nuevo.

 Pero ahora, ambos tenían un Alfa. 

 Se negó a caer en un pozo de depresión y se levantó en busca de sus cuadernos para poder estudiar algo. No era lo mismo que ir a sus clases - que Jeon le había conseguido-  pero al menos era lo único que le dejaban hacer al Omega a parte de respirar libremente. Así que se sumergió en los textos hasta que el timbre sonó, quitando la bruma de los libros de historia en la cual se había sumergido.

 Era su Alfa, el aroma le llegaba desde las puntas de los pies hasta sus cabellos.

¡Es Jungkook!¡Es Alfa!¡Alfa!

A mordidas | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora