Mercenario a su Servicio

Capítulo 3

"Lo que esta entre comillas son pensamientos"
-Lo que esta entre guiones son diálogos-

Mercenario a su Servicio - Capítulo 3

Inuyasha caminaba aprisa, estaba más que molesto, estaba completamente con el orgullo por los suelos, trataba de alejarse lo más posible de ella, pues el aroma de aquel asesino estaba impregnado en toda la piel de la sacerdotisa, pero no pudo contener más su furia y se detuvo sin avisar, pues necesitaba una respuesta y la quería ahora, antes de llegar a donde los demás compañeros de equipo los esperaban.

Kagome caminaba con la mirada baja, trataba de ocultar su culpa escabulléndose de las miradas furtivas que su compañero le daba a cada instante de soslayo, pero de pronto sintió que chocaba con algo y al alzar su rostro se encontró de nuevo con aquellos ambarinos ojos inquisidores.

—Explícame ¿Qué mierdas haces con ese bastardo? —

Ella dudó en explicar lo que hacía con aquel asesino, pues tendría que explicarle que todo se dio por causa de haberlo seguido y estaba segura que eso era peor que traicionarlo.

—Yo...no tengo excusa, lo siento—No podía mirarlo a los ojos, estaba realmente avergonzada, pues se había estado viendo a escondidas con uno de sus peores enemigo.

— ¡Contesta, maldición! —Inuyasha estaba desesperado por una respuesta que lo dejara satisfecho. — ¿Es por su causa por la que ya no me hablas? —Refiriéndose a lo sucedido en días anteriores en los que ella no le dirigía ni el saludo.

Ella guardó silencio.

— ¿En serio? —Preguntó sarcásticamente, como si hubiera adivinado lo que ella pensaba — ¿Desde cuando te ves con él? —La miró con dureza.

No contestó.

Él la tomó de los brazos y la zarandeó furioso — ¡Contesta! ¿Desde cuándo son amantes? — Escupió las palabras llenas de veneno.

Kagome abrió los ojos sorprendida, jamás esperó escuchar tal acusación de parte de Inuyasha. Ella jamás se había entregado a su enemigo, pues anhelaba que Inuyasha fuera el primero en estar con ella. Pero las palabras la estaban hiriendo, haciendo que ella se pusiera a la defensiva y escupiera todo el coraje que desde hace días guardaba,

— ¡Tú eres el menos indicado para reclamar! —gritó.

Inuyasha la soltó bruscamente, mientras apretaba con furia sus puños hasta que sus nudillos se veían blancos, también apretaba con fuerza su mandíbula, tratando de evitar decir algo de lo que después pudiera arrepentirse.

—No soy su amante—respondió en un susurro— ¡No soy su amante! —Apretó sus párpados, al igual que sus puños y dejó escapar las palabras tan fuerte como sus pulmones se lo permitían.

Inuyasha arrugó su entrecejo y lanzó un fuerte golpe con el cual destrozó el árbol que estaba justo detrás de Kagome.

Ella se quedó petrificada ¿Acaso ese golpe iba dirigido a ella? No, Inuyasha jamás la lastimaría físicamente.

— ¿Entonces qué sucedió entre ustedes? —Inuyasha trató de parecer sereno, pues miró como ella se dejaba caer de rodillas, estaba atemorizada.

—Sólo...sólo fue...un beso—Y comenzaron a brotar algunas lágrimas.

— ¿Sólo fue un beso? —Preguntó incrédulo y observó como ella asentía en silencio — ¿Tan bueno fue? —Sus palabras iban cargadas de ponzoña, pues él se sentía traicionado. — ¡Responde! ¡¿Tan bueno fue?! —Dijo con una sonrisa fingida, cargada de despecho.