Capítulo 9

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"Lo que está entre comillas" son pensamientos.

—Lo que está entre guiones son diálogos—

Mercenario a su Servicio - Capítulo 9

Kikyou sentía la mirada inquisidora de la exterminadora, ella sabía que no era totalmente de su agrado, pero el miedo que sentían los miembros del equipo solo haría posible que la perla se oscureciera más, ella lo sabía, sabía que si su corazón era invadido por los celos, este sería contaminado por la oscuridad.

"Maldita Tsubaki, su maldición fue certera" —Pensó al mirar nuevamente el rostro preocupado de su amado.

Miroku y Sango dibujaban en el suelo las áreas que ya habían sido cubiertas por ellos en los últimos dos días, debían encontrar nuevas rutas para continuar buscando.

— ¡Eso nunca! —Gritó molesto Inuyasha cuando Miroku le planteó la idea de pedirle ayuda a Kouga. — ¡Primero muerto que pedirle ayuda al lobo rabioso! —volvió a gritar.

—Inuyasha, entre más seamos más pronto la encontraremos—Intervino Sango—Entre más tiempo pasa, menos esperanzas tenemos—mencionó la joven, había dolor en su mirada.

—Inuyasha, debemos tranquilizarnos todos, este tipo de sentimientos pueden ser mal aprovechados por la perla—Habló Kikyou sin emoción alguna.

Todos guardaron silencio, sabían que ella tenía razón.

— ¿Y en dónde crees que podamos encontrar a Kouga? —

—En realidad...—El monje rascó su cabeza—eso no lo había tomado en cuenta.

—Continuemos con la búsqueda, hagamos dos equipos y reunámonos aquí—señaló Miroku en el dibujo que había hecho en la tierra —recorreremos mayor distancia si nos dividimos—Todos asintieron.

Por su parte, Kagome no la había pasado nada bien durante la noche, después de haberse instalado en la cabaña más cómoda y después de cenar ambos chicos tomaron sus mantas y formaron su propio futon, bueno, en realidad Kagome armó el futon de Bankotsu y colocó el suyo un poco lejos del moreno.

Bankotsu tocó con sus manos el lugar en donde el iba a dormir y de la misma manera comenzó a quitar sus ropas y se metió bajo las mantas, sintiendo el suave calor de la fogata a su lado, aunque el ardor en su piel era cada vez más molesto, él pensó en ignorar el dolor, tal vez en la mañana este desaparecería, pero cada vez sentía su piel más caliente y el sudor hacía que esta sensación se agravara, no podía seguir ignorándolo más, así que torpemente se levantó y se desplazó a gatas tratando de encontrar agua para enjuagarse.

— ¿Qué haces? —Se levantó Kagome cuando escuchó que él estaba buscando algo.

—Agua...necesito agua—

—Regresa a tu lugar, yo iré por ella.

—Sólo dime en dónde está y yo la tomaré por mi mismo—siseó molesto.

Kagome se acercó a él y lo tomó del brazo con suavidad, notando que su cuerpo estaba ardiendo en fiebre.

—Por favor, sólo esta vez...permíteme hacerlo por ti...en agradecimiento por haberme salvado la vida—Ella sabía muy bien que su orgullo de hombre no le permitiría que ella lo viera como un inútil por estar ciego, así que ella decidió hacerlo sentir importante.

Y lo logró, Bankotsu se levantó y se dejó guiar por la joven hasta su futon, en donde nuevamente se volvió a recostar, se sentía mareado y débil, sintió como un escalofrío recorría su cuerpo una y otra vez, haciendo que su piel se erizara, esta vez le tomaría la palabra a la sacerdotisa, pues no se sentía nada bien, escuchó como ella salía corriendo a toda prisa de la cabaña y como entraba de nueva cuenta, después un paño frío estaba sobre su piel, ¡Qué sensación tan desagradable! Tenía mucho frío, demasiado y a ella sólo se le ocurría mojarlo con agua fría, él se sentía cada vez más débil.

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