Capítulo 10

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"Lo que está entre comillas" son pensamientos.

—Lo que está entre guiones son diálogos—

Mercenario a su Servicio - Capítulo 10

Las grises nubes del cielo indican que se aproximaba una tormenta, eran los primeros días del invierno.

En la época actual, la familia de Kagome se preguntaba ¿Por qué ella no había regresado aún? La salida a sus vacaciones estaba cerca y esperaban con paciencia el regreso de la joven, pues imaginaban que Inuyasha había hecho de todo para no permitirle regresar a casa o estaban viajando aun.

Varios días después Kouga se unió a la búsqueda, en cuanto detectó el aroma del equipo de Inuyasha y percibió que el de su amada había sido reemplazado por el de Kikyou, corrió furioso a encontrarse con ellos, sorprendió a Inuyasha con un gran puñetazo en la mandíbula, quedando completamente impresionado cuando el híbrido ni siquiera hizo nada por defenderse. Nadie decía nada, ante aquel mutismo Kouga sintió como si su sangre cayera a gran velocidad desde su cabeza hasta los pies, síntoma de un mal presentimiento.

Fue Sango quien narró afligida todo lo acontecido en los últimos días y la necesidad que tenían de encontrarla a tiempo. El príncipe lobo escuchó atento, tomó la mochila amarilla de la sacerdotisa y la dio a oler a sus lobos con la esperanza de encontrarla rápido.

— ¡Ten por seguro perro sarnoso, de que si yo la encuentro, jamás permitiré que la vuelvas a ver! —Amenazó.

— ¡Eso sólo lo decidirá ella! —Inuyasha contestó de la misma manera.

Kouga se tranquilizó y con la mano hizo una señal a sus lobos, los cuales comenzaron a correr en busca de algún rastro.

Naraku seguía observándolos, aunque no obtenía aún los resultados esperados, pues Kikyou había logrado controlar eficientemente sus emociones.

— ¿Cuándo piensas traer a Kagome, Naraku? —Kagura no podía entender las razones por las cuales Naraku no había aprovechado la situación de la joven.

Él no contestó, una sonrisa malévola adorno su rostro, pues el retorcido corazón de Naraku disfrutaba del sufrimiento de sus enemigos, aun después de que su plan original tuvo una falla, si todo seguía marchando como hasta ahora, la confusión del corazón de Kagome sería la mejor manera de hacer sufrir a Inuyasha y de darle a su preciosa perla el tan anhelado resplandor oscuro.

Kagome había intentado por todos los medios posibles evitar entablar conversación alguna con el mercenario, pero Bankotsu lo hacía realmente difícil, pues era un chico que no cualquiera podía ignorar.

Bankotsu siempre era el primero en despertar y al escuchar la respiración relajada de la joven sabía que ella aun estaba dormida, que seguía allí a su lado; pero no podía aguantar la tentación de hacerla rabiar por las mañanas, así que con cuidado y con lentitud caminaba hasta donde ella estaba y la despertaba picándole las costillas con la punta del pie.

— ¡Souta, deja de molestar! —Gritó aun dormida —sabes que odio las cosquillas— cubrió completamente su rostro con las mantas.

—Despierta perezosa— La llamó el mercenario, sus labios se curvaron para dibujar una sonrisa traviesa, le encantaba escuchar los balbuceos de la sacerdotisa, pues de vez en cuando decía cosas demasiado incoherentes para él como: "Deja de joder, estamos de vacaciones" u "otros cinco minutitos más mamá, las clases comienzan a las siete" "Déjame dormir, temprano tendré examen de matemáticas" y así fue que se dio cuenta que esas dichosas clases eran realmente importantes para ella.

—Kagome—La llamó de nuevo— ¡Son las siete, llegarás tarde a clases!—era su broma preferida, ya que en más de una ocasión hizo que Kagome se levantará desesperada y corriera como loca por la cabaña preguntando por su uniforme, hasta que se daba cuenta que ni siquiera estaba en su casa.

Mercenario a su ServicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora