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Los rayos del Sol se colaban entre los árboles del bosque. Mi hermano y yo habíamos salido de caza como habitualmente.
-para, ¿escuchas eso?- dije poniéndole una mano en el pecho.
-serán muertos Ania- dijo rodando los ojos.
-no, son humanos- afirmé con la respiración alterada.
-no hagas ninguna tonteria- dijo.
Pero ya era demasiado tarde, había salido corriendo hacia allí.
Cuando llegue lo suficientemente cerca me escondí tras una gran roca y segundos después llegó mi hermano.
-¿que quieres de ellos?- preguntó.
-solo tengo curiosidad Damon, relajate-
-lo he estado pensando, no podemos seguir sobreviviendo solos- dijo.
-claro que podemos, es lo que llevamos haciendo demasiado tiempo-
-por eso mismo, llegará el día en que nos topemos con una Horda, y sabes que no somos tan poderosos-
-sabes que no podré aguantar, no soy como tu, la sed me puede-
Es lo que pasa cuando eres un vampiro, la sed de sangre humana nunca cesa.
-podrás hacerlo, no es la primera vez. será lo mejor- dijo agarrandome la cara con sus manos.
-solo te advierto que no me responsabilizaré de mis actos-
El asintió con la cabeza.
A diferencia de mi hermano, yo perdia el control con demasiada facilidad y eso me había ocasionado muchos problemas. Desde que comenzó el Apocalipsis apenas había probado la sangre humana, solo en una ocasión y los días posteriores fueron una tortura.
Mi hermano contó asta tres con sus dedos y tras acabar salimos de detrás de las piedras.
Tardaron unos segundos en darse cuenta de nuestra presencia pero en cuanto lo hicieron teníamos decenas de armas apuntando a nuestra cabezas. Si ellos supieran que podría matarlos a todos en menos de tres segundos... Pensé mientras esbozaba una sonrisa.
-¿llevais armas?- dijo uno de ellos. Parecía el líder.
-ninguna- contestó Damon.
-las manos a la cabeza y ni un paso mas- volvió a hablar.
Hicimos lo que nos pidió y un hombre se acercó a nosotros para cachearnos. Cuando estuvo cerca de mi su simple olor hizo que cada célula de mi cuerpo despertase junto con el deseo de clavar mis colmillos en su yugular.
Mi hermano me miró, advirtiéndome que no hiciese nada que pudiese delatarnos.
No entendia a que venía eso de estar con gente, llevábamos más de un siglo siendo el y yo contra todo.
-¿quienes soys?- preguntó el hombre que nos había cacheado.
-yo soy Damon Salvatore y esta es mi hermana Anastasia- contestó mi hermano.
-¿que quereis de nosotros?- esta vez quien habló fue una mujer que parecía estar embarazada.
-no podemos aguantar más tiempo sobreviviendo solos, tengo que protegerla- dijo Damon.
Era un gran actor, siempre que quería algo lo conseguía, costase lo que costase y cayese quien cayese. En eso éramos iguales.
-tenemos que haceros algunas preguntas- concluyó el líder.

BLOOD // CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora