Capítulo tres

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Los días pasaron y de Shrek ni las luces, creí que se había olvidado de mi. Me había resignado a creer que era solo un enamoramiento fugaz hasta que un día:

Me encontraba en mi trabajo, ya era mi hora de almuerzo, había empacado mis cosas para ir al puesto de chimichangas de la esquina. Me encontraba revisando mi móvil viendo las cuatrocientas llamadas perdidas y mensajes que tenía de Felix pidiéndome que regresara o que le dijera donde me encontraba. Pero no le respondí aún no estaba listo, necesitaba encontrarme a mí mismo primero. Cuando un cliente se acercó, ni siquiera me molesté en mirarlo y le dije:

—La caja está fuera de servicio, pase a la segunda.

Cuando la preciosa voz de Shrek irrumpió en mis oídos.

—Hola Changbin.

Inmediatamente subí la mirada para encontrarme aquellos hermosos ojos que me llevarían a la perdición.

Debí sonrojarme porque él sonrió y pellizcó mi mejilla izquierda murmurando un suave "lindo".

—S-Shrek... creí que no te volvería a ver.— por fin hablé.— no quería sonar resentido pero estaba seguro que mi voz sonó con reproche.

Y debió ser así porque se aclaró la garganta y su sonrisa se esfumó.

—Lo siento, yo tenía mucho que hacer, mi trabajo me impedía venir a verte. Y soy un tonto, ni siquiera pedí tu número la última vez.—suspiró.— yo.... ¿Podemos hablar en un lugar más privado?— me susurró viendo a mi compañero de trabajo.

Miré a Minho, mi compañero de trabajo quien me sonrió y habló:

—Changbin, es tu hora de almuerzo, ve, si se te hace tarde para venir yo me ocuparé. Pero procura no pasarte de la hora, ¿Eh?

Sonreí, Minho fue la primera persona en hablarme cuando llegué, claro, después de Shrek. Rápidamente nos hicimos buenos amigos y a veces me ocupaba de su turno cuando su novio, un tal Rafa Polinesio venía por él. Me estaba devolviendo el favor.

Me despedí de Minho y agarré mis cosas. Al salir Shrek tomó mi mano y no sabía qué decir ó hacia donde mirar. Era la primera vez que alguien me agarraba la mano, a excepción de mi mamá.

Nos dirigimos a un parque cercano y nos sentamos cerca de un gran árbol.

—¿Cómo has estado Changbin?— interrumpió mis pensamientos.

¿Qué debería decirle? Sería muy precipitado contarle que estaba muy triste y decepcionado porque creía que no lo volvería a ver.

—B-bien, ¿Y qué tal tu trabajo? Dijiste que te impidió verme.

—Ah sí, estuve muy ocupado. Pero por fin pude hacer un espacio para poder ver a la persona que estuve pensando durante toda la semana.

Me sonrojé.

—Ay, Shrek...¡Qué cosas dices!— le golpeé suavemente el hombro. —E-entonces, ¿Cuál es tu trabajo?

Su cara perdió el brillante color verde y sonrisa se borró.

—¿Q-Qué pas-

Y de repente una irritante voz interrumpió la calma.

Amigos, ¿Ustedes son pareja?






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un amor imposible ¦ shrekbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora