VIII. Nueva estación

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¿Había alguien en quien confiar?¿Era yo alguien en quien los demás podían confiar? Tenía miedo de saber la respuesta.

Abrí los ojos, a mi lado se encontraban Alex y Titán despertando, todos perfectamente y sin cambios físicos excepto los mentales. Sobre nosotros había una enorme pantalla donde se observaba como si fuera una película los últimos momentos del reto.

—Excelente trabajo chicos —dijo el teniente acercándose —No eran rivales para ustedes.

—Gran trabajo —declaró un hombre calvo apareciendo tras el teniente —hay una nave esperando por ustedes para trasladarlos a Killer, felicitaciones.

—¿A Killer? ¿Qué hay de Cellic? —preguntó Titán.

—¿Ya olvidaste lo que dije? —replicó el hombre calvo—primero deben ir a Killer y a batalla, luego si es que han sobrevivido podrán hacer uso de su residencia en Cellic.

—Y para eso debemos ganar la guerra —completó irónicamente Alex.

—Así es, la nave Creta I está impaciente —expresó el teniente.

—Vale, fue un placer teniente —dijo Titán decepcionado dándole un abrazo. Alex y yo también le dimos uno de despedida.

Me apenaba no poder despedirme de Lila y Fresa pero no había otra opción, ojalá  las pueda volver a ver en el futuro. También me carcomía la conciencia al no saber de Lorraine, tenía entendido que cayó en el enfrentamiento pero esperaba verla antes de partir.

La nave despegó, pronto nos encontramos volando en dirección al centro de entrenamiento más sofisticado de todos los Super Humanos. Al estar lejos podíamos ver el tamaño de la estación, parecía un planeta pequeño metálico de color Marfil.

La nave descendió sobre una paraje de césped artificial, había alrededor árboles y flores que le daban un aspecto muy terrenal.
Bajamos de la nave, está estación tenía una atmósfera idéntica al de la tierra, definitivamente era fácil confundirse.

—¿Y? —preguntó el hombre calvo—¿Qué les parece?

—Este lugar me gusta —exclamó Titán. 

—Y hay más, deberían ver el aeródromo.

Se abrió una puerta de vidrio como un elevador y nos adentramos en él, de pronto se movió en el aire, como si estuviéramos flotando, a través de la ventana pudimos observar la enorme construcción frente a nuestros ojos.

Después del viaje la puerta se abrió, estábamos en lo que parece una terraza a increíble altura desde donde se podía observar el lugar en general.
—A la derecha tienen sus alcobas, centro de entrenamiento y capacitación, comedor y todo lo que necesiten, al frente tiene acceso a las naves y la tecnología para androides. Solo hay una regla y es que no pueden por ningún motivo ir al sector de la izquierda.

—¿Por qué?— pregunté.

—Es clasificado —respondió—tomen el resto del día libre y mañana preséntense con Asher.

—¿Aquí  usamos nuestros nombres o seguimos con los códigos de identificación? —preguntó Alex.

—Eso depende de su líder, por cierto soy A86 pero pueden decirme Anton —aclaró—por lo pronto terminemos con el proceso de incorporación a esta nave.

Llegamos junto a él a un enorme salón, unos pocos jóvenes hacían fila para que en el centro un robot les colocara un chip en la nuca y una marca de tinta azul que decía "SH".

—¿Es necesario que nos coloquemos eso? —pregunté incómoda.

—Claro que lo es, por prevención.

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