|AMORTENTIA| Draco L. Malfoy

3. Cicatrices

ARABELLA

Luego del aterrador discurso por parte de Dumbledore, terminé de cenar con un vaso de jugo y caminé hacia mi habitación sin pararme a conversar con nadie, sabía que allí ya me esperaban. Doblé una esquina notando algunos pasos detrás de mi, no le presté mucha atención, me daba igual quién estuviera detrás mía, pero cuando me detuve un segundo para acomodar mi túnica noté que los pasos se detuvieron de forma brusca, y no pude evitar que la paranoia me superara. Me di vuelta de golpe dejando en descubierto a quien me seguía. Por Merlín, bendita sea mi suerte.

-¿Qué? -le pregunté, cruzándome de brazos, sin ningún tipo de tacto. Draco dejó de mirar al exterior por el cristal de la ventana fingiendo que me acababa de encontrar.

- ¿Qué te pasa? ¿Te piensas que el mundo gira en tu entorno, Snape? -preguntó con burla. Sonreí levemente analizándolo de pies a cabeza con fingido asco. Él me miró de la misma manera y unos segundos después reímos juntos. Como hubiera deseado que ese momento dure más, pero no, a la fan de Draco le encanta arruinarme la existencia. Y así fue como Parkinson llegó abrazando a mi rubio por la cintura mirándome con notorio desagrado-. Piérdete, Snape, no molestes.

-Eres patético, Malfoy -le recriminé ignorando su disimulada mirada de disculpa-. No te imaginas la pena que te tengo.

Retomé mi camino tranquilamente ignorando los insultos de la Slytherin detrás de mi, el cual se mezclaba con los del demás séquito de Malfoy. Tragué duro, teniendo que ignorar el ardor que se formaba en mis ojos. Nunca me acostumbraría a esto.

Un tirón en mi codo y de repente el pasillo ya no era el mismo. Cabellos de color azabache danzaban frente a mis ojos, rebotando levemente debido al rudo andar. Sonreí dejando que mi mejor amiga me guiara hacia las mazmorras de Slytherin, sequé mis lágrimas en mi túnica para elevar mi mentón de la misma forma que ella, enganchando mi codo al suyo. Melissa me miró con una sonrisa cómplice la cual devolví, luego seguimos nuestro camino en silencio.

-¡Cada año lo mismo! -exclamó una vez pasamos la puerta de la habitación doble que compartíamos. Yo me tiré sobre mi cama ahogando un falso sollozo- Ni siquiera te voy a preguntar qué hizo, está claro que el gran Draco Malfoy para algo si que es creativo: ¡ser un imbécil! -gritó al final seguramente esperando que la oyeran en el pasillo, aunque claramente eso era imposible, las habitaciones estaban hechizadas.

- No hizo mucho, solo me rechazó e ignoró frente a su fan número uno. Estoy hasta decepcionada, el año pasado me gritó pobretona y asquerosa mestiza, está perdiendo su ingenio, la verdad -me burlé moviéndome en mi cama hasta quedar boca arriba.

- ¡Oh no! ¡No vas a fingir conmigo! Sé que ese idiota te importa, y aunque no entiendo porqué, tampoco vas a negarlo, sólo te harás más daño.

- Es fácil decirlo cuando tienes un novio perfecto -murmuré fuerte levantándome de la cama y tomando algo de ropa del baúl. Sin voltearme pude predecir la sonrisa boba en cara de mi amiga.

- No te voy a negar que Benedict es prácticamente perfecto respondió lanzándose a su cama. Esta era la Melissa de la que me encanta burlarme, la enamorada de su hermoso novio de Séptimo, aunque honestamente, ahora mismo solo tenía ganas de que el drenaje de la ducha me lleve hasta el lago y me coma un Kraken o lo que sea que viva ahí.

- Como sea, no babees sobre mi cama.

Última frase y me metí a bañar. Abrí el grifo, sabiendo que el agua saldría en mi temperatura perfecta, y me metí en la bañera una vez que me encontraba ya desnuda. Amaba los niños ricos de Slytherin, puesto que gracias a las donaciones de sus papis para la casa de las serpientes teníamos el lujo de una pequeña bañera personal. Además, el hecho de que hay menos estudiantes en Slytherin nos aseguraban más habitaciones y menos compañeros en la misma. Esta casa es el paraíso.