Capítulo 15. Pesadillas 2/2.

264 24 1
                                    

De pronto el ruido de la puerta principal ser azotada me sobresalta, dirijo mi vista hacia ella y logró ver a Mariela borracha con un tipo regordete a su lado, el tipo hace contacto visual conmigo y me barre con la mirada poniéndome los pelos de punta al imaginar lo que pasa por su retorcida mente.

-Pero mi amor, por que no me dijiste que teníamos compañía- dice el tipo regordete a Mariela pero sin apartar la vista de mí.

Mariela voltea hacia donde el mira haciendo una mueca de asco para decir lo siguiente:

- Ignorala solo es la bastarda, mejor vamos a divertirnos tú y yo

- ¿Por qué no la invitamos a jugar mi amor?

Y ahí es donde todo explota, la cara de Mariela se torna de un color rojo de irá y se que lo que vendrá no será para nada bueno.

Comienza a empujar al tipo fuera de la casa mientras que él le dice que por que se pone así y se va.

Mariela voltea a verme con sus ojos ardiendo de irá.

- ¿No te cansas de quitarme todo bastarda? Siempre estas ahí- comienza ha acercarse con las manos hechas puños mientras yo retrocedo- enredando a los hombres que quiero para que sólo te miren a ti- sigo retrocediendo hasta que topó con la isla de la cocina y ella me acorrala- me quitaste a mi marido maldita zorra- y sin decir nada más comienza a golpearme.

Me golpea con tanto odio, golpea mi estómago y por primera vez intento defenderme, comienzo a forcejear con ella pero eso sólo hace que me golpee con más fuerza.

Lloró por que sé que puedo perder a mi alienígena, lloró por que ya no tengo fuerzas para luchar, lloró por que aunque los golpes cesaron siento una opresión en mi pecho, lloró por que un líquido carmesí comienza a descender por mis piernas, lloró por que sé que lo he perdido todo.

(...)

Despierto sobresaltada, con lágrimas bajando por mis mejillas al recordar la horrible pesadilla que tuve y lloró con más fuerza al saber que no sólo fue una pesadilla sino que más bien, fue mi desastrosa realidad.







No hay mejor maestro que la experiencia más amarga de uno mismo.

Las zorras también lloran.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora