Mis Tres Oscuras |Darks #2|

[2¹.]

Narrador Omnisciente

En un cuarto, de paredes color rosado, cama con fundas rosadas ,escritorio blanco y un closet marrón.

En una grande ventana estaba asomada una niña de pelo marrón y ojos avellanas. Estaba mirando la casa de en frente, la de sus misteriosos vecinos, porque casi nunca el hijo de la señora salia ni socializa con nadie, de vez en cuando la mamá socializaba con la suya y cada que la observaba a ella siempre estaba alegre con una sonrisa contagiosa.

La niña ya lo había visto, tenia cabello negro y ojos azules. Ella sentía mucha curiosidad por esa casa y sus habitantes, en especial en su vecino.

A la niña le llego una idea, salió corriendo de su cuarto, nerviosa fue hacia la sala donde estaba su mamá dormida en el mueble en frente de la televisión.

—¿Mami?.

La mamá solo se removió sobre sí misma pero no despertó.

—¡Mama! —La movió más fuerte ésta vez.

La mamá dio un pequeño salto de miedo mirando a todos lados desconcertada.

—¿Q-Que sucede? —Pregunto somnolienta.

—¿Puedo ir a jugar?.

—S-Si....Pero no te alejes demasiado y no vayas a casa de desconocidos, ¿Ok?.

—Si, si.

La niña ansiosa salió de la casa y corrió hacia la casa de en frente, deteniéndose en el umbral.

Ella miró un timbre y se estiró para tocarlo, pero, no lo alcanzo.

Se estiró un poco más y no funcionó, saltó y tampoco lo alcanzó. Se regresó algunos pasos para tomar vuelo y corrió para luego saltar, y sin embargo, tampoco lo tocó.

La niña sollozó llena de impotencia. Pero entonces unos pasos se escucharon desde adentro, y ella se puso nerviosa.

Ella retrocedió unos pasos y la puerta se abrió dejando ver, a una mujer de no mas de 25 años ,de pelo rubio y ojos azules. Con una gran sonrisa.

—¡Ah hola!. Tu debes ser la hija de Liliana, ¿Verdad?.

La niña sonrió, —Si.

—Ah, que hermosa eres, pequeña y Dime ¿Que te trae hasta mi casa?

La niña bajó la cabeza apenada,—Es que vi su casa y...¿Su hijo puede salir a jugar conmigo?

—Ah, bueno...Si quieres puedes entrar a jugar con él. —Le ofreció de buena gente.

—¿Si? —Pregunto emocionada.

—Claro, pasa.

La señora se hizo a un lado para que la niña pasara, pero la niña recordó que su mama no le dio permiso para ir a casa ajena.