El encuentro

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Al principio la noche era mas fría y oscura que el mismísimo Hades, mi nacimiento trajo algo de luz. Mi tenue rayo permite a  dioses y mortales descansar. La relativa oscuridad da la sensación de privacidad que hace que los amantes unan sus cuerpos y que los inocentes se conviertan en criminales. Soy una gran confidente, a diferencia de mi hermano que cuenta lo que ve a la menor provocación. Mi silencio no viene de la empatía, si callo es por las historias. Soy una gran coleccionista de ellas. Mis favoritas las dibujo en el firmamento con estrellas. Haría cualquier cosa por una buena historia, solo piénsalo,   si fuera tan indiscreta como mi hermano, nadie aprovecharía las horas de descanso para cometer crímenes, declarar amores o simplemente salirse de personaje. Una de mis historias favoritas ocurrió recientemente cuando la joven diosa, que posee dominio sobre mi, paseaba con su séquito de ninfas por Creta.

Aquella noche yo me encontraba tan resplandeciente, que me dio pena la tranquilidad del mundo en aquel momento. "Ninguna historia empezará diciendo que aquella noche Selene estaba mas bella que nunca", recuerdo que pensé. Cuando de repente vi que en las faldas de monte Dicte un hombre con lanza en manos trataba de cazar a un enorme Jabalí. Aquel sitio era un lugar sagrado, cerca de allí se encontraba la cueva donde Rea escondió a Zeus de la voracidad de Cronos. Solo Artemisa tenia permitido cazar en aquel lugar. A mi no me gusta meterme en cosas de dioses y mortales, pero, pensé que un asesinato podría volver la noche mas interesante y no moriría cualquier mortal sería Orión, quien, no era gran cosa pero algo es algo. Artemisa es conocida por su aversión al sexo masculino, no confía en ellos, algunos han intentado aprovecharse de ella, otros han dañado a algunas de sus ninfas. Por ello cuando le di la noticia decidió ir sola a resolver el problema, llevando su dorado arco con ella.

Se posó en una colina desde donde apuntaba a Orión con una flecha tan filosa que ningún escudo o armadura podía detenerla. El pobre mortal se encontraba luchando con esa enorme bestia, parecía que estaba perdiendo. Su burda lanza estaba ya partida a la mitad, él tenía golpes y cortes por todo el cuerpo, sus movimientos eran toscos y torpes, reflejaban el cansancio.

   — Selene, ¿sabes quien es aquel mortal? — me preguntó la joven diosa mientras seguía a su víctima con su arco.

   — Se llama Orión. Es famoso entre los mortales por su gran belleza y por que es un increíble cazador, el mas grande que ha existido dicen algunos.—respondí

   — Nunca he oído hablar de él, si fuera tan gran cazador como tu dices ¿no crees que me rendiría culto a mi?, aparte no hay cazador mas glorioso que yo.

   — Tal vez, él le rinda culto a su hermano, mi diosa, y no mal entienda mis palabras,  es solo bueno entre los mortales que es poco a mi parecer comparado a su gran divinidad — contesté tranquilamente, dado que estos nuevos dioses suelen ser mas sensibles de lo habitual. Solo hace unos días una de estas nuevas diosas aniquiló a todo un pueblo simplemente porque habían matado a dos ninfas por accidente, como si estas no se dieran literalmente en los arboles.

El mortal había tropezado y se le dificultaba ponerse de pie, mientras, el enorme Jabalí tomaba impulso para embestir al muchacho. Por un momento pensé que el animal acabaría primero con él, pero, Artemisa con  un movimiento rápido tensó y soltó la cuerda del arco, haciendo que la flecha viajara a tal velocidad que el sonido llegó después del golpe. Solo bajo mi luz, pudo haber ocurrido esto: la diosa no mato al mortal, lo salvó atravesando al Jabalí.

El jabalí cayó ante los pies de Orión, el confundido joven, giró su cabeza hacia todos los lados tratando de buscar a su salvador. Fue cuando vio la reluciente flecha dorada que se dio cuenta que esto era obra de algún dios que se apiadó de él.

   — Oh, gracias, gran poderoso — gritó al cielo — a ti debo mi vida solo alguien como tu es capaz de tal acto de generosidad y habilidad,  sacrificaré una vaca en tu honor. Mi poderoso y gran señor Apolo.

Al oír esta plegaria Artemisa bajo del monte al encuentro de Orión. Se apareció ante él con toda su divinidad, su cabello ondulaba en el viento su armadura brillaba a la par de mi resplandor. Si hubiera sido mi hermano o Zeus quien se presentara de esa forma frente un mortal este acabaría calcinado al instante. Pero Artemisa era Diosa de la luna y como yo era fría y resplandeciente.

   — Mortal, osas interrumpir en campo sagrado y después desprecias a la diosa que te salva la vida negando sus habilidades. Aquel animal tenia mas valía que tu, por ello, hoy conocerás la furia de un olímpico — recitó Artemisa con su voz metálica de diosa parecida al sonido de dos espadas al chocarse, lo mas seguro es que le mortal no entendiera ni una palabra.

Orión salió corriendo, con lágrimas en los ojos, pero, su lesión en el tobillo hizo que tropezara y cayera golpeando su cabeza con una roca y quedando inconsciente. Al ver esto Artemisa se preocupó, pensó que había matado al primer humano que había salvado ya desde hace mucho tiempo.

Artemisa y Orión - Fanfic de Lore Olympus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora