Tantas historias

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Las reglas eran obvias, el mortal podría acompañar a Artemisa en sus noches de caza y de exploración, cazaría solo a los animales que ella digiera y  él no podía hablar o acercarse a ninguna de las ninfas. Si Orión desobedecía ella haría que su perro se lo comiera vivo. Con estas condiciones Orión paseaba las noches al lado de la diosa. Al principio Orión era parecido a un bebé aprendiendo a caminar comparado con la agilidad de la diosa. Al escalar montes, cuando ella había llegado a la cima, él apenas había avanzado unos cuantos metros, se caía, se golpeaba, los insectos le perseguían y picaban. Artemisa nunca había convivido tanto con un humano, le desesperaba y le parecía imposible la fragilidad de Orión.

Con el tiempo el corazón de Artemisa se fue ablandando y el cariño que empezó a surgir hacia Orión era parecido al de un amo y su mascota. Pensé que en cualquier momento el joven mortal aparecería con un moño rosa en el cuello y una cadena. La cercanía de Orión con la joven diosa, al pasar el tiempo, lo hizo mas rápido, fuerte y resistente. Sus habilidades natas de cazador se volvieron refinadas y apreciadas por Artemisa. Cuando no cazaban hablaban. A Artemisa le parecía increíble como un humano con una vida tan corta tenía tanto que contar. Le habló de su niñez con su viejo padre. Los dos vivían en un monte muy alto criando cabras, ellos viajaban días para llegar a la ciudad mas cercana para vender sus productos, ya que,  antes que él naciera Zeus inundó el pueblo cercano porque nadie le dio refugio mientras estaba disfrazado de anciano. Solo el padre de Orión le tendió la mano a  Zeus. Como agradecimiento Zeus cumplió su deseo de tener un hijo. Nació a través de un ritual donde su padre enterró una piel de toro en su jardín y orinó encima de esta, a los nueve días él surgió de la tierra. La historia era algo nauseabunda pero Artemisa había escuchado cosas mas extrañas provenientes de Zeus.

Las noches fueron pasando, su relación fue evolucionando desde dos desconocidos a amo y mascota,  a maestra y discípulo y por último, una noche, vi lo que esperaba en los ojos de Artemisa. No soy experta en tramas de corazón como Eros, pero, la experiencia propia y las millones de historias de las que he sido testigo me han dado cierta sensibilidad.

Los dos cansados de correr junto a los lobos en busca de presas, pararon en una laguna para refrescarse, yo me reflejaba hermosamente. Artemisa estaba encima de una roca, mientras Orión entraba al agua, ella contaba aquella vez en que junto a su hermano vencieron a una familia que había ofendido a su madre. El joven se sumergió en el agua y salió inmediatamente. Las gotas de agua fría recorrían las líneas de su cuerpo y mi fría luz resaltaba su aclamada belleza, en ese momento, la diosa cazadora no fue ajena al atractivo de aquel mortal. La belleza de los mortales no asemejan a la de los dioses. Los dioses tenemos la belleza de los metales preciosos, líneas precisas y delicadas, no hay defectos, incluso, nuestras cicatrices son perfectas. En cambio los humanos tienen la belleza de la naturaleza desordenada, tosca, irrepetible y aleatoria. El mas bello de los humanos no imita la belleza de un dios, sino, que es una expresión de lo mas terrenal. Artemisa amaba la libertad y la naturaleza, y la personificación mortal de estos elementos se encontraba nadando hacia ella y ofreciéndole una sonrisa. El corazón de la diosa comenzó a latir a mayor velocidad mientras Orión mas se acercaba hacia ella. Cuando entre los dos apareció Hermes.

   — Artemisa, Zeus nos necesita, hay una especie de reunión extraordinaria o algo así. ¿Quién es ese, acaso es tu novio? — preguntó Hermes mientras flotaba encima de Orión y lo inspeccionaba.

   — ¡NO!, que asco, claro que no, es mi... — dudó por un momento — mortal-mascota — acabó de decir con una risa nerviosa.

   — Como sea, vamos no hay que perder tiempo — dijo Hermes quien junto Artemisa desaparecieron en un pestañeo.

Artemisa y Orión - Fanfic de Lore Olympus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora