El reto

509 28 0
                                    

El joven cazador despertó dentro de una cueva junto a un cálido fuego, por un momento pensó que todo había sido un mal sueño, pero, a su lado se encontraba la diosa que juro castigarlo. Su primer instinto fue correr y al hacerlo notó que su cuerpo ya no dolía, sus lesiones y heridas estaban sanadas. Artemisa lo tomó y lo volvió al piso.
—    ¿A dónde crees que vas mortal, me debes explicaciones y agradecimientos? — dijo la diosa mientras mantenía al joven en el piso con un solo dedo.
—    Discúlpeme diosa si la he ofendido, juro que sacrificaré un ganado entero por mi ofensa y para demostrar mi gratitud.
—    Eso no me vasta. Quiero explicaciones, no hay mortal que no sepa que es este lugar, dime ¿Qué razón te llevó a querer cazar en mi territorio? — soltó al joven quien inmediatamente se puso de rodillas.
  —    Diosa, no hay excusas para lo que he hecho, pero, es cierto cuando le digo que desconocía mi paradero. La vida me ha llevado a vagar por el mundo, en busca de un hombre cobarde que no es capaz de pagar una deuda y en mi búsqueda he sido merecedor del asecho de una diosa que no puede encontrarme de noche. Lo que tengo de buen cazador, lo tengo de mal navegante, durante mi travesía quede sin provisiones y con hambre busqué alimento. Mi ego no se conformó con comer bayas o frutos, tuve que cazar, le repito, mi señora, que no sabía que eran sus tierras. Por favor perdone la vida de un vago que ha perdido el rumbo de su vida.
—    Hablas demasiado para decir nada. Haz dicho que eres un gran cazador, yo soy diosa de la caza, ¿Por qué no he oído nada sobre ti?
—    Será porque mis desgracias han sido mayores que mis triunfos. Los poetas no atraen público con personas como yo. Mi mas grande hazaña como cazador fue liberar a una isla de bestias matando a cada una de ellas, desgraciadamente, el rey para quien trabajé no me dio mi recompensa. No solo conforme con eso me dejó ciego. Si no fuera por la intervención de Helios yo no hubiera recuperado la vista. Antes de nada quiero agradecerle por curar mis heridas.
—    No es nada, no soy mi hermano, para tu desgracia, pero soy buena curando también. Si eres tan buen cazador, como dices, tu ofensa hacia mi la puedes pagar compitiendo conmigo. Mañana en la mañana cuando la aurora salga comenzaremos. Si cazas mas bestias que yo te dejare ir, sino, te mando al Hades — al decir esto, Artemisa se dio cuenta como Orión comenzó a temblar — no te asustes, no cazaremos aquí. Las bestias de este lugar son imposibles para ti, la cercanía a mi divinidad y la relación de Zeus con este lugar, las han hecho mas grandes, rápidas y longevas que cualquiera en el mundo. Cazaremos a las afueras, hay un bosque que justo hoy exploraba con mis ninfas.
—    Diosa, me temo que si acepto su reto, aun que le gane, cosa claramente imposible, la diosa a la que temo vendrá por mi antes de que nuestra competencia empiece y el destino que ella me dará es peor que la muerte. Le ruego me mate ahora pues es justo lo que al fin al cabo hará. No juegue conmigo como gato con su presa — decía el mortal entre llanto mientras inclinaba su cabeza al piso.
Artemisa conocía a los suyos, los dioses en ocaciones se obsesionaban con un mortal que no dejaban en paz, hasta que lo destruyeran. Todo por su diversión. Incluso Atenea, la mas sobria de todos los dioses, escogía favoritos que les hacía ganar guerras y después traía hacia estos mismos desgracias simplemente porque el día estaba tranquilo o por que los sacrificios no eran hechos a su manera. El orgullo de Artemisa le había hecho pensar que en eso estaba por encima de los demás. Pero no era así, se dio cuenta que se encontraba en ese momento atormentando a un mortal solo porque se acordó de su hermano antes que ella. La ira de un dios es mas que suficiente, pensó Artemisa, y dejó al joven en paz con la promesa que ahora solo la adoraría a ella y que le contara quien era la diosa a quien ofendió.
Orión contó que nunca hubo alguna ofensa a ninguna diosa, al contrario, hubo amor de mas. Mientras se encontraba con Helios después de que este le regresara la vista, apareció mi hermana Eos, la que trae la aurora. Esta historia ya la conocía. Mi hermana, de vez en cuando, enamoraba o raptaba a un joven y atractivo mortal para su placer. Estaba casada con Astreo y sus infidelidades eran comparadas con las del mismísimo Zeus. Su adicción a los mortales era una maldición hecha por Afrodita y Eros. La ofensa de mi hermana fue haber yacido con Ares amante de Afrodita. Orión huyó de mi hermana al enterarse de lo que hizo con un joven llamado Titono, mi hermana estaba tan enamorada de él que convenció a Zeus en volverlo inmortal, pero, olvidó pedir conservar la juventud de su amante. Cuando la primera cana apareció en el cabello de Titono, Eos lo abandonó en un cuarto hasta que su cuerpo se consumió y su voz se transformó en el canto de las cigarras. Orión hizo bien en huir de mi hermana.
Artemisa estaba familiarizada con las aventuras de Eos, así que sintió pena por el pobre muchacho, le dijo que podía quedarse con el Jabalí y el día lo podía pasar en esta cueva, pero, que mañana desapareciera del sitio. Me lamenté por el horrible final, en los encuentros entre mortales y dioses suele haber más acción. Pero el encanto de mi luz en la oscuridad lo volvió a hacer, antes de que Artemisa abandonara la cueva Orión se puso delante de ella, se inclinó y le pidió ser su di. Un gran "¡qué!" Por parte de Artemisa retumbó por los alrededores. La respuesta de ella fue un tajante no, a lo que el muchacho replicaba diciendo que la mejor forma de adorarla sería sirviéndole. Ella le dijo que no aceptaría en su séquito a un mortal y mucho menos a un hombre, pondría en riesgo a sus ninfas y a su reputación. Orión insistía tanto que Artemisa le puso un reto: esta noche ella y sus ninfas estaban a la caza de un gran lobo, proveniente de esta zona, que había atacado la noche anterior una aldea, la distracción que Orión causó no permitió que terminaran esta tarea. Si Orión le daba caza a ese viejo súper lobo ella lo aceptaría en su séquito con algunas restricciones . El joven emocionado aceptó y Artemisa desapareció de su vista.
La noche siguiente, cuando yo me encontraba en lo mas alto del firmamento, Artemisa se presentó al punto de encuentro con Orión. Encontró al mortal desollando al lobo de la apuesta. Mi compañera nocturna no tuvo mas que hacer que valer su promesa.

Artemisa y Orión - Fanfic de Lore Olympus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora