Capítulo 2

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Capítulo 2

 

 

Mi nombre es Kera, y mi padre es el capitán de la nave La Lagrima.

No sabía muy bien porque le había puesto ese nombre, que a mí no me resultaba nada aterrador, pero, el caso, es que en cualquier ciudad, o pueblo, al oír el nombre del barco de mi padre la gente moría de miedo.

Mi madre había sido una mujer de bien, que vivía en una de las poblaciones en las que mi padre arribo antes de convertirse en el rico y temido pirata que era ahora.

Ella se enamoro de él perdidamente casi al instante, al igual que él de ella.

Mi madre robo a su familia una gran cantidad de dinero para poder escapar con mi padre.

Juntos compraron lo que ahora es nuestro hogar, nuestro barco.

Estuvieron navegando juntos durante muchos años, hasta que me tuvieron a mí.

 Ambos eran inmensamente felices, no vivían por aquel entonces de la piratería, eran simples pescadores.

Pero la familia de mi madre no estaba nada feliz al ver a su hija partir con un hombre cualquiera, cuando su destino era unirla con el príncipe del reino en el que vivían.

Mandaron enormes navíos en busca de mi pobre madre.

Al principio les resulto fácil esquivarlos, el mar de nuestro mundo era inmenso y era muy fácil perderse en él.

Pero los capitanes de los barcos mandados por mi abuelo, superaban a mi padre en experiencia y los encontraron.

Intentaron asesinar a mi padre, para evitar que mi madre volviese a escapar.

Pero, oh, pobre de ella, que vivía absolutamente enamorada de su marido.

Se interpuso entre la espada que debería habérsele clavado a mi padre en el corazón, y murió.

Desde aquel entonces, mi padre se convirtió ahora en lo que era.

Un temido pirata, que asaltaba a todos los barcos que venían de Rilia. Intentando a si vengarse de ese reino que tanto daño le había causado.

También decidió que me entrenaría, convirtiéndome así, en la primera mujer pirata.

Bueno, mujer aun no, él, a pesar de que tenía ya dieciséis años, seguía considerándome una niña, su niña, y no me permitía participar en ninguno de los asaltos.

Pero algún día lo haría, y les demostraría a todos de lo que era capaz.

Mientras pensaba con rabia en el asalto del día anterior, alguien llamo a la puerta y sin esperar a que contestase, entro.

-Padre-Dije con la voz llena de rabia.

-Kera-Dijo el suplicante- Entiende que no quiero que te pase nada.

Por única respuesta cogí el puñal de encima de mi mesilla y se lo tire.

Se clavo en el marco de la puerta, justo al lado de su cabeza.

-Me parece-Dije con arrogancia- Que soy lo suficiente capaz de defenderme sola.

Mi padre saco el puñal y me lo devolvió.

-No quiero perderte- Me gire enfadada, siempre decía lo mismo, no se daba cuenta de que yo no era como mi madre, de que yo si sabia defenderme.

-Padre ¡Llevo toda mi vida entrenándome para saber defenderme! ¿Cuándo me dejaras demostrar mi valía?

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