𝑂𝑛𝑒-𝑠ℎ𝑜𝑡𝑠 || 𝐷𝑟𝑎𝑔𝑜𝑛 𝐵𝑎𝑙𝑙

10. Dyspo

  Nota: Es un poco corto, pero en general nos gustó como lo hicimos. Esperamos a ustedes también.

  Pedido hecho por CalipsoAstromica.

  (Dinos en un comentario que te ha parecido esta pequeña historia.)

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Amor eterno

— ¡Justicia! ¡Si! Yo gano, otra vez.

— Siento que esto es injusto —se quejó cierta pelimorada con un puchero—. Toppo siempre gana.

— Yo puedo hacer que ganes. —dijo Vuon a su lado, poniendo las fichas de nuevo en la salida.

— ¡En serio, ¿cómo?! —[inserte esta cara  --->  :D ]

  El de piel marrón-naranja señaló su mejilla con su dedo índice. ______ no sabía exactamente que hacer, pero su amado novio le había pedido muchos de esos; así que se acercó y depositó un pequeño beso.

  Frente a ellos se encontraba el segundo al mando de la Tropas del Orgullo, estrujando en sus manos las inocentes piezas del juego.

  Vuon sonrió complacido, sin dejar de mirar a Dyspo, y desordenó el cabello de la menor mientras elegía por ella sus nuevas fichas.

— Elemento sorpresa —menciona—: ______ elige a Son Goku, quien es invencible y le gana a Jiren. En fin, ella gana.

  ....

— No encuentro fallas en su lógica —Toppo mira a Jiren—, ¿verdad?

  Jiren en respuesta tensó la mandíbula y de giró dándoles la espalda. Todo sonrieron por su reacción algo infantil.

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— Tu cabello es tan suave... —______ inmediatamente se sonrojó por las palabras de héroe—. ¿Me dejas peinarlo?

— ¡No! Eso lo hago yo —gritó Dyspo al borde del colapso por los celos—. Ahora te pido amablemente que dejes en paz a mi novia.

  Vuon sonrió de lado, abrazando a la mujer por el cuello y pegándola a él.

— A ______ no parece molestarle. ¿Verdad, bolita de algodón? —ella se encogió de hombros regresando a su lugar.

— ¡Oh! ¡Que gran apodo! —gritó Toppo— Ahora eres oficialmente: ______, alias Bolita de algodón, novia de un hombre fuerte y muy celoso Pride Trooper que intenta matarnos a todos con la mirada en este preciso momento.

— Hahaha... Espera, ¡Dyspo no mates a tus compañeros!

— Aún no, estoy esperando en el momento oportuno, linda.

— Si, linda. Dyspo no pasaría los límites jamás. Aunque... la verdad, si se trata de ti, yo sí lo haría.

— ¡Eso es todo! ¡Te mataré!

  Dyspo se lanzó al ataque cual fiera cazando a su presa, literalmente; Vuon no pasaría de este día. Es decir, ¿quién sería tan tonto como para intentar seducir a la mujer de aquel héroe? No terminaría bien, eso es obvio, sino deberían preguntarle a Jiren.

— ¡Jiren, atrápalo! —Toppo sujetó al segundo implicado en la pelea, abrazándolo hasta quitarle cualquier movimiento.

— Dyspo... —regañó Jiren, parado aun en su lugar con los ojos cerrados y la mandíbula tensa. Dyspo no tuvo de otra más que detenerse.

  Ambos héroes de las Tropas del Orgullo se veían cansandos, con uno que otro rasguño o golpe y el uniforme lleno de polvo. El campo de rosas en la casa de _______ había desaparecido. Ella suspiró, debería empezar desde cero para nuevamente tener un bonito jardín.

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— ¿Estás loco? —suspiró la ojos negros, curando la herida que su pareja tenía en su mano derecha— Solo mira tu mano. Por Zeno-sama, podrías haber matado a Vuon.

— Pero no lo hice.

— Pero podrías.

— Pero...

— Silencio. No quiero empezar con esta conversión que sé que no tendrá fin y sé que la haces para que olvide los acontecimientos.

— Me conoces tan bien. —Dyspo sonrió, ladeando su cabeza un poco para ver como el pecho de su pareja subía y bajaba a causa de su respiración nerviosa. Ninguno de los dos se habían acostumbrado a estar solos y tenerse tan cerca uno del otro.

— Tres años de relación deben servir de algo, ¿no?

— Así es... —_______ sonrió, causándole ternura—. ¿Sabes que tres años de relación sirven para saber si en realidad amas a esa persona especial?

— ¿Que quieres decir?

— ¿Tú me amas en verdad?

  Pasaron unos segundos. Ella no contestó y él bajó la mirada, alistándose para escuchar: "No. Amo a alguien más." Pero en su lugar recibió un beso y seguidamente un cálido abrazo.

— Te amo como no tienes una idea, y eso hace que tenga miedo, mucho miedo.

  Dyspo con dudó en corresponder el abrazo y hundió su cabeza en el cuello de la fémina, inhalando la dulce fragancia que desprendía.

— ¿Por qué dices eso? —susurró después de unos minutos manteniéndose en la misma posición.

— Porque te estoy dando el poder de destruirme en cualquier momento.

— Yo nunca te haría daño.

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