4

1K 196 131
                                    


Corrí por el campus de la universidad, había sido un idiota sin remedio, dormir mal, beber un poco de vino, no me había ayudado a descansar como debía. Mi cuerpo se sentía agotado y ese día terminaba con mis clases de mi penúltimo año. Solamente debía terminar con un examen, mas bien, entregarlo, ya que este solo consistía en un informe de un numero considerable de paginas.

Me había confiado. Ajuste un poco mas el collar en mi cuello, un regalo de hace unos cuantos años, a veces se soltaba un poco, pero a mi me gustaba usarlo ajustado, continúe con mis pasos acelerados, llamando la atención de muchas personas a mi alrededor, no me importaba.

Escuche un escandalo de un lado del campus, bajo unos arboles, mire en esa dirección y encontré a mi grupo de amigos regalándome sonrisas burlescas, ellos ya habían entregado sus informes, por ende, eran libres, y de seguro que no se habían dormido en la mañana, solté un gruñido y les regale un saludo de mala gana, no tenia ánimos durante esa mañana, para nada.

Luego de terminar mis exámenes, pasaría tan solo un par de días en la ciudad, luego volvería a casa.

Me encontraba en mi cuarto año de estudios, y a pesar de que era poco tiempo, los recuerdos de mi hogar han sido un poco difuminados con el tiempo, a pesar de que visitase el lugar de vez en cuando. Mas bien, me sentía como si tuviese memoria selectiva, solamente ciertas cosas habían comenzado a desaparecer en mi mente, como si alguien eligiese libremente que se quedaba en mi mente y que era desechado.

Y debido a esas lagunas mentales, era que no me sentía realmente emocionado por volver a ese lugar, no realmente, al ir me sentía constantemente como un desconocido de mi mismo.

Eliminé mis pensamientos y me concentre en el profesor frente a mi, me miraba de una forma reprobatoria, sabia que me lo merecía, le regalé mi mejor expresión, apelando a su compasión para que recibiese mi informe, solamente era un par de minutos tarde, dos minutos, no era demasiado.

- Nakahara-san – comenzó – creo que advertí bastante que seria estricto con respecto a la hora

- Lo sé profesor – comencé, por un momento pensé en inventar una excusa – no tengo excusa – solté, escuché un suspiro salir de él

- Al menos eres sincero, solamente por eso te lo recibiré – sentenció

Entonces si pude sonreí de forma sincera, volví a disculparme y me despedí del profesor, camine rápidamente hacia la zona donde había visto anteriormente a mis amigos, ya podía relajarme por completo. Ajuste un poco mi sombrero negro, lo había comprado en mi primer año y desde entonces lo llevaba constantemente conmigo, casi como si este me diese suerte.

Observé a mis amigos y me acerqué, dejándome caer sobre el césped, recostándome y dejando mi cabeza sobre las piernas de mi amigo. Le regalé una sonrisa y cerré mis ojos.

- Veo que te permitieron entregar el informe

- Claro

- ¿Qué hiciste? Ese profesor es bastante estricto – comento otra amiga

- Fui honesto – dije, comenzando a sentir la mano de mi amigo jugar con mi cabello, siempre me comentaban que este poseía un hermoso color

- Vamos, nadie podría decirle que no a Chuya, tiene un cabello hermoso, unos ojos claros y un rostro de bebe, sabe usarlo a su favor

- No hago algo como eso – dije frunciendo el ceño

- Claro – dijeron unos cuantos al mismo tiempo

CuriosidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora