𝘱𝘰𝘴𝘴𝘦𝘴𝘴𝘪𝘷𝘦; 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘢𝘣𝘰 & 𝘷𝘰𝘭𝘬𝘢𝘤𝘪𝘰

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Siente cosquillas en su pierna, por lo que aún con los ojos cerrados sonríe moviéndola con el fin de profundizar más el tacto.

Abre lentamente los ojos esperando encontrarse con aquel chico bonito de ojos grises, pero se sobresalta al encontrarse cientos de hormigas caminar a lo largo de sus piernas.

—¡Joder!—Se aparta dando palmadas ciegas a sus propias piernas en un intento de quitarlas, odia los insectos.

Al lograr deshacerse de las hormigas y tranquilizarse un poco, comienza a buscar con la mirada a todas partes. Sin rastro de Volkov ni su motocicleta. Sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas, estaba solo.

Mierda.

Sentía pellizcos en su cabeza por la resaca, el sol pegándole directamente en la frente no hace las cosas más fáciles.

Aún voltea hacia todas partes, esperanzado de que Volkov aparezca, pero no sucederá.

¿Ahora qué coño iba a hacer?

No tenía móvil, ni vehículo, ¡ni siquiera sabía cómo llegar a la ciudad! No sabía dónde cojones estaba.

Palmea su ropa limpiándole la tierra, ¿cómo fue que se arriesgó a venir hasta acá? ¡¿cómo el maldito comisario fue capaz de dejarle solo en medio de las montañas?! Menudo hijo de puta, después de que Horacio le ayudó a escapar le paga con esto.

Necesitaba a Gustabo, él era el que lideraba este tipo de situaciones y le guiaba, que aunque la mayoría de las veces no sabía a dónde iba, siempre lograba confortar a Horacio y no darse por vencido.

Suelta más lágrimas pensando en Gustabo, nunca debió separarse de él, nunca.

Da un largo suspiro, y se dispone a caminar hacia abajo, esperando que sea el camino correcto mientras se abraza a sí mismo.

•.•.•.•

Volkov llega a su apartamento con la respiración agitada, literalmente.

Corre hacia su baño personal abriendo el cajón de golpe, siente sus pulmones contraídos, que el oxígeno se le acababa cada vez más.

Remueve desesperadamente entre todas las cosas, buscando aquel inhalador por todas partes, al encontrarlo, lo saca con brusquedad y presiona el botón para aspirar profundamente.

Poco a poco se siente mejor, con el aire llenando sus pulmones nuevamente, pero el sentimiento de culpa no lo puede dejar tranquilo.

Prácticamente huyó de sus compañeros policías con un chico amable que le ayudó en el proceso y después lo deja tirado en medio de la nada, ¿acaso podría ser más mierda?

Se mete a la ducha, intentando relajarse.

El agua corre por su cuerpo, deshaciéndose del sudor y tierra.

Se nota que no aprende de sus errores, comete la misma gilipollez una y otra vez.

Esto no es totalmente lo mismo que ocurrió con Rogelio, Horacio es muy diferente y Viktor lo tiene claro, aquel chico de cresta lo único que logró fue hacer que pasara un buen rato, experimentar algo nuevo por unos cortos minutos, pero eso no lo hace correcto.

Menos mal no tendrá porqué verlo de nuevo, una vez que lo echen del cuerpo nacional de policía, se irá de Los Santos para siempre.

Sale de la ducha con su toalla gris rodeándole la cintura, buscando en su mesita de noche su segundo celular.

Al encenderlo, tenía 98 llamadas perdidas de Ivanov, 24 de Greco y 4 de Paola.