TaeHyung miró concentrado la ficha de ajedrez para, luego de muchas dudas, moverla.
Casi sudando frío vio como JungKook clavaba sus ojos en él y tomaba otra para moverla también, sin dejar de mirarlo.
—Jaque, Tae.
Y TaeHyung explotó. Tiró el ajedrez al suelo con furia para luego cruzarse de brazos y escuchar la risa burlona de JungKook. Llevaban jugando más de tres horas y todo porque Kook le prometió que si ganaba una partida de ajedrez al menos, le permitiría ir a la ciudad solo por todo un día.
Ahora comprendía por qué JungKook había aceptado fácilmente esa propuesta. Sabía que ganaría en todas las partidas.
—¿Por qué te enojas Tae? Quizás la próxima partida sea la tuya.
Y TaeHyung sabía que se burlaba de él. Por ese motivo se levantó y se fue a su habitación. Estaba muy frustrado y enojado. Quería dejar de estar encerrado ahí, en esa mansión. Podría tenerlo todo pero no tenía amigos (el único era JungKook), tampoco conocía los parques que había visto en internet, ni siquiera sabía como sería la vida en una escuela. Todo lo que un chico humano normal debería haber vivido. Y aunque él era un chico humano normal no había vivido nada de eso.
Se tapó el rostro con una almohada y gritó contra ella todo lo que sentía. Pero no fue suficiente, por lo que terminó arrojando todo lo que pudo al suelo. Escuchó como Kook lo llamaba del otro lado de la puerta, pero no quiso abrirla, no quería verlo.
Iba a arrojar un retrato que tenía con JungKook cuando en ese momento le tomaron de la muñeca.
—Cálmate, Tae.
—¡No me pidas que me calme porque no lo haré! —exclamaba removiéndose furioso, sobre todo porque ni siquiera lograba mover a Kook unos milímetros —¡Te odio! ¡Me tienes aquí encerrado todo el día! ¡Por tu culpa no tengo amigos ni una infancia normal! ¡Para vivir así hubiera preferido que me dejaras morir aquel día en el bosque!
JungKook no lo soltó en ningún momento, tampoco cambió su serio semblante, solamente esperó que a TaeHyung se le pasara el berrinche y entonces recién ahí habló.
—No te quiero privar de tu libertad, tampoco quería que vivieras encerrado conmigo, pero teniendo en cuenta mi vida no había otra forma de criarte, sólo esta, al menos hasta tus 16. Ya te lo dije, a esa edad podrás irte de casa y nunca más volver si eso deseas, pero sólo a esa edad. —sentenció JungKook.
Y aunque por dentro deseaba que TaeHyung no se fuera nunca de su casa, aun así sabía que no podía privarlo del mundo maravilloso de afuera solamente porque él no quería separarse de su lado por ese amor inusual que comenzó a desarrollar desde que el menor tenía diez años.
No podía atar a TaeHyung a su lado por capricho.
—Pero aun así no es justo, me gustaría conocer a más personas, quisiera tener amigos y quizás hasta una novia.
Última palabra que había calado hondo en el vampiro.
—Vete entonces —dijo a raíz de los celos —Vete y no vuelvas, vive solo de ahora en más... no entiendo por qué no te dejé morir ese día. Hubiera sido lo mejor.
Dio media vuelta y salió de la habitación dejando a TaeHyung ahí, con un extraño dolor en el pecho y las lágrimas cayendo por sus mejillas.
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