JungKook descubrió en esos dos meses que cuidar a un bebé no era fácil. Oh, aún se preguntaba cómo hacían esas mujeres para criar dos o más niños.
Definitivamente merecían un premio.
Estaba bien que no durmiera y pudiera cuidar al pequeño Tae por las noches... ¡pero ya no tenía momentos de paz como antes! El bebé requería cuidados las 24 horas y él también necesitaba un tiempo para sí mismo.
Incluso aprender a usar la cocina fue un desafío. En más de una ocasión la leche maternizada se le quemaba, de forma que no entendía, pero pasaba.
También aprovechaba los momentos en que TaeHyung dormía por las noches para ir a esas tiendas que abren las 24 horas para comprar lo necesario para él. E iba de noche no porque TaeHyung dormía, sino porque a esa hora nadie sabría si era humano o vampiro. ¡Porque vamos! No iba a haber nada más raro que ver a un vampiro comprar comida o cosas que los humanos usaran. Eso sería más raro que decir que vio un unicornio en calzones volando sobre el techo de su casa. Sí, así de raro sería.
La vida de padre, comenzaba a entender, no era sencilla. Mucho menos placentera. Pero bastaba ver una sonrisa del bebé Tae para que JungKook se olvidara de todo y siguiera adelante con su crianza.
—Dulces sueños, Tae —murmuró con una pequeña sonrisa.
Acarició suavemente el cabello oscuro del pequeño que dormía en la cuna que le había hecho con madera de uno de los árboles del bosque y con un colchón relleno de plumas suaves.
Criar a un bebé no era fácil, de eso estaba seguro. Pero a pesar de todo no se arrepentía de haber encontrado ese pequeño en el bosque.
Un niño que le había dado un motivo para seguir en ese mundo.
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