"Me es deliciosa un poco de locura cuando recobro a un amigo"
Quinto Horacio Flaco
—¿Quién anda allí? —preguntó Casey, con el corazón latiéndole a una velocidad alarmante. Había escuchado a alguien, estaba segura. Aunque era imposible porque cuando se volteó para ver quien le había hablado, se encontró con la soledad que inundaba al parque a esas horas.
Habría jurado que escuchó una voz que le respondió. Sin embargo, lo más raro fueron las palabras que oyó.
“En realidad, no tanto…”
Fue como si comentara sobre lo que ella pensó y eso era imposible.
“Me estoy volviendo loca” Se dijo a si misma, en un intento por controlarse.
Nadie respondió. Sólo había sido su imaginación.
Suspiró cansada y se preguntó donde dormiría. La calle no era segura, podían asaltarla o incluso hacerle algo peor.
Decidió quedarse despierta hasta que el sol saliera para regresar a su casa, su madre salía a trabajar a las nueve. No tenía pensado ir a la escuela, tenía muchas cosas que hacer sin mencionar que no quería ver a Niall o a alguno de sus amigos.
Primero, quitaría las sábanas en la que se revolcó su madre con ese extraño, las juntaría con el cd que pusieron y lo quemaría todo en el jardín. Borraría toda evidencia y recuerdo de esta noche. Segundo, se refugiaría todo el día en el cementerio. Y por último, en la tarde reprimiría todos los deseos suicidas que volaban por su mente. Porque no era la primera vez que se le ocurría hacer lo mismo que Liam para evadir los problemas, la diferencia estaba en que entre ellos, Liam siempre la consideró la más fuerte, y no iba a arruinar la imagen que su amigo se había formado. No lo decepcionaría.
—De eso estoy seguro…
Casey gritó. La voz era de verdad, no la había imaginado.
La escuchó fuerte y clara, como si alguien estuviera a su lado y mantuviera una conversación con ella. Se dijo que no era buena idea seguir allí, tal vez hubiera alguien escondido o fuera algún borracho gastándole una broma.
Caminó unas cuadras más y encontró una cabina telefónica. Revisó los bolsillos de su mochila y encontró unas monedas que le servirían.
Se sentía a gusto caminando sola, era como si nadie más existiera salvo ella.
Entró a la cabina y la pequeña pantalla del teléfono que marcaba los minutos de la llamada daba la hora. Eran las tres y media de la madrugada.
Casey pensó que sería imprudente llamar a esa hora, pero de todas formas se arriesgó.
Echó las monedas y esperó. Después de unos segundos escuchando el pitido del teléfono, contestaron.
—¿Quién es? —escuchó al otro lado de la línea. La voz de su padre sonaba dormida y cansada.
—Soy Casey.
—Cariño, ¿qué haces llamando a esta hora? Deberías estar durmiendo.
—Sí, lo sé. Pero me sentía sola y me dieron ganas de hablar contigo —con la única persona que Casey era dulce y utilizaba un tono de voz agradable era con su padre.
—Bueno, de qué me quieres hablar.
—¿Cuándo vendrás a visitarme? —Casey prefirió abarcar un tema más trivial, no quería preocupar a su padre diciéndole que lo llamaba desde un teléfono público porque su madre no la dejaba entrar a la casa.
—El próximo fin de semana —le respondió él.
—¿Y cuándo podré irme a vivir contigo? —cada vez que hablaba con él, le hacía esa pregunta.
—Cuando cumplas 18, no sé por qué sigues cuestionándote lo mismo —Casey sonrió al lado del teléfono. Cuando fuera mayor de edad, se marcharía a Londres a vivir con su padre y a estudiar matemáticas en alguna universidad. No volvería a ver a su madre nunca más. Ni en su cumpleaños, ni en Navidad, ni para año nuevo. Nunca.
—Te quiero, papá. Será mejor, que cuelgue. Me iré a dormir.
—Yo también te quiero, hija…—y antes de que él pudiera decir algo más, la máquina anunció que se habían agotado los minutos. Casey cortó y salió de la cabina, daría algunas vueltas por la ciudad hasta que amaneciera.Niall no supo como explicarles a sus padres que Casey se había marchado por su culpa. Les mintió diciendo que se había levantado temprano para ir a cambiarse de ropa a su casa. Costó mucho convencerlos, la noche anterior les dijo que Casey no podía ir a su casa porque se habían metido unos animales y el exterminador se tardaría demasiado en eliminarlos. Las mentiras no eran lo suyo.
Cuando llegó a la escuela, fue directo a encontrarse con sus amigos para contarles lo sucedido. Los divisó conversando amenamente en el patio, sentados sobre unas bancas cerca de la cancha de fútbol.
—¡Nialler! —gritó Harry en cuanto lo vio. Corrió a abrazarlo y se le tiró encima, algunos chicos se le quedaron mirando por la escena que Harry estaba montando, le gritaba cuanto lo amaba y que había soñado con él.
—Ya, deténganse —dijo Louis, levantándose de la banca para separarlos. Fue inútil, Harry estaba aferrado a Niall —¡Suelta a mi hombre o tendremos que enfrentarnos en un duelo, Horan!
Niall empujó a Harry, éste cayó al suelo sin parar de reír.
—¿Por qué estás de mal humor? —le preguntó Harry una vez que se puso de pie.
Niall lo miró con mala cara y resopló. Harry no tenía la culpa, no tenía que descargarse con él.
—Es Casey —respondió.
Los tres fueron hasta la banca, donde Zayn los esperaba con la mirada clavada en una chica que conversaba con otra a unos metros de distancia.
—¿A quién miras, Zayn? —inquirió Louis, con la clara intención de molestarlo.
—A nadie —Zayn carraspeó y dejó de mirar a la chica, quien ni siquiera se había dado de que era observaba.
—¿Y? ¿Qué te sucede con Casey esta vez? —Harry se acomodó al lado de Niall y lo miró para darle a entender que tenía toda su atención en él.
—Anoche fue a mi casa y se quedó a dormir —Harry abrió los ojos, Zayn y Louis dejaron de distraerse y se quedaron callados. Niall no dijo nada más, y como los nervios y la curiosidad ya habían picado a sus amigos, no tardaron en protestar para que siguiera contando—. Entonces se enojó y se fue como a las dos de la mañana.
—¿No hicieron nada? —preguntó Harry, con un deje de perversión en su voz. Niall le dedicó una mirada inocente y le revolvió el cabello.
—Por supuesto que no —le respondió el rubio.
—¿Por qué se enojó? —inquirió Louis. Niall había notado que cada vez que hablaban de Casey, su amigo se ponía serio y dejaba de bromear, se interesaba tanto por Casey como él y eso le hacía sentir un ligero malestar que provocaba que las manos le sudaran y que un enojo injustificado se acrecentara contra Louis.
Celos.
—No lo sé —mintió Niall. No quería que Louis se enterara de lo había sucedido.
—Entonces, ve a preguntárselo —dijo Zayn, de repente. Todos se giraron a mirarlo y él les sonrió para acabar con la tensión que se había formado.
—No, estaba muy enfadada y temo que no me quiere ver ni en pintura.
—No te amargues, Nialler. Si quieres voy yo a conversar con ella —se ofreció Louis.
Niall reaccionó enseguida y se puso de pie.
—No, no lo hagas —su voz había cambiado, de un momento a otro ya no era dulce y abatida, sino crispada.
—¿Qué te pasa, Niall? —Harry estaba tan sorprendido como los demás.
Louis sonrió y abrazó por los hombros al rubio, le besó la mejilla y lo soltó.
—No soy un robachicas —le dijo Louis, comprendiendo lo que pasaba por la mente de Niall—. Además, yo tengo el ojo puesto en otra personita.
Eso tranquilizó a Niall, no se había dado cuenta que a Louis le gustaba ya una chica, si es que lo era porque de no ser así, seguramente se refería a Harry.
—Lo que pasa es que yo vi como quedó Casey después de que su amigo murió, también me preocupa. La conozco desde que llegó a la escuela de la mano de Liam.
Una luz se encendió en la cabeza de Niall.
Ahora sabía como se llamaba el amigo de Casey, si tenía suerte, habría alguna fotografía y su expediente en los archivos de la escuela. Si lo conseguía, podría ayudarla.
—¿Cuál es el apellido de Liam? —le preguntó Niall a Louis cuando entraban a la clase de geografía. Harry y Zayn se habían ido a sus respectivas salas en cuanto oyeron el timbre.
Geografía era la única asignatura que compartía con Louis, una suerte ya que lo más seguro era que ahora que él sabía que Niall estaba interesado en Casey, lo molestara toda la hora.
—Payne —le contestó.
Niall asintió y miró al fondo del salón para ver a Casey. Pero ella no estaba.
Se comenzó a preocupar más de lo debido.
Louis se sentó al lado de la ventana y Niall lo acompañó. El maestro llegó y comenzó a hablar sobre una presentación acerca de la segunda guerra mundial que tenían que organizar para la próxima clase.
Casey no llegó y Niall tenía la sospecha de que eso no era bueno. Cuando estaba sacando su cuaderno para tomar apuntes, vio una bolsa al fondo de su mochila. Estaba aplastada por sus cosas, la abrió y sintió una punzada en el pecho. Era la hamburguesa que le había guardado el otro día a Casey, cuando su jugó se derramó y ella se escapó con la excusa de ir al baño. Ahora sabía porque no quiso quitarse el suéter y porque estaba tan rígida cuando le presentó a sus amigos, Casey no hablaba con muchas personas a menos que sea para insultarlas o pelearse con ellas.
Ese día se sentía lejano, a pesar de que habían pasado unos cuantos. Había tardado unos tres días para darse cuenta de que siempre se sintió interesado por Casey, pero que no sabía nada sobre ella.
—Louis, necesito que me ayudes a buscar información sobre Liam —le susurró Niall mientras escribía lo que el profesor dictaba. Louis asintió con la cabeza y rasgó un pedazo de papel de la parte de atrás de su cuaderno, escribió algo allí, lo hizo bolita y se lo lanzó a Niall.
—Louis, me tienes al lado, no es necesario… —pero el rubio no alcanzó a terminar de hablar, Louis le golpeó la mano, insistiendo en que leyera el papel.
Lo abrió y con letra apresurada decía:
“Será como en una misión especial, seremos detectives. Cuenta conmigo, aunque la mayoría de las cosas me las puedes preguntar antes, se algunos datos que te pueden interesar”
Niall volteó el papel y escribió:
“Ok, digámosle a los chicos”
Se lo lanzó a Louis y cuando él lo leyó levantó el pulgar en señal de aprobación.
Tenía planeado comenzar esa misma tarde, después de clases, la investigación.Casey veía arder sus cosas con indiferencia.
Consideraba que estaba sufriendo bastante en esos últimos días, exactamente desde conoció a Niall.
¿Por qué no podía dejar de pensar en él? Era frustrante tener su mirada en la cabeza.
—Te enamoraste, ¿es eso?
Casey dejó de respirar por unos segundos.
Era esa voz otra vez.
Era como un susurro, silbante y espectral que le helaba la sangre. Se estaba volviendo loca.
Entonces una idea se le cruzó por la mente:
¿Y si Liam comenzó a escuchar voces y eso hizo que él se suicidara? Después de todo, Casey estaba haciendo lo mismo que él. Se creó una mala reputación, se cortaba los brazos, su vida estaba arruinada…
—¡No! —gritó esa voz.
Casey corrió y se encerró en su casa, dejó la fogata encendida en el jardín y el humo gris se elevó hacia el cielo como las nubes de una tormenta.
—No estás loca —dijo nuevamente la voz.
—¡Cállate! —exclamó Casey, escondiéndose en un rincón, encogida en posición fetal. Se tapó los oídos y cerró los ojos, quería desaparecer a esa voz. Desde la noche anterior oía respuestas acerca de sus pensamientos, era aterrador darse cuenta como de a poco la locura se la llevaba por otro camino.
Estuvo así unos minutos hasta que su corazón se normalizó y bombeó sangre con regularidad, aún podía oír los latidos detrás de sus orejas.
Se puso de pie y se quitó el flequillo que le tapaba los ojos, salió a apagar la fogata antes de que los vecinos se dieran cuenta e iniciaran a hacer preguntas incómodas.
Después, se fue a dar un baño y se refregó el cabello con agresividad. El estúpido de Dylan se las iba a pagar.
Se vistió con un jeans y una camiseta negra, sacó algo de dinero de su madre y caminó hasta la parada de autobús para ir al cementerio.
Algunas personas la miraron, se decían que esa chica debería estar en la escuela y no vagando por la ciudad. Casey ya estaba acostumbrada a los prejuicios de la gente, mantuvo la frente en alto y los miró con superioridad.
Se sentía vacía, como si fuera un títere que era guiada por un amo, como si no tuviera control de nada. Una tristeza la invadió, parecida a la melancolía. Aunque lo más extraño, era que no la sentía suya, como si ese sentimiento estuviera a su lado.
Compró unas cuantas flores y entró de la misma forma que ayer al cementerio. La paz que siempre sentía al estar allí había desaparecido, por alguna razón era como una desconocida ajena a su entorno.
“¿Qué me está sucediendo?”. Se preguntó.
El cementerio no estaba tan vacío, una pareja de ancianos conversaba a cinco lápidas de la de Liam, una mujer arreglaba unos girasoles gigantes en la tumba de su hija y unos cuantos jardineros limpiaban y podaban el césped.
—Liam, creo que tendré que ir a un psiquiatra. Escucho voces… —dijo Casey cuando se sentó en el suelo y apoyó su espalda contra la lápida. Esa tristeza no se esfumaba—. Más encima, Niall, el chico del que te hable ayer, resultó ser un idiota. Eso me pasa por confiar en las personas equivocadas.
Casey seguió hablando, pero no se dio cuenta de que la pareja de ancianos se acercaba hacia ella con paso lento y calmado.
Casey alzó la vista cuando ellos le taparon el sol, los ancianos le sonrieron con un ramo de flores en las manos.
—¿A quién vienen a ver? —le preguntó la anciana. El plural hizo dudar un poco a Casey.
Ella no era de platicar con desconocidos, pero ellos se veían inofensivos, además, había guardias a la entrada.
—A un amigo —le respondió Casey.
—Es muy triste perder a un amigo tan temprano, ¿a qué sí, chico? —dijo el anciano.
Casey los miró por un momento, ¿le había llamado chico?
—Es un dolor indescriptible —dijo alguien.
“¡Es la voz!” Pensó horrorizada.
Casey se puso de pie en un salto y se colocó al lado de la anciana, asustada.
Pero casi se desmayó al ver a quien había llamado “chico” el anciano, allí sentado contra la lápida cerca de donde estuvo Casey.
—Oh, por Dios —exclamó ella.
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I Love you (Niall Horan)
FanfictionHay algunas personas que te marcan, hay otras personas que te salvan. No es otra típica historia