—¡¿Qué le has hecho?! —gruñó el profesor, acercándose con cierta amenaza en su rostro. Era uno de los maestros que odiaba a Casey por considerarla arrogante.
Ella no podía moverse, dirigía la mirada entre el pálido rostro de Niall y la figura evanescente de Liam. Algo le había hecho él al rubio.
“¿Qué le hiciste? Por favor, dime que no está muerto” pensaba desesperada.
Pero no recibió respuesta. Eso la asustó aún más.
—¡Respóndeme Whitmore! —el grito del profesor la hizo volver a la realidad.
—Yo no fui, sólo se desmayó —le dijo Casey, al borde de las lágrimas. Sus compañeros la observaron impresionados, no era el momento para levantar una pared y esquivar las miradas de los demás, Niall necesitaba ayuda y era inevitable no esconder sus emociones.
—Una semana suspendida, Whitmore. Ahora, ustedes dos —señaló a unos chicos robustos que estaban sentados—, lleven a Horan a la enfermería.
Los chicos levantaron a Niall, uno lo afirmó de los brazos y el otro de las piernas. Salieron de la sala, seguidos por el profesor.
En cuanto la única persona con autoridad se retiró, Casey se sintió como si estuviera en medio de una manada de lobos.
—¿Qué te hizo él? Era amable contigo —le dijo un chico.
—Ni siquiera debió haberte hablado, eres una loca —contratacó otro de sus compañeros.
—¡Una psicópata!
Toda la fuerza, todo el odio desapareció. Casey estaba indefensa, no era capaz de responderle los insultos, no podía cubrirse los oídos y dejar de escuchar.
Ellos tenían razón.
Liam sabía que se había excedido, los pensamientos de Casey eran alarmantes. Era como nadar contra la corriente, contra un mar de ideas. Chocaba con una, luego con otra y no alcanzaba a leer ninguna. Así que no supo que iba a hacer su amiga cuando se levantó, agarró su mochila y se fue corriendo del salón.
Casey corrió sin saber a donde ir, sólo quería alejarse de las cortantes palabras de sus compañeros.
Cortantes.
Eso era lo que necesitaba. Eso calmaría la culpa.
No lo había hecho desde que comenzó a hablar con Niall, pero ahora era un caso especial.
Apagaría la agonía.
Se encerró en los baños y echó el cerrojo a uno de los cubículos, no llevaba ninguna navaja, aunque una tijera serviría.
Después de encontrarla en medio del desorden de su mochila, respiró hondo y oprimió el filo de esta contra su piel. No sucedió nada, sintió un leve ardor y apareció una línea roja por donde pasó la tijera, pero no sangró.
Debía aplicar más fuerza.
Un hilillo de sangre descendió por su brazo a la segunda vez, podía sentir como todas las preocupaciones se iban con ella.
Corrió más sangre al cuarto corte, después del sexto vio que las baldosas del baño estaban manchadas de sangre. Pasarían desapercibidas en un baño de chicas.
—Detente —escuchó de pronto.
Liam estaba sentado a su lado, en el suelo. Ya no se veía peligroso, incluso esa mirada tierna y preocupada había vuelto a sus ojos. Eso le recordó a Niall.
—¿Es por él? —inquirió Liam, leyendo los pensamientos de Casey.
Ella negó con la cabeza y sonrió, alzando la cabeza al techo para no ver como la sangre chocaba contra el suelo.
—Al principio… por ti —le dijo ella luego de unos segundos—. Ahora… creo que es por mí. Soy una mala persona.
—No, no lo eres —Liam se acomodó y la abrazó. Ese frío que caracterizaba su tacto envolvió a Casey, doliéndole más que antes. Ella tembló y Liam tuvo que soltarla si no quería matarla.
—¿Por qué cada vez que te toco comienzo a sentir frío?
—Porque estás tocando a la muerte —le respondió él, con la voz apagada.
Liam la ayudó a secar la sangre y a vendar los cortes.
Casey lo miró y comenzó a llorar.
¿En qué estaba pensando? Liam estaba muerto, nunca sería igual que antes.
Ella tenía 17 y su amigo seguía con la apariencia que tenía a los 14, era triste saber que cuando ella fuera anciana, el fantasma de él estaría ahí merodeando.
Liam le secó las lágrimas y la volvió a abrazar. Esta vez duraron más.
—Sé lo que piensas, pero no te preocupes. Ahora, debes aparentar que todo está bien —Casey se limpió el rostro y se maquilló con delineador negro mientras Liam limpiaba la sangre del piso.
—¿Qué le hiciste a Niall? —insistió ella otra vez.
—Lo toqué, es un debilucho. Tú resistes, él en cambio cayó de inmediato.
—Pero estará bien, ¿cierto?
Liam hizo una mueca y asintió.
—Lo estará, lamentablemente.
Eso la tranquilizó un poco. Al menos Niall no había sufrido daños, aunque todos pensaran que ella le había hecho algo.
—Iré a verlo —dijo de repente.
Liam suspiró y no reclamó, no era el momento más adecuado para criticar a Niall, su amiga estaba preocupada y sus comentarios sólo lograrían que ella se sintiera peor.
Cuando estaba por entrar a la enfermería, sonó el timbre. Casey se apresuró entrar antes de ver a sus compañeros de clase.
Habían tres camillas, dos vacías y la que estaba al lado de la ventana ocupada por Niall. Se veía sereno, con los ojos cerrados y la respiración acompasada.
Casey acercó una silla que encontró al lado de un estante con remedios y se sentó a su lado.
—Niall, despierta… —susurraba en su oído.
Liam se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, la escena le habría causado nauseas, si es que las hubiese podido sentir.
—Despierta… idiota, no hagas que me preocupe por ti —siguió susurrándole.
La puerta se abrió y la enfermera del colegio entró. Se quedó mirando a Casey y la forma en que estaba inclinada al lado de Niall.
—¿Eres la novia? Se pondrá bien, sólo le bajo la presión y se desmayó, despertara dentro de poco —Casey no le dijo nada, tal vez si le decía que no era su novia la echaba.
Y tal como lo dijo la mujer, Niall comenzó a abrir los ojos de a poco. La luz lo cegó por unos segundos, pero en cuanto recuperó la vista, se encontró con la sonrisa de Casey.
¿Acaso estaba soñando?
—¿Casey? —ella volvió a sonreír y Niall hizo lo mismo en un acto reflejo.
—No, soy Sherk —Niall rio fuerte, al parecer Casey estaba de buen humor, aunque no entendía que había pasado.
—¿Qué sucedió?
—Te desmayaste —Liam abrió la boca para agregar algo más a lo que dijo Casey, pero la cerró y prefirió omitir los comentarios acerca de la debilidad del rubio.
—Y ahora tendrás que andar despacio si no quieres hacerlo de nuevo —dijo la enfermera, cuya presencia había sido ignorada olímpicamente.
Ambos chicos rieron, pero Casey hizo una mueca cuando chocó su brazo contra el borde de la camilla.
La enfermera la miró con suspicacia, con eso bastaba para saber que algo andaba mal con esa chica, tantos años trabajando allí hacían a sus ojos unos expertos para detectar chicos con problemas.
—Déjame ver tu brazo, cariño —le dijo la enfermera, pero Casey se apartó y escondió su brazo tras su espalda.
—No pasa nada, me golpeé, eso es todo —pero Niall también se dio cuenta y la agarró del brazo. Casey gritó y eso hizo que Liam se enojara.
¿Acaso tenía que hacer que Niall le diera un infarto para que dejara tranquila a Casey?
Caminó furioso hasta el lado de Niall, esta vez lo mataría, esta vez lo haría de verdad.
—¡NO, LIAM!
Silencio.
El grito de Casey había hecho que Niall la soltara y que la enfermera diera un paso atrás.
Liam se detuvo a un centímetro de Niall y Casey tenía los ojos abiertos por la impresión.
Era un desastre, simplemente un total y fracasado desastre.
Pero la enfermera se recuperó y cuando Casey estuvo distraída la agarró del brazo y le levantó la manga.
—Ya veo a que Liam te refieres —le dijo la mujer, examinando la profundidad de los cortes—. Eras la amiga del chico que se suicido —abrió las puertas del estante y de allí sacó una vendas y desinfectante. Obligó a Casey a sentarse otra vez y empezó con la tarea de limpiar las heridas—… Pero cortarte no lo traerá de vuelta.
—¿Qué sabe ella? —bufó Liam. Estaba más calmado, tendría que aprender a controlarse, sin embargo, la rabia era más fuerte que él.
Niall estaba vivo y podía conversar con Casey de lo más normal, podía tocarla sin dañarla. Él, en cambio, no era nada.
Tenía que hacer algo al respecto, pero no dejaría que Niall le robara a su mejor amiga.
—No lo hagas más… —murmuró Niall, incorporándose en la camilla. Se afirmó con los codos para sentarse, pero la cabeza comenzó a darle vueltas y tuvo que tirarse para no caer.
Casey ya estaba harta de aparentar ser ruda cuando en realidad se quejaba como una niñita llorona. Niall la estaba ablandando.
—Escucha a tu novio, tienes muchas cosas por las que vivir… —decía la enfermera, pero Casey la interrumpió.
—No estoy intentando suicidarme —le dijo.
La enfermera hizo como que no había escuchado nada y siguió vendando su brazo.
Cuando ella los dejó solos, Niall levantó una ceja y la miró divertido.
Desde hace dos semanas se había dado cuenta que caería enamorado de Casey, desde hace dos semanas no encontraba la ocasión para hablarle, mas ahora estaban solos.
O al menos esos creía él.
—¿Novios? —inquirió.
—No me dejaría entrar si le decía lo contrario —Niall le creyó, aunque prefería pensar en otra versión de los hechos.
Liam leyó el pensamiento del rubio y no evitó soltar una carcajada.
—Casey, le gustas —logró decir entre la risa que le provocaba esa idea.
“¿Acaso tiene eso algo de malo?” pensó ella.
—Es que… jajaja, no con él —dijo Liam.
A Casey le gustaba ver sonreír a su amigo, aunque no a costa de Niall.
—Bueno, ¿y qué si a mí también me gusta? —le dijo ella.
“Dime que lo pensé”
Liam se calló y tanto él como Casey miraron a Niall.
“Por favor, dime que lo pensé”
—¿Quién te gusta? —le preguntó Niall, sin entender de que estaba hablando.
“Lo dije”
—Cálmate, sólo dile que te gusta el chocolate —comentó Liam, pero Casey no lo escuchó.
Casey dudó unos segundos, hasta que al fin se decidió.
—Tú.
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I Love you (Niall Horan)
FanfictionHay algunas personas que te marcan, hay otras personas que te salvan. No es otra típica historia